Dicen que las palabras se las lleva el viento y, sin embargo, nadie puede sustraerse a su poder y a la necesidad que siente la humanidad de expresar, a través de ellas, sus más íntimos anhelos. Vencer su efímera existencia, perpetuándolas mediante la escritura, da origen a mi reflexión de hoy: las cartas, las cartas de amor….
Su origen se pierde entre los velos del tiempo y es muy probable que, con el paso de los años, perdamos el tacto del papel que durante tantos siglos las ha acompañado. Por desgracia las nuevas tecnologías inexorablemente van encaminadas a marcar su futuro. Me provoca una inmensa tristeza la certeza de saber que, gracias a los medios de comunicación modernos, hemos perdido y perderemos millones de ellas. Al fin y al cabo, sentimental que es una, no puedo evitar sentirlas como parte de una herencia que deberíamos cuidar y transmitir a las generaciones futuras. Y es que detrás de los grandes logros de la humanidad están políticos, científicos y artistas que, al final y a la postre, no son más que hombres y mujeres con la misma necesidad de amar y ser amados que cualquiera de nosotros. Pero, ¿cómo expresaban sus sentimientos?
Las cartas de amor que un día enviaron nos ayudan a descubrirlo. Estos son algunos fragmentos de esas cartas que han llegado hasta nosotros:
«Cuanto más lejos se encuentran los polos del sol, más abrasador es el calor. Lo mismo ocurre con nuestro amor: la ausencia ha puesto distancia entre nosotros; sin embargo el fervor aumenta» Enrique VIII
«Tú quieres verme siquiera con los ojos. Yo también quiero verte, y reverte y tocarte y sentirte y saborearte y unirte a mí por todos los contactos» Simón Bolivar
«No he pasado un día sin amarte, no he pasado una noche sin abrazarte, no he bebido ni una taza de té sin maldecir el orgullo y la ambición que me fuerzan a permanecer lejos del espíritu que mueve mi vida» Napoleón
«He aprendido a decir tu nombre mientras duermo. Lo he aprendido a decir entre la noche iluminada. Lo han aprendido ya el árbol y la tarde… y el viento lo ha llevado hasta los montes y lo ha puesto en las espigas de los trigales. Y lo murmura el río…»Juan Rulfo
«Sí, estoy resuelto a vagar por ahí, lo más lejos de ti hasta que pueda volar a tus brazos y decir que estoy realmente en casa contigo, y pueda mandar mi alma arropada en ti a la tierra de los espíritus.» Ludwig van Beethoven
« Amor Mío: En cuanto nos separa un espacio, me convenzo enseguida de que el tiempo es para mi amor como el sol y la lluvia para una planta: lo hace crecer. Apenas te alejas, mi amor por ti se me presenta tal y como es en realidad: gigantesco; en él se concentran toda mi energía espiritual y toda la fuerza de mis sentidos…. Sonreirás, mi amor, y te preguntarás que por qué he caído en la retórica. Pero si yo pudiera apretar contra mi corazón el tuyo, puro y delicado, guardaría silencio y no dejaría escapar ni una sola palabra.»Karl Marx
«Cuando recibo carta tuya, todo el ensueño se disipa y la vida real se introduce en mis células. Los problemas extraños quedan borrados en mi cerebro; se desvanecen las misteriosas concreciones pictóricas de las diversas enfermedades y desaparecen las teorías vacías. Hasta ahora habías compartido mi tristeza. Comparte hoy conmigo mi alegría, amada mía, y no creas que existe otra cosa sino tú en la médula de mis pensamientos. »Sigmund Freud
«He apretado tu carta una y otra vez contra mis labios, dulcísima Helen, bañado en lágrimas de alegría o de una “divina desesperación”. Pero yo, a quien tardíamente en tu presencia, alardeaba sobre el “poder de las palabras” ¿De qué me sirven ahora? Yo puedo creer en la eficacia de las plegarias al Dios de los Cielos, yo puedo efectivamente arrodillarme humildemente, arrodillarme en esta la más formal época de mi vida, suplicando de rodillas por palabras. Todos los pensamientos, todas las pasiones, parecen ahora mezcladas en este único deseo que me consume... »,Edgar Allan Poe
Unas nacen de la esperanza y otras germinarán al perderla. Habrá las que lleguen a su destino y las que nunca serán enviadas. Muchas se recibirán sin remitente y otras no conocerán nunca el nombre de su destinatario. Y algunas, unas pocas, ni siquiera el que las siente y firma, existe o las escribió.
