Trae la Biblia para que jure sobre ella, como hacen en las pelis de juicios. La historia que te voy a contar no solo es real, también actual. Te aseguro que lo es, aunque cuando la leas te pueda parecer cosa de hace muchos años.
Comenzaré situando la acción. El pasado invierno estuve impartiendo un curso de escritura de novela romántica. ¡Me lo pasé en grande! Pocas cosas hay que nos guste tanto a los que escribimos como desgranar los entresijos del oficio que amamos. Si, además, se tiene la enorme suerte de contar con un auditorio dispuesto a aprender y experimentar, la experiencia se convierte en algo único. También es verdad que me encontré con algún despistado al que hubo que aclararle que esto de la Novela Romántica tiene poco que ver ―al menos en un sentido estricto― con Espronceda, Byron y demás autores del famoso movimiento artístico que se extendió por Europa durante la primera mitad del S. XIX. Pero esto entra dentro de lo razonable, yo también ignoro muchas cosas de otros temas que para la mayoría de la gente son de lo más obvio. Sin ir más lejos, el futbol. Porque, a ver ¿qué narices es un penalti? De verdad que no lo sé.
Pero el caso más significativo, el que quiero compartir contigo, me lo presentó una señora de edad que me llegó a exponer delante de la nariz todo el catálogo de prejuicios que ha arrastrado la Novela Romántica, y por ende quienes disfrutamos con este género, desde que el mundo es mundo. O desde que la mal llamada Novela Rosa irrumpió en el panorama literario, que para el caso viene a ser lo mismo.
Andaba yo super metida en mi papel, explicando el ritmo narrativo y planteando consejos para trabajarlo, cuando a C., esta buena mujer que protagoniza el artículo de hoy, le dio por pedirme:
―¿Podrías poner un ejemplo utilizando el Quijote?
No me temblaron ni las pestañas ―¡Ahí, que no se diga que una no es profesional―. Ya digo que tengo la costumbre de tratar los errores de los demás con la misma naturalidad con la que afronto los propios, que no son pocos. Y así, como si tal cosa, respondí con esta dulzura que me caracteriza:
―Me va a ser un poco complicado, C. Aquí estamos hablando de Novela Romántica y Don Quijote de la Mancha no lo es.
Acto seguido hice un pequeño resumen de todo lo expuesto en la primera sesión sobre el género que nos traíamos entre manos. Fue entonces cuando a C. se le cambió el color de la cara, concretamente a uno mortalmente pálido, y con el rostro demudado preguntó con un evidente deje de terror:
―¿Corín Tellado?
El nombre salió de sus labios como Belcebú saldría del infierno.
―Por ejemplo ―admití con una absoluta falta de prejuicios a pesar de que ya empezaba a vislumbrar los de mi interlocutora. Los ojos no mienten, no señor; siempre nos dejan en evidencia ―. Corín Tellado fue una de las primeras autoras de romántica de nuestro país.
A la pobre señora la cara de circunstancias no se le pasó al oír mi respuesta, ni mucho menos. Y yo lo entendí. ¿Cómo no iba a hacerlo? Supe que acababa de confirmarle sus más espantosos temores.
―Pero esas son historias para niñas ―siguió C., quizás queriendo agarrarse a una última esperanza para no caer en histeria al comprobar que había ido a dar un nido de víboras.
―No creas ―la corregí yo, inclemente. ¡Ay que ver lo mala que soy! ―. En realidad, el público de la romántica es muy diverso. Lo mismo te encuentras a chicas de quince años que a señoras de sesenta.
¿Es necesario que diga que ella no estaba por la labor de darme la razón?
―Pueden ser libros para iniciarse en la lectura ―insistió ―. Pero luego se pasa a obras más complejas.
Aquí empecé a quemarme un poco, lo admito. Eso de “obras más complejas” me tocó la fibra. Por suerte, otra chica del grupo me tomó el relevo para reiterar a esta ilustre e ilustrada dama lo equivocada que andaba en sus juicios sobre la Novela Romántica y sus lector@s. Ni tú ni yo somos principiantes en esto de las letras, ¿a qué no?
Sin embargo, irreductible incluso tras la llegada de refuerzos, la buena de C. apostilló su teoría afirmando:
―Pero la gente que lee esos libros son personas de un cierto nivel.
