El otro día estuve en una reunión de lectoras de romántica, ya sabéis cual. Y una de mis autorías favoritas, ilustre invitada, fue preguntada por su pasión por la Regencia, y nos explicó que a veces optaba por las novelas georgianas y a veces por las de Regencia. Y lo que me alucinó más todavía fue saber que la editorial le decía qué prefería en cada momento, dejando en una cajón una de 1815 si lo que buscaba, lo que las lectoras pedían, era una de 1805.
Y lo que terminó de dejar patidifusa a esta inexperta friki del siglo XIX inglés fueron los comentarios de alrededor: "¿La regencia era porque la reina Victoria no podía reinar, no?" "¿La Regencia fue en 1830 o así, verdad".
Me vi obligada a interrumpir, a explicarle a la autora que tan minuciosamente especificaba los períodos de sus novelas que en España partíamos en dos su siglo XIX en lo que a novelas se refería: Regencia y victorianas, y que el límite entre una época y otra era difuso.
Ahora fue ella, la grandísima Jo Beberly, quien se sorprendió.
Ergo esto no puede continuar. Así que sacad papel y boli y tomad nota: En el siglo XIX hubo cuatro reyes en Inglaterra, todos ellos de la dinastía Hanover, a saber:
Jorge III, el loco (1780-1820).
Jorge IV, nuestro Prinny (1820–1830).
Guillermo IV (1830-1837), un rey poco conocido pero muy, muy interesante.
Victoria (1837-1901).
Así, la época victoriana os queda clara ¿no, chicas?
Vale, pues nosotras tendemos a meter a los otros tres como Regencia. Y va a ser que no. Ni siquiera podríais decir que los dos Jorges hacen la georgiana, porque tampoco. Ni siquiera duró lo que todo Jorge III. La época georgiana terminó a finales de 1811... Mejor no mareo la perdiz y me explico:
Jorge III padecía porfiria, una enfermedad metabólica que en su caso le provocaba entre otras muchas cosas ataques de locura (alucinaciones, confusión). Cuando la enfermedad avanzó a niveles insostenibles para un monarca que ostentaba un poder real, tantos que él mismo creía hablar con los ángeles, o confundía robles con monarcas rusos muertos, se procedió a la incapacitación el Rey y a su confinación en Windsor por siempre jamás. Y aunque no dejó de ser rey pues no abdicaría, no tenía las facultades ni para eso suponiendo que hubiera querido hacerlo en un momento de lucidez, fue su hijo, Prinny, quien asumió la Regencia, es decir, la figura de monarca en su nombre. Este período duró desde 1811 hasta 1820, cuando el padre murió y el hijo se convirtió en Jorge IV. Y esta es la Regencia de las novelas de Regencia. Y os preguntaréis ¿qué tiene de especial, o de diferente a las georgianas? Total, año arriba año abajo, ¿no?
Bueno, aquí entra en juego una nueva figura: Napoleón Bonaparte. Este señor, además de montar la de Dios-es-Cristo en Europa, hizo alguna que otra cosa buena: sus leyes napoleónicas sirvieron para la confección de las constituciones europeas del siglo XIX; trajo las ideas de libertad, igual y fraternidad, impensables apenas décadas antes; asentó la idea de Maquiavelo sobre la división de poderes; instauró la libertad de culto; concedió el sufragio masculino universal con independencia del origen de cada uno; aumentó la edad escolar (síii, masculina, nosotras no éramos más que escobas con tetas) hasta la secundaria de manera grautita... Vamos, que como pensador trajo la razón a Europa, aunque como soldado sembrara la sinrazón en cada palmo del continente. Una razón, unos conceptos que se compararon con los de las antiguas Grecia y Roma.
¿Os habéis fijado en cómo eran los edificios de la época? Con grandes columnas, como los templos griegos y romanos. ¿Habéis visto como llevaba el pelo cortado Napoleón? Como Julio César. ¿Cómo llevaban las mujeres los vestidos? Corte imperio (romano). ¿Qué estatuas había en los jardines de nuestras novelas? Romanas.
En cambio la moda georgiana... ¿Os imagináis a María Antonieta? Pues eso, todo lujo y decadencia.
Pero las normas sociales georgianas fueron más duras, o digamos tanto como cabía esperar; y, no obstante, durante la Regencia, con el romanticismo a la vuelta de la esquina y lo gótico en pleno apogeo, se suavizaron esas mismas normas, haciendo laxo lo estricto.
Volviendo a aquella fantástica autora, Jo Beberly, prefería escribir georgiana por el fausto y los excesos. Y se inclinaba por la Regencia en historias más traviesas, llenas de humor y dulzura. En inglés, la Regencia es, como ella misma la definió: sweety.
¿Y la victoriana? ¿Pero de qué vais? Claarooo, ahora me pondré a revisar más de sesenta años de historia para contároslos, una historia que supuso el inicio del progreso (para mí; para Olalla Pons fue el principio del fin, ya la conocéis).
Ah, ¿que queréis saberlo? Bueno, me lo pienso. Tal vez, tal vez, otra vez será...
*Artículo realizado por Ruth M. Lerga
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Comentarios (20)
ouea
Jorge III del Reino Unido (4 de junio de 1738-29 de enero de 1820) fue rey de Gran Bretaña y de Irlanda desde el 25 de octubre de 1760 hasta el 1 de enero de 1801, y a partir de entonces rey del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, unidos, hasta su muerte.
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Griselda Martínez
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Ruth M. Lerga
Interesante reflexión, muchas gracias Griselda.
PD: Me encanta tu nombre, hice un cuento infantil cuya protagonista se llamaba así.
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Griselda Martínez
Si te fijas, la gran mayoría de los protagonistas de Regencia lucharon contra Napoleón como soldados o como espías. A veces creo que las autoras toman como modelo al Duque de Wellington.
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Ari
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crishi
Me ha gustado mucho el esclarecimiento de este tema, que algunas veces me crea dudas cuando leo una historia situada en esta época. :)
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