Entre estas últimas están todas aquellas que nos ofrece la literatura, y nuestras novelas guardan entre sus páginas un buen número de ellas. A nuestros sentidos se nos antojan reales, hermosas e inolvidables. He aquí una pequeña muestra de las cartas de amor que nos ofrece la literatura romántica:
Hasta el próximo encuentro de Karen Ranney
Fragmentos de cartas de Catherine:
“Me siento tan sola, mi amor. Los días pasan y tú no estás conmigo. Las noches transcurren y sigo sin verte. No oigo el eco de tu voz ni disfruto de tu aroma ni de tu tacto. ¿Quién manda en el cielo? ¿Puedes ver las estrellas?”
“Mi amor,
Podrías volver en otoño, cuando los árboles estén cambiando de color y las hojas caigan como una tímida llovizna. Soplará una brisa fresca y el cielo exhibirá un color azul cristalino como si exhalara el último suspiro de tiempo apacible. Regresa en otoño, mi amor.”
Carta de Harry a Catherine:
“Me veo obligado a devolverte todas estas cartas porque, como creación tuya, me han dado siempre mucha paz y tranquilidad.
Cuando estaba solo en Norteamérica, estas cartas eran lo que más valoraba en el mundo. Las leía una y otra vez y las acabé memorizando. Me enamoré de la mujer que las escribía. Y eso, mi preciosa Catherine, fue mi gran error.
Durante estos meses contigo me he podido dar cuenta de lo pobres que eran estas cartas. No eran capaces de evocar tu risa, ni el brillo de tus ojos. No resumían ni la mínima parte de tu bondad, de tu tremendo carácter, de tu expresividad o de la manera que tienes de expresar tu enfado con una sola mirada o cuando pones los ojos en blanco.
Me enamoré de tus palabras e inmediatamente después me enamoré de ti.”
Olivia y Jai de Rebecca Ryman
Carta de Jai a Olivia:
"En una ocasión te dije que yo era débil y te reíste. Cuando leas esto, ya no dudarás de mí. Si no fuera yo un cobarde te ahorrarías el sufrimiento de tener que leer estas palabras en una carta. En vez de ello, estarías rodeada por mis brazos, envuelta por mi ternura; tus oídos estarían pegados a mi corazón, escuchando atentamente su lenguaje, percibiendo los sonidos del amor, que están por encima del verbo, más allá de las palabras huecas elocuentes en su silencio. Yo no te estaría suplicando perdón por lo insuficiente de estas frases patéticas tras las que me escondo porque no tengo valor para mirarte de frente. Y sé que en alguna parte de tu corazón estarías convencida de que te amo en contra de los dictados y los límites de toda razón.
[...] Dondequiera que yo voy, mi bella inocente, tú vienes conmigo, invisible y silenciosamente pero siempre a mi alcance, donde yo puedo tocarte. Dentro de seis meses estaré de vuelta. Debes prepararte a recibir un hombre extenuado por tu pérdida, un hombre más incompleto que ahora. En su arrogancia suprema, este hombre creerá que sigue siendo amado. En su abyecta humildad, sabrá que no es porque se lo merezca, sino porque a ti te sobra generosidad para perdonar.
Te hiero, hago grandes demandas y no explico nada. Desvergonzadamente, no te ofrezco nada a cambio excepto todo lo que soy y lo que tengo, y un amor inconmensurable. Me asombro ante tan patética recompensa... ¿Puede ser algún día suficiente para ti? La razón pura me dice que lo que espero es demencial, pero el instinto egoísta me aclara que no lo es. En mis horas sombrías me agarro con temor a tus temerarias promesas, a tu firmeza de confiar en mí, sin importarme más. Te llevo conmigo, siempre. Me alejo navegando, pero yo me quedo aquí."
