• Fecha: Lunes, 10 Junio 2013

512px-Francisco de Goya y Lucientes - The Duchess of Alba - WGA10020Hablar de la duquesa de Alba es hablar de carácter y de desparpajo. Esto no es nuevo. Pero como sabréis, esta duquesa, la decimoctava, que ahora vemos en revistas de papel couche, es Fitz-James Stuart. Imaginaos una duquesa con el mismo carácter y desparpajo, pero de pura cepa, cien por cien castellana.

Y en una época en la que la mujer no pudiera serlo, no pudiera ser una descarada, como ahora. Donde hubiera que tener... arrojo, para hacer de su capa un sayo, si nos vamos a poner castizas.

¡¡La hubo!! A finales del XVIII: la decimotercera duquesa de Alba, doña María Teresa de Silva Álvarez de Toledo. Genio y figura hasta la sepultura, y eso que hubo de ser exhumada dos veces dicha sepultura. La última duquesa castellana.

Si nos ponemos a hablar de su vida haremos cierta la frase de pobre niña rica. Riquísima, ignorada por sus padres, que preferían la vida licenciosa a la familiar, fue casada a los doce años con su primo, el duque de Medina Sidonia, sin tener la menstruación siquiera, para unir así los dos títulos más importantes de la península. Unión estéril, pues el matrimonio moriría sin hijos, y la casa de Alba pasaría a la casa Estuardo, línea directa de la corona escocesa, y de nuestra Cayetana del Hola.

Como curiosidad, de esta unión se derivó que ella fuera dos veces princesa, nueve veces duquesa, dieciséis veces marquesa, veintiuna veces condesa, siete veces baronesa, además de señora de no-sé-dónde. ¿Os la imagináis siendo presentada en una fiesta en Almack's? Le hubiera dado tiempo a bajar y subir las escaleras tres veces, jijiji.

Y hasta aquí la lección de historia. Frus frus, el aburrimiento no cabe en este Rinconcito.

Veamos por qué fue genio y figura.

A esta dama le gustaban los caballeros de clase social inferior. No sé qué diría el señor Grey si tuviera que intentar "sumisionar" a tamaña fiera. Así que la duquesa se vestía de maja, es decir, se quitaba los lujos que la delataran en exceso, y se largaba por las calles de Madrid en busca de amantes. Así, tal cual. Le gustaban los toreros. Mucho. Y los artistas. También mucho. Si hubiera habido un Hola de la época lo hubiera copado de la primera a la última página. Hablamos del mil setecientos... y mucho. Si ahora te tildan de todo por ir a una discoteca a ligarte futbolistas, imaginaos a esta noble hace más de dos siglos. Una valiente. Y con una moral digamos... distraída.

Se habla de que si fue ella La maja desnuda de Goya. Se dudaba, pues su cuerpo era más bajo y redondeado, pero dejémonos llevar. ¿Acaso no es ciego, el amor? ¿Acaso no pudo ver Goya una maja más hermosa, estilizada? Cuando Cayetana, la duquesa de ahora, hizo exhumar su cuerpo para desmentir el rumor en 1945, curiosamente lo acrecentó, pues se concluyó que muy bien pudo ser ella, por forma y tamaño. Escandalizó hasta siglo y medio después de muerta. Y ya sabréis que hay también una maja vestida. Dicen que se encargaron ambas pinturas juntas, se ponía un lienzo sobre el otro, y luego se "sorprendía" a la audiencia alzando el primero (lascivos pero ocurrentes, estos tipos decadentes). Su primer propietario fue Godoy, el primer ministro, de ahí que se comente que no fue la duquesa sino la esposa del político, la modelo. Ya, como que nuestra heroína no tuvo un tórrido romance con él. Que no solo de pan vive el hombre, y no solo de toreros y artistas vivía doña Teresa.

Le gustaban también los hombres de poder. Y Godoy lo fue, y se dejaba querer. Por ella y por la otra mujer de igual poder en España: la reina María Luisa de Parma.

Y claro, dos mujeres hermosas, poderosas, en una sola corte... Pues eso. No solo a Godoy se disputaron (cómo debió disfrutar el muy canalla).

No es que no hubiera otras damas a las que Teresa bien pudiera molestar, es que con cincuenta y un títulos nobiliarios apenas le llegaban a la suela de los zapatos, y nuestra duquesita podía vestir de maja y salir a la calle a pasar desapercibida, pero tenía su orgullo.

Se dice, y esta anécdota me encanta, que ambas damas rivalizaban también en su aspecto, lo que no debería sorprendernos; pero sí hasta dónde fue capaz de llegar. Y que sus modelos venían directamente de París. Que Teresa supo de un traje que la reina había encargado para una fiesta especialmente importante...

