• Fecha: Lunes, 29 Agosto 2016

Cuando su hijo mayor tenía ocho años, sus riñones fallaron. Ella tenía otros dos hijos y estaba embarazada de su hija. Pasó semanas y semanas, meses y meses encerrada en un hospital rodeada de niños enfermos, niños heridos, niños muriendo... hasta que llegó el primer trasplante para el su hijo. Fueron muchos días de diálisis, encerrada en casa, en el hospital o en ambulancias. Vio niños morir y compartió el sufrimiento de otras muchas madres que estaban pasando por sus propios infiernos. Las enfermeras que vivían todos los días con todo el dolor y el sufrimiento del que estaba rodeadas, llevaban novelas románticas en los bolsillos mientras iban de un lado para otro. Las madres se escondían en las páginas de las novelas románticas cuando no podía dormir, sabiendo que podían ser interrumpidas cuando las palabras "Código Azul" sonaban por los altavoces, a sabiendas de que una de esas llamadas podía ser para su hijo. Un amigo bibliotecario le llevó al hospital un montón de novelas románticas.

Las madres que leían, compartían e intercambiaba los libros. Todos vivían en un mundo real en el hospital, un mundo demasiado real, todas funcionaban al más alto nivel, porque no había más remedio que funcionar y perseverar, y todas, de vez en cuando, escapaban de ese mundo al de la esperanza y los finales felices de las novelas románticas. Esos momentos de "escape" más fáciles, nunca fáciles, pero sí más fáciles para poder tratar y seguir con el mundo real.

Ella había escrito su primer libro antes de la insuficiencia renal de su hijo. Fue sólo porque se le ocurrió una idea y escribió el libro sin pensar en cambiar de profesión. Escribió su segundo libro durante esos largos nueve meses que pasó en el hospital con el fin de mantenerse despierta toda la noche dos veces por semana. Fue un romance de Regencia, un romance muy divertido,The Tenacious Miss Tamerlane.

Años más tarde una lectora llamó a ese libro "el libro de su día lluvioso", porque cuando estaba deprimida, sabía que la lectura de esta novela le haría reír. "Yo escribí ese libro para mí, para las enfermeras y para las madres. Así que así es realmente como comenzó todo. Vendí antes el segundo libro que el primero. Y fue con ese libro con el que supe que realmente podía tener una carrera como escritora. Podía hacer que, con su lectura, otra persona tuviera un día un poco más brillante."

Un cuarto de siglo más tarde, está escribiendo su novela número 100. "Quiero creer que llevo sonrisas, esperanzas y la posibilidad de ser feliz. No es una promesa, no es una certeza, pero sí una oportunidad. Lo sé, he aprendido que una de las mejores maneras de mantener la cordura es escapar de la realidad de vez en cuando."

"Yo no escribo para cambiar el mundo. Escribo para entretener, y quiero que mis libros lleven una sonrisa, tal vez una lágrima o dos, pero luego más sonrisas, y que sean el tipo de historias que, finalmente, cuando el lector cierre el libro, acaricie la contraportada por un momento, deseando que la historia no hubiera terminado todavía. Ese es mi sueño..."

Kasey Michaels goza de un gran prestigio entre el público, por eso es habitual ver sus libros en las listas de best sellers del USA TODAY. También cuenta con el apoyo de la crítica especializada, y de ello se hacen eco los premios y menciones con que ha sido galardonada. Tanto en sus novelas históricas como contemporáneas esta autora brilla por su detallada narración y sus ingeniosos diálogos.

Cuenta con un premio RITA, un premio de Waldenbooks y Bookrak por sus libros más vendidos, y muchos premios de la revista Romantic Times, incluyendo un premio a su carrera por sus romances históricos de la época de la Regencia.

 

 

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