Tuya hasta el amanecer de Teresa Medeiros
Carta de Gabriel a su esposa
16 de diciembre de 1809
Querida Lady Sheffielfd,
[...] Hace tiempo me preguntaste si te seguiría queriendo cuando tus labios estén fruncidos por la edad y tus ojos apagados. Puedo asegurarte que te seguiré queriendo cuando sólo me queden fuerzas (y pocos dientes) para mordisquear esos labios. Te querré cuanto tus huesos estén los bastantes afilados para clavarse en mi cuerpo. Te querré cuando la luz de mis ojos se apague para siempre y tu dulce cara sea lo último que vea. Porque soy y siempre seré…
Tu fiel esposo,
Gabriel.
Cartas a Kelly de Suzanne Brockmann
Querida Kelly:
Si por mí fuera, estaría contigo ahora, en lugar de encontrarme en mi despacho, sentado, comtemplando la oscuridad de la noche a través de la ventana abierta y anhelando tu contacto.
Te deseo.
Quiero sentir tus labios en mis labios, tu cuerpo contra mi cuerpo. Quiero unirme a ti, perderme en ti, quemarme en ti.
Estar tan cerca es el cielo y el infierno al mismo tiempo, pero no romperé tus normas, de modo que tampoco pronunciaré las palabras que querría pronunciar, no te diré lo mucho que te amo ni te demostraré hasta qué punto te quiero, abrazándote y haciéndote el amor.
Sin embargo, escribo estas palabras con la esperanza de que las leas y me concedas la oportunidad de ganar tu corazón.
Te amo,
Ty
Perfecta de Judith McNaught
Fragmentos de la carta de Zack a Julie
“Te amo, Julie. ¡Dios, te amo tanto!
Renunciaría a mi vida entera con tal de tener un año contigo. Seis meses. Tres. Lo que fuera.
Me robaste el corazón en pocos días, mi amor, pero me diste el tuyo. Sé que lo hiciste…lo veía en tus ojos cada vez que me mirabas.
Ya no lamento haber perdido la libertad, ni me enfurezco ante la injusticia de los años que estuve encerrado en la cárcel. Ahora lo único que lamento es no poder tenerte a ti. Eres joven y sé que me olvidarás con rapidez y seguirás tu propia vida. Eso es exactamente lo que deberías hacer. Es lo que debes hacer. Quiero que lo hagas.”
Te amo, Julie. Te amé en Colorado. Te amo aquí, donde estoy. Te amaré siempre. Esté donde esté. Siempre.”
Las cartas de amor son uno de los mejores recuerdos que puede atesorar el ser humano. A través de esas hojas amarillentas por el paso de los años, podemos volver a vivir, sentir y escuchar las palabras del ser amado. Cuántas lágrimas, cuántos abrazos, cuántos besos se habrán derramado en ellas…
¡Benditas sean!
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Comentarios (25)
Ari
Además el artículo me ha traído a la memoria una noticia que leí hace poco sobre una carta de amor encontrada en Toledo al hacer una reforma, y fechada nada menos que en el año 1700. Estaba escondida detrás de una viga y en ella, un caballero le decía a su amada: "yo nací para servir a vuesa merced, y no para mandarla..."
Es sencillo, pero trescientos años después a mí aún me emociona.
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rociodc
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Lucia
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Savannah990
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Rosita
Lástima que pocas personas escriben cartas de amor, aunque me consta todavía se siguen escribiendo, aunque ya no se envien por correo.
Saludos
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LETRA ESCARLATA
Johann Christoph Friedrich Von Schiller,poeta y dramaturgo alemán escribió muchas cartas de amor a su esposa Lotte von Lengefeld y uno de sus finales apasionados eran así:
"Podrías entregarte a otro,pero nadie te querría más pura y totalmente como yo.
para nadie como para mí sería y siempre será más sagrada tu felicidad.Toda mi experiencia,tod o lo que alienta dentro de mí,todo lo más preciado,a tí te lo consagro.Y si trato de engrandecerte,e s para merecerte más,para hacerte aún más feliz.".
El filósofo Voltaire tambié escribió a Madame Denis y terminaban con un afecto precioso como:
"Los placeres sensuales llegan y se van en un abrir y cerrar de ojos,pero la amistad entre nosotros,la confianza mutua,los deleites del corazón,el embeleso del alma,no perecen ni jamás podrán ser destruidos.Te amaré hasta que muera."
Me ha encantado este artículo y me he sorprendido al buscar cartas escritas con el corazón y he tenido que dejar algunos finales felices porque sin amor no tendríamos felicidad.Un besote.
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marivi
Totalmente de acuerdo amiga.
Preciosa esa selección de escenas o fragmentos de cartas.Besosss
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Pandora
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Reyna
Gracias =)
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Mercedes Crowe
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sandrayruth
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kkekka
Existen muchos libros recopilando cartas de amor que nos invitan a introducirnos en la intimidad de parejas conocidas historicamente. En algunos casos son pequeñas joyas literarias que nos ponen los pelos de punta y que nos recuerdan que el amor realmente puede ser expresado de manera hermosa en el mundo real, no solo en nuestras novelas.
De nuevo gracias por el artículo.
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Katemoon
Carta de Gabriel a su esposa
16 de diciembre de 1809
Querida Lady Sheffielfd,
"[...] Hace tiempo me preguntaste si te seguiría queriendo cuando tus labios estén fruncidos por la edad y tus ojos apagados. Puedo asegurarte que te seguiré queriendo cuando sólo me queden fuerzas (y pocos dientes) para mordisquear esos labios. Te querré cuanto tus huesos estén los bastantes afilados para clavarse en mi cuerpo. Te querré cuando la luz de mis ojos se apague para siempre y tu dulce cara sea lo último que vea. Porque soy y siempre seré…
Tu fiel esposo,
Gabriel."
Me he emocionado como niña con este gran artículo que han hecho, definitivamente movieron mis cimientos, porque se lo han currado preciosamente, es para felicitarlas, aplaudirlas, agradecerles...
Recuerdo que mi primera novela, a los 10 años, algo romanticona pero muy inocente, era de género epistolar!
Hoy, tengo una caja de madera con 78 (las he contado!) cartas de mi novio, sin contar las dedicatorias en los libros. Y estaba yo internada sin poder ver a nadie, y él dejaba una carta por día en el sanatorio.
Podrán imaginar que ese amor traducido en palabras y tan exquisitas, me fueron ayudando a recuperarme.
Nunca los sentimientos expresados en puño y letra, con el revoltijo en el estómago, buscando la palabra más adecuada para describir un sentimiento, con la mano temblando por los nervios y la emoción, se podrá comparar con un mail...
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Katon
Las cartas, pueden llegar a decir tanto, a guardar tantos sentimientos en las letras que las componen, una breve carta puede hacer que nos emocionemos, acelerar nuestro corazón, alegrarnos o hacernos llorar....
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marite
Que bonitas cartas de amor habéis puesto.
A mi hay una que me encanta y es la de Persuasión,la que escribe el capitán Wentworth a Anne Elliot.
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Eloisa
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Lola Rey
Besos y gracias por el artículo.
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Miryam
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ELSA
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Mercedes
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MaRtA_11
Totalmente de acuerdo con el artículo.
Gracias por hacerlo y colgarlo.
Besitos.
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Gwen
La selección es perfecta, pero yo añadiría el poema que McKenna le escribe a Aline en la Antigua Magia, aunq no sea propiamente una carta:
"Ni las arenas del desierto plano, ni las alturas de los montes escarpados, ni el azul del océano salado,
Ni las palabras, ni las lágrimas, ni los temores silenciados, impedirán que vuelva a tu lado.."
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eli
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Camel3
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anasy
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