Requisitos deseados en el ser amado.-
Uno de manera individual podría encontrar la belleza en alguien, mientras que otro podría sentir disgusto frente a ese misma persona.
En tanto la tradición ha prohibido a las mujeres una ilimitada capacidad de elección, que sí disfrutan los hombres, la naturaleza les ha obsequiado con una gran flexibilidad en su gusto.
Dedicar buenas palabras y elogios sin sentido con excesiva frecuencia seducen y burlan la honradez, mientras que un enamorado sincero no dudará en decir a una mujer sus errores en lugar de lisonjear su vanidad , pero tratando de excusarlos.
Un hombre con sentido común y entendimiento nunca presumirá de un comportamiento indebido hacia una mujer.
La belleza personal es pasajera y efímera; permanece durante poco tiempo, y como una flor, florece durante una corta temporada. Los adornos interiores de la mente son más duraderos y resistentes.
No debe existir una gran disparidad en las edades de los enamorados; si el hombre tiene casi el doble de edad que la mujer, pronto será un hombre mayor; diez o doce años son comúnmente considerados una diferencia no muy importante en la parte de los caballeros.
Gran parte de la infelicidad proviene frecuentemente en el estado del matrimonio, como resultado de un sórdido y egoísta deseo de riqueza.
Muchos padres a menudo se entregan a sí mismos y convierten las vidas de sus hijos e hijas en miserables al persuadirlos e incluso impulsarlos a un matrimonio por dinero.
Los requisitos esenciales en un enamorado son:
-Una persona afable.
-Modales consumados.
-Dulzura de disposición y temperamento.
-Que carezca de frivolidad y cualquier otra característica rayana al ridículo.
-Una reputación inmaculada.
-Una mente repleta de principios virtuosos.
Con una pareja de este tipo, nadie debe temer aventurarse en la corriente del matrimonio.
Flirteo en general para los enamorados.-
Existe una considerable distinción entre el flirteo y el amor. En el amor se impone nuestra naturaleza y se purifica; el flirteo la nubla y envilece. El amor es aquello que sentimos por una personal en particular, por cuyo bien seríamos capaces de abandonar cualquier otro propósito, y lo haríamos alegremente.
Un hombre que flirtee nunca será un amigo de verdad ni un enamorado sincero; nunca dará ni sabrá recibir una satisfacción duradera.
Sus placeres y lisonjas son poco interesantes, porque considera a cualquier mujer como el paso a la siguiente y no a ella en sí misma, y si fuera posible para él hacer que todas se rindieran a sus pies, se lamentaría de no tener más féminas a las que conquistar.
El hombre que obtiene el favor de la mujeres en general, raras veces merece la pena para una en particular.
Ningún aviso evitará que estos hombres de comportamiento poco serio continúen con sus triquiñuelas, deben ser ignorados por su propia experiencia.
Es una verdadera lástima, que estos individuos hayan perdido el sentido de la vergüenza, y deseen triunfar sobre la confianza y candidez de la mujer. A tales hombres con frecuencia se les conoce por presumir de sus premios y convertirse en los hazmerreír de los demás.
El amor verdadero solo arde puro donde hay virtud y excelencia en su combustible. Pronto se ahogará y perecerá, si depende únicamente del placer derivado de exhibición de gala transitoria y vanidosa.
Coqueteo.-
De todas las personas a las que observaremos, los más repugnantes son las mujeres modernas que coquetean.
Ellas quizá no tengan una conversación de manera respetable, y probablemente no habrán leído o reflexionado lo suficiente.
Buscar un personaje literario no es del gusto de una coqueta: ella leerá, si el libro es un tratado sobre lavados o cosméticos, o si espera encontrar en sus páginas algún consejo que le preste ayuda en su siguiente intento de flirteo.
Ella examinará detenidamente una novela extravagante, o un romance, porque, al hacerlo, quizá se embeba del espíritu de la caballería, y coseche una lección sobre la conducta de los protagonistas de la trama, y como ajustarlos a su propio comportamiento, y así reproducirlos de la forma más atrayente y fascinante. Su admirador entonces le tiene su corazón abiertamente y se convierte en un ¡estúpido y desagradable adulador!