Y disculpadme ya que no me dejáis decir palabrotas cuando escribo novelas, pero LA MUY ZORRA vistió a todas sus sirvientas en una fiesta anterior con ese mismo traje solo para ridiculizar a la mismísima reina de España.

Grande, muy grande. Eso no se le puede negar.

Pero es que tenía la práctica cogida. Antes de hacer de la madre el blanco de sus maldades, la tomó con la princesa de Asturias, María Luisa. Siendo llana, como llanas eran las fiestas que organizaba en su casa y que suponían un escándalo social tras otro, se ligó a Juan Pignatelli, y lo hizo publico. ¿Por molestar a su padre y que se armara un escándalo que le enemistara con la casa real? Puede ser. ¿Porque la princesa María Luisa bebía los vientos por él y se lo "levantó" en las narices? Eso seguro.

Imaginaos las conversaciones de la reina y la princesa en palacio. Yo sé de cierta duquesa a la que le pitarían los oídos. Y que tocaría las castañuelas para no oírlos.

Porque del mismo modo que hizo vestidos para su servidumbre como los de la reina, hizo cadenas de oro para las criadas de la reina exactamente iguales a un regalo de la soberana de Francia a la Princesa de Asturias, la misma noche que esta lo presentara. Vaya estampa, María Luisa presumiendo de collar francés, y todas sus doncellas pululando por palacio con uno exactamente igual.

Mmmmm, creatividad mal encauzada, definitivamente.

Y todo, porque como Godoy, el Pignatelli este también se dejaba querer por las dos.

Tal fue la animadversión entre la casa de Alba y la familia Real, que años después el cadáver fue exhumado para comprobar que no hubiera sido envenenada por orden de la reina. Que se desconfiaba de las conspiraciones de palacio, se desconfiaba mucho.

No, no lo fue, no culpéis a la pobre María Luisa de Parma, pues murió repentinamente por una enfermedad relacionada con las meninges y una tuberculosis. Y como detalle gore, las piernas habían sido serradas y le faltaba un pie.

Pero reconocedlo, ahora cuando veáis a Cayetana de Alba, pensaréis: no, si es que de raza le viene al galgo.

*Artículo realizado por Ruth m. Lerga

 

 

Comentarios (20)

  • kitty

    17 Febrero 2014 a las 00:45 |
    Muy buen artículo además de entretenido y bien documentado. Me gusta mucho la historia y mas si es de nuestro país. Solo hace falta leer un poco y ver pelis de estas épocas para ver que no eran tan castas y puras como la Iglesia mandaba...

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  • Roxana

    03 Febrero 2014 a las 22:08 |
    Un personaje notable. También fue una "última duquesa", retratada por Goya y muy notable dama de la época, la XIIª duquesa de Benavente (también de Osuna por su matrimonio) , María Josefa de la Soledad Alfonso-Pimentel y Téllez-Girón (Madrid, 26 de noviembre de 1750 – ibídem, 5 de octubre de 1834), aunque representaba un modelo muy diferente de mujer...
    Tenía también una buena colección de títulos y se codeó con los mejores artistas de su época. Para que os hagáis una idea, la Alameda de Osuna, en Madrid, fue su parque de recreo personal, al que llamó "Capricho".

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  • LILIAN

    14 Julio 2013 a las 00:05 |
    Fantástico el artículo, Ruth!!! Gracias!! La anécdota de los vestidos la conocía y aunque parezca increíble me acabo de enterar que esta duquesa de Alba se llamaba María Teresa...

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  • Dougless

    20 Junio 2013 a las 21:07 |
    No sé como lo haces pero acabas de dar una lección de historia interesane y divertida.
    Ya había leído algo de esta duquesa pero ninguna anécdota tan curiosa como la de los vestidos y collares, ¡menudo genio!

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  • mc2

    17 Junio 2013 a las 10:46 |
    Me lo he pasado fenomenal leyendo el artículo. Está muy bien escrito. ¡Enhorabuena, Ruth!

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  • Mary Jo

    16 Junio 2013 a las 12:17 |
    Lo que me he reido.. por lo que dices tenia amantes como churros, me imagino que sería buena en lo suyo por que fea era un rato. Solo le falta la uniceja.
    Estás segura que no hay por ahí un Hola dieciochero? Vamos que me da para muchos días de peluqueria.
    Que ganitas tengo que tener a Julian en mis brazos..jejeje
    Magnifico artículo Ruth como siempre es una alegría aprender contigo

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  • sara

    14 Junio 2013 a las 21:18 |
    Mmenudo articulazo, ha sido una lección de historia y con buen toque de humor que es como se aprende y no se olvida.
    Enhorabuena por el articulo y por tus libros. No me gusta "presionar" a las autoras para no agobiar pero.........espero pronto el proximo.

