El personaje siempre nace primero en mi mente. Su personalidad, fuerza y debilidades me dirán qué problemas tiene que enfrentar para ganarse su "feliz para siempre".
Empecé a escribir novelas medievales porque una de las primeras novelas históricas románticas que leí fue El lobo y la paloma de Kathleen Woodiwiss que estaba ambientada en 1066.