El margen que marcaron sus nudosos dedos alzados en el aire delataron lo pequeñito que es el nivel que ella presupone a estos infames lectores. ¡Nosotr@s!
A su afirmación siguió un clamor generalizado, y reconozco que en medio del alboroto se me escapó un “¡pero qué nivel, hombre!” poco acorde con mi papel de responsable del grupo. No creas que soy muy visceral, para nada. En realidad, me identifico más con las de let it be que con las revolucionarias. Pero hay cosas que ni siquiera mi natural pacifista me permite tragar sin que me entre la tosecilla.
Por suerte, el episodio sucedió al final de la clase y la cosa quedó ahí. Despedí a mis chicos con una sonrisa y mis suaves maneras de costumbre. “¡Hasta el próximo lunes!”. Aunque debo decir que de C. no volví a saber nada más después de conocer la verdadera naturaleza del curso. Algo que, por otro lado, me solucionó el dilema de dar o no la voz de alarma al director, ya que la señora se me presentó sin haber sido admitida. ¡Menuda papeleta!
En cualquier caso, la mujer me dejó una huella imborrable. Hacía tanto tiempo que no me topaba personas con prejuicios hacía la Novela Romántica que, inocente como soy, llegué a creer que por fin empezábamos a evolucionar y a superar estos absurdos tabúes.
¿Qué te parece? ¿Tú también te has visto cuestionad@ por leer Novela Romántica? Cuéntame tu experiencia, así me consuelo. Ya sabes lo que dicen: “mal de muchos, consuelo de tontos” ;-p
Artículo realizado por Adriana Andivia
Copyright © 2002 - 2022 rnovelaromantica.com y elrinconromantico.com
| Aviso legal | Política de privacidad | Política de Cookies |
Comentarios (11)
Bona
responder
Anabella
responder
Sandra M
Lamentablemente podrías estar hablando del año 1999 que de hoy en la actualidad y es que personas así hay en todos los lados. Bien es cierto que llega un momento en el que ya no te inmutas, de tanto escucharlo haces oídos sordos, pero duele ver, escuchar, oír que hay gente que sigue pensando así y que rebajan a la altura del betún a las personas que leemos novela romántica. No es el único género, a las personas que leemos novela juvenil también se nos tilda de jóvenes que no saben lo que leen y si somos mayores y leemos el género nos miran con cara de locos. En fin, yo sigo teniendo fé en que en algún momento se nos vea como personas indistintamente del género de novela que leamos!
responder
Esther
responder
Sun and moon
Ejemplo : Las novelas de Nora Roberts
responder
Sun and moon
responder
Mercedes Gallego
responder
Conshi
responder
Paquita
Hay un gran prejuicio sobre este género literario, parece que sea de segunda o tercera clase, que sus lectores/as son gente que no piensa. Pero a mi me da igual; que no me quiten a mi Susan E.Phillips, Megan Hart, J.R Ward, Diana Gabaldon, Elisabeth Benavent, Mimmi Kash y tantas y tantas escritoras que voy conociendo y que cultivan este género que es tan variado como los seres humanos. Para mi son una vía de escape en muchos casos, una manera de vivir otras vidas que no son la mía.
También opino que de alguna manera, ciertos libros superventas, pienso en Cincuenta sombras de Grey que personalmente no me gusta pero he leído la serie completa, ha permitido sacar de la invisibilidad a este tipo de novelas por un buen marketing y una renovación en la estética de los libros que los hace más actuales.
Un placer leerte.
responder
Eva39
responder
Alma
Y, tozuda que es una, pensé, yo no soy catedrática pero soy licenciada. Voy a ver si paso la prueba. Leí "El beso del highlander" de Karen Moning. Y en ciertos periodos más, en otros menos, no he dejado de leer romántica hasta hoy.
Y sí, hay libros que son una basura y te sonroja pensar que los ha publicado una editorial seria y que sirven solo para calzar mesas muy cojas. Pero que me enseñen qué género literario hoy puede presumir de sacar solo joyas maestras.
Lo que no se puede hacer, desde luego, es llenarse la boca de opiniones cuando no tienes ni idea de lo que estás hablando.
Gracias por el artículo, Adriana! :)
responder