Leyendo la versión sin censuras de El pájaro espino de Colleen McCullough, he llegado a la conclusión de que, en cierto modo, me recuerda a aquel otro libro llamado En el país de la nube blanca de Sarah Lark, el cual ha dado pie a otras escritoras con libros de una temática muy similar; protagonistas que surcan los océanos hacia tierras lejanas y exóticas; tierras llenas de promesas y oportunidades que embaucan al lector en paisajes y culturas muy distintas.
En fin, mi impresión personal es que la novela landscape no ha sido descubierta por Sarah Lark y sus secuaces, sino que ha sido, más bien, redescubierta puesto que ya existía cuando no se publicaba tanto libro, ni la narrativa se catalogaba en diversas categorías. ¡Hala! Todo al mismo saco y a leer se ha dicho. Supongo que es una forma de vender un cierto tipo de contenidos -y hacer que el lector los distinga de otros a través de las características que presenta el producto-, que se ha puesto de moda como un fenómeno editorial.
No dejo de pensar que este tema es aplicable a otros ámbitos de la vida. Me explico, últimamente, por ejemplo, en el cine, se filman muchas adaptaciones literarias porque la industria cinematográfica está exenta de ideas y solo se rige por sacar a la luz productos muy comerciales que no den tiempo de cavilar a las masas.
También sucede con las modas en el vestir; cuando en los años 70 se llevaban los pantalones de campana no hace mucho se volvieron a imponer como una modernidad. Después, la moda ha vuelto a cambiar pero no para innovar, sino para rescatar otras expresiones acuñadas en los 60, diciéndonos que es una novedad, como los pantalones pitillo, que me los meto a tuerca y me marcan las mollas, ¿por qué no encontraré pantalones vaqueros que no señalen tanto mis defectos físicos? ¿Por qué en las grandes franquicias no encuentro ropa a mi medida mientras veo a las "Barbies" ponerse cualquier cosa a dos duros? No es que tenga complejos, pero no hay derecho que para poder vestir como una "Barbie", y ahorrarme unos dineritos, tenga que ir antes a la Virgen de Lourdes porque me veo negra en vestir a mi gusto sin seguir un dictamen.
Tampoco es que me deje llevar por las modas, pero yo soy de la época de la movida y lo casposo, es decir, que lo mismo otra vez nos vemos llevando las hombreras triples al estilo de los Locomía. Para las más jóvenes, o las que desconozcan su paradero, diré que los Locomía era un grupo musical de los años 80 con un estilismo muy peculiar que marcaba tendencias.
¡Joé! Si es que al final resulta que vuelve con fuerza todo lo retro pero ya remasterizado.
Resumiendo, me fascinaría que ese músculo incrustado en nuestra cabeza, y llamado cerebro, evolucionara a la misma velocidad de vértigo que lo hacen las nuevas tecnologías, más que nada para no hacerme sentir que eso ya lo he leído antes o que esta otra prenda ya me la puse en el Paleolítico.
¿Dónde está la imaginación cuando los creativos echan mano de lo antiguo para decir que es lo más "hit" del momento? ¿Qué opináis?
*Artículo realizado por Crishi
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Comentarios (7)
María del Carmen Fernández Pérez
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Elizabeth Urian
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Haley
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ELSA
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Patufet
Me parece que hay una degeneración muy grande a nivel general.
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Rocco
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Miryam
Y yo no pienso volver a la moda de "Locomía" ni muerta, que no me sientan bien las hombreras, y no hablemos de los pantalones pitillos que no puedo metermelos ni con rosca.
En cuanto a los libros, estoy jartita de tanta erótica, de tanto sado/maso y tanta tontería, y desde luego no coincido a veces con los encasillamientos que hacen de algunos libros, y es que antes sabíamos lo que nos gustaba pero ahora parece que ellos saben mejor que nosotras que es lo que nos gusta.
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