Crítica realizada por Mariam
Jenny St. Claire es madre soltera. Tenía apenas dieciocho años cuando conoció a Luke Sheridan, por aquel entonces un joven estudiante de medicina de buena familia. Jenny era una chica de clase humilde. Su carácter, rebelde y aventurero, atrajo a Luke, serio y responsable. Pasaron juntos un verano alocado en el que vivieron el primer amor para ambos. Pero, tras el fin de las vacaciones, y tras descubrir Jenny que estaba embarazada, llegó la despedida. Luke tenía el futuro planificado, debía regresar a la universidad y continuar sus estudios. Jenny era una maravillosa locura, pero no tenía cabida en su vida, así que le dio dinero para que se practicara un aborto. Con el corazón roto, Jenny comenzó una nueva vida... pero con Danny, su hijo.
Ahora, doce años más tarde, la tragedia llama a su puerta. Danny es un niño inquieto que conoce la historia de sus padres, pues Jenny nunca le ha mentido al respecto. Pero Danny cree que si Luke, su padre, le conociera tal vez llegaría a quererlo. Así que, a escondidas, va a buscarlo. No llega a hablar con él y en el trayecto de regreso a casa es atropellado. A consecuencia del accidente queda en coma.
La tragedia obra el milagro que Danny ha ansiado durante tanto tiempo: reunir a sus padres. Pero Luke está casado con Denise, una mujer de su clase y posición, la esposa que sus padres escogieron para él, tan diferente a Jenny, a la que nunca aprobaron. Luke nunca ha deseado tener hijos, pero ahora, poco antes de descubrir la existencia de Danny, ha descubierto que, tal vez, sí desea ser padre. A la vez, también, descubre que su esposa le ha ocultado algo vital.
Cuando descubre que tiene un hijo que podría morir sin haberlo conocido, su mundo se tambalea y cambian sus prioridades. Cuando Jenny reaparece en su vida, el recuerdo impetuoso de su primer amor despierta sentimientos y sueños que creía muertos.
Luke se persona en el hospital. Al principio Jenny está reacia a confesar la verdad, pero al fin la admite. Y el dolor por el estado de Danny los une y propicia que cada roce o caricia adquiera un nuevo significado y que aquel amor juvenil e impulsivo renazca mientras se aferran a un hilo de esperanza por la recuperación de su hijo.
Descubrí esta novela un poco por casualidad y, sólo con su título, tuve un presentimiento. Pese a ello, tengo que confesar que, mientras la leía, hice algo que hacía años que no hacía: hojear las páginas siguientes para saber de antemano qué iba a acontecer. La razón no la cuento porque desvelaría el final de la novela. Según vayáis leyendo mi opinión enteréis por qué. Pero adelantaré que descubrí hechos que, normalmente, no suelen atraparme en una novela romántica.
En El regalo de Daniel, sin embargo, he descubierto una historia dulce y emotiva, rodeada de cierto aire a cuento y a magia que, para mi sorpresa, me ha emocionado. La razón no es otra que el papel que juega Danny a lo largo de la novela. Pues, mientras está en coma, su espíritu trata de acercar a Luke y a Jenny. Con la ayuda de Jacob, un ángel de la guarda un tanto atípico, que trata que aprenda una lección, mientras se decide cuál será su futuro: ¿despertará o no del coma?
Si no hubiera leído la novela, si alguien me hubiera explicado a grandes rasgos de qué iba, tal vez, muy probablemente, no me hubiera animado a leerla. Principalmente a causa de Luke Sheridan, el protagonista. No sólo está casado, sino que abandonó a Jenny y le dio dinero para que abortara. Pero lo cierto es que, al final, y pese a todo eso que de entrada me echaba para atrás, la novela me ha atrapado de principio a fin. Tengo que reconocer que son cosas como éstas las que hacen que una historia me atrape.
Sin ser una novela de esas que te provocan mariposillas en el estómago, de esas que llegas a atesorar y sabes que leerás muchas veces, me ha parecido bonita. Ciertamente es muy sencilla, previsible incluso (más si como yo cotilleas qué va a pasar, pero en este caso no lo he podido remediar) y pese a todas las razones que en otras circunstancias obrarían para que me desagradara profundamente, no ha sido así.
Estamos ante una novela de reencuentros, de segundas oportunidades donde, a medida que van desarrollándose los acontecimientos, van intercalándose recuerdos y episodios de aquel lejano verano. Pero, realmente, la novela da comienzo con el accidente de Danny. Accidente que, de algún modo, se convierte en el punto de inflexión en la vida de todos sus seres queridos.
Es Danny quien une a los diferentes personajes que intervienen en la novela, no sólo a Jenny y Luke, sino que también afecta al resto de miembros de su familia: a su tío Matt, un ex-jugador de fútbol americano retirado con problemas de alcohol, a sus tíos Merrilee y Richard, en apariencia un matrimonio perfecto, y a sus perfectos y obedientes primos William y Constance.
A medio camino entre el mundo real y la realidad alternativa en la que se encuentra Danny, nos encontramos con una historia un tanto fantasiosa pero, a la vez, dulce. Para mi sorpresa, he pasado un buen rato. Si bien la empecé con cierta desconfianza, a veces incluso con angustia, a medida que van aconteciendo los sucesos, me ha ido atrapando la historia de Jenny, Luke y Danny. También la del resto de miembros de la familia que ven sus vidas alteradas cuando el accidente de Danny saca a la luz secretos y mentiras, sentimientos largamente callados.
Reitero que se trata de una novela sumamente sencilla, diría que fantasiosa, pero conmovedora y, al menos a mí, me ha hecho evadirme un ratito entre sus páginas.
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