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  • Katon

    14 Junio 2013 a las 21:01 |
    ¡Toma ya! Eso era una mujer con un par...de ovarios, aunque un poco de mala leche también tenía la duquesita, jajaja.
    No conocía yo a esta insigne compatriota nuestra, pero si no lo he entendido mal, en realidad no tiene ningún parentesco con la rama familiar actual, ¿no?
    Lo de los Estuardos me ha dejado ojiplática perdida (aunque como cierta persona dijo hace poco esa palabra no consta en la RAE).
    Coincido con todas, las risas que me he echado al leer el artículo, jajaja.
    Qué filón para una protagonista con carácter y que se ponga el mundo por montera.
    Qué ganitas de leer la historia de Julian, ya queda menos, y no te digo nada sobre James y Judith, pero ya lo sabes....tendré que armarme de paciencia
    ¡Gracias por el artículo Ruth!

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  • Olalla

    12 Junio 2013 a las 20:18 |
    Me encanta leer a Ruth.
    ¡¡Genial!! :D

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  • Nieves Hidalgo

    12 Junio 2013 a las 19:21 |
    Desde luego, leerte si que es un verdadero placer. No sólo informas y das una lección de Historia, sino que haces que me parta de la risa.
    ¡Menuda manera de contar las cosas!
    Contigo, niña, no sirve eso de... nunca te acostarás sin saber una cosa más. En todo caso habría de cambiarse el refranero y decir: nunca te acostarás sin leer una cosa más de Ruth.
    Felicidades por el artículo y gracias por hacerme pasar un buen rato.
    Un besote

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    • Ruth M. Lerga

      12 Junio 2013 a las 22:33 |
      Y nosotras montando protas comedidas creyendo que si las hacíamos cabronas se nos saldrían de contexto histórico. Tanto rigor, tanto rigor, ¡y mírala dónde estaba, al ladito de casa!
      No sé tú, Nieves, pero un día de estos monto una prota como esta. Y el día, como te he dicho, no está lejos, jejeje.
      Besos para ti también, guapísima, un gusto saber de ti.
      PD: Mi madre que espabiles con la tercera de los Gresham. Sí, le he explicado, pero tus lectoras más "soviéticas" no atienden a razones, jijiji (ni yo, para qué engañarnos).

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  • Rowyn

    12 Junio 2013 a las 13:01 |
    Jajajaja me ha encantado.
    Ruth como le das tu toque lagarta.
    Lo de vestir a las sirvientas del mismo vestido... fan absoluta!

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  • Miryam

    11 Junio 2013 a las 16:26 |
    Como siempre muy interesante lo que nos cuenta Ruth. Supongo que esta duquesa es la de la película que hicieron hace un par de años. Yo no la ví pero me imagino que sí.
    La verdad es que era un poco bruja la querida duquesa, y también un poco maligna, pero lo que me he reído.

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  • Sandrayruth

    11 Junio 2013 a las 11:08 |
    Muy bueno el artículo Ruth!! Me he reído mucho. Me ha encantado leer sobre ella, sobre todo aprender, que no todo era como lo pintaban!!

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  • ELSA

    11 Junio 2013 a las 07:54 |
    Excelente artículo Ruth, escrito con esa ironía que te caracteriza, me ha encantado, y además he aprendido no sabía que el Fitz Stuart de la duque actual viniera de la casa Estuardo, esos que nos han dados excelentes novelas de escoceses. He visto para Julio la novela de Julian y April pero estoy esperando la de James y Judith desde que leí Cuando el corazón perdona.

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    • Ruth M. Lerga

      11 Junio 2013 a las 21:09 |
      Eres un amor, Elsa. Llegará, llegará, pero ya que había empezado por el final, era cuestión de seguir ahora por el principio ¿no? De todas formas en esta James juega un papel importante, y Richard está desatado. Pero Julian... Julian se quedó algo mío, tengo que confesarlo.
      Pero James y Judith llegarán. Prometido.

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  • kkekka

    10 Junio 2013 a las 21:51 |
    Que bueno!!!!
    Mira que me gustan las historias de la nobleza, realeza y las pequeñas "disputas" entre ellos. Un profesor de historia nos dijo que había personajes realmente impagables por su "humor" y que hacían todo mas maravilloso. Esta mujer es una de ellos.
    Genial artículo Ruth. Te vas a convertir en una adicción, jijiji
    Besitos

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  • Anasy

    09 Junio 2013 a las 23:40 |
    Vaya artículo!! felicidades, has captado mi interés desde la primera frase y eso que la nobleza española nunca me ha llamado la atención, pero no sabía de estos especímenes y sus maniobras, para escribir una buena novela. Gracias.

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    • Anasy

      10 Junio 2013 a las 22:15 |
      vale, yo calladita jajaja , un beso

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    • Ruth M. Lerga

      10 Junio 2013 a las 11:59 |
      Shh, Ana, todavía no toca, tengo la de James y Judith delante, y un proyecto en medio. Así que no levantes la liebre. Shh.
      ;)

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