Erika Gael - Hielo

Valoración:

Crítica realizada por Rocío DC

Leer una novela de Erika Gael es sinónimo de disfrute máximo. Sus historias, las cuales saboreamos menos de lo que a muchos nos gustaría, son bastantes intensas y especiales. Motivo por el cual, en cuanto he tenido la oportunidad, he devorado la fascinante historia que hay entre las páginas de Hielo.

Esta novela nos cuenta la historia de Suzanne, una joven canadiense que vive para el patinaje artístico sobre hielo. Todo le va perfectamente, pero es cuando está preparándose para una importante competición de patinaje cuando la vida de Suzanne se desmorona de la noche a la mañana, tras el abandono de su compañero de equipo.

Sola y desesperada Suzanne encuentra la única posibilidad de seguir adelante para cumplir sus sueños nada más y nada menos que en la otra punta del mundo; Rusia.

Suzanne emprende un viaje que no solo es para encontrar el rumbo perdido, profesionalmente hablando, sino que también, sin ella pretenderlo, será un viaje para reencontrarse a sí misma y a su verdadera felicidad, con lo bueno y lo malo que eso conlleva.

Suzanne, nuestra protagonista femenina, es el personaje que lleva el mayor peso de la trama ya que está contada desde su punto de vista. Un personaje con el que he conectado bastante y he entendido en cada momento.

Y Kolya, el hermético protagonista masculino, brilla con luz propia. Está creado y perfilado por la autora de una forma admirable. Bajo mi punto de vista, transmite al lector todas las emociones necesarias para empatizar con él en cada escena en la que aparece, algo que considero muy difícil de conseguir cuando las historias son contadas desde la perspectiva de un solo protagonista, ya que realmente las impresiones que más nos llegan son del que narra la historia.

Pues en este caso Erika ha conseguido que entienda un personaje que desde el inicio parece complejo, que además capte cada emoción y sentimiento que él siente, incluso antes que la propia Suzanne.

La historia entre ambos es compleja a la vez que natural, de esas que se van cociendo poco a poco y el lector va saboreando en cada detalle e insinuación, en cada pequeña pincelada anticipada. En escenas que derriten, enamoran sin darte cuenta si quiera. Y eso me encanta.

Sumamos a todo esto que la pluma de la autora es una auténtica delicia para los sentidos, algo más que evidente. Pero aún sabiéndolo reconozco que me ha vuelto a sorprender con esta novela; con lo que es capaz de crear, lo que me transmite y lo que gozo con cada una de sus palabras es tremendo.

Su narrativa además me parece extraordinaria. Tiene una forma de atraparte y envolverte con sus letras y no soltarte aún después de cerrar el libro. Lo mucho que cuenta en apenas unas líneas. Esa capacidad tiene.

Se nota que la autora ha llevado una labor de investigación y documentación para plasmar en esta novela toda la información necesaria sobre el tema que trata. Además de la pasión que debe sentir por este deporte, y que consigue contagiar al lector.

Creo además que ha perfilado una historia muy apasionante y complicada de contar, y que aún sin ser seguidora fiel de este deporte, (siempre me ha llamado la atención, me parece algo tan maravilloso y complicado que en alguna ocasión me he quedado alucinada viéndolo) Erika ha conseguido adentrarme en ese mundo de la mano de Suzanne y Kolya, he hecho que me enamore este arte y vea desde otra perspectiva ese mundo y a sus integrantes. Tanto que en cuanto terminé la novela y me fui flechada a ver vídeos de patinadores, me quedé horas embobada viéndolos e imaginando ahí a Suzanne y Kolya. Enamorándome aún más de ellos. De su historia y del mensaje que la novela contiene; superación, amor y lealtad.

No tengo más que elogios para Hielo y su autora. Sin duda es una historia que se me quedará clavada y recordaré por mucho tiempo.

No me queda más que recomendarla a todo aquel que le guste leer una buena novela.

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