Si hace dos semanas hablábamos del origen y desarrollo de las ideas, ahora es el momento de hablar acerca de cómo pasar estas a la hoja en blanco. En este oficio, al igual que en todos los demás, cada maestrillo tiene su librillo, y cada cual sabe mejor que nadie ―y, si no lo sabe, lo irá descubriendo con la experiencia― cuál es el método que resulta más efectivo en su caso.
Algunos autores dirán que el primer paso consiste en agenciarse papel y bolígrafo y empezar a escribir. Otros, optarán por buscar información que engrose su idea, planear una estructura, dar vida a los personajes, elegir los escenarios, documentarse a fondo y, una vez conseguido todo eso ―a veces, a costa de años de trabajo―, volcarlo sobre el cuaderno. A los primeros los conocemos como escritores de brújula, mientras que a los segundos los llamamos escritores de mapa. La diferencia principal entre los escritores de brújula y los de mapa radica, por lo tanto, en el grado de planificación previa de su novela.
Los escritores de brújula se caracterizan por no ceñirse a un guión preestablecido; prefieren ir hacia donde la inspiración les lleve y desarrollar la idea en su cabeza al mismo tiempo que esta adquiere forma sobre el papel. Su grado de planificación es escaso o nulo.
Los escritores de mapa, por su parte, son aquellos que prefieren tener todos los cabos bien atados antes de plasmar la primera línea. Es decir, aquellos que elaboran una exhaustiva planificación que puede abarcar desde la trama hasta los escenarios, pasando por los personajes.
Respecto a esta clasificación, encontramos que unos escritores serán más ortodoxos que otros: los hay que solo son capaces de escribir con un mapa absolutamente detallado, y también los hay que afirman no poder escribir de otra forma que no sea con la mente en blanco y brújula en mano. Sin embargo, nos vamos a encontrar que la inmensa mayoría se distribuye en un punto medio entre ambos polos, es decir, que la mayoría de los escritores parten de un guión más o menos definido y se van dejando llevar después por el instinto a la hora de realizar los cambios que consideran convenientes. O, incluso, un mismo escritor puede crear una obra basándose en un mapa y escribir otra siguiendo el método de la brújula.
Solo la práctica, la experiencia y las características propias de cada novela nos van a decir cuál es el método preferente de cada uno de nosotros, aquel con el que vamos a sentirnos más cómodos y confiados y que nos va a permitir sacar el máximo partido de nuestro trabajo.
En cualquier caso, escribir de un modo u otro va a tener unas ventajas y unos inconvenientes, por lo que se trata de una elección que no debemos dejar al azar. La repercusión sobre el resultado final va a ser enorme. Los escritores noveles, además, deben tener en cuenta que en el mapa van a encontrar un aliado fiel que les ayude a vencer sus titubeos, sobre todo cuando aún no han desarrollado esa soltura que permite detectar errores o tomar decisiones eficaces de forma automática.
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Comentarios (3)
Katon
Pero seguro que hay escritores buenísimos que de mapa nada y siguen solo a su instinto.
Interesante artículo, no me lo había planteado.
Gracias Érika
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maria angelica castro
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Malory
Aunque nunca me lanzo a escribir sin unos mínimos apuntes, soy incapaz de organizar la novela por entero desde el principio.
La documentación va sobre la marcha y la trama fluye más a o menos libremente a partir de una idea inicial que nunca desarrollo en exceso. La trama va surgiendo a medida que avanzo capítulos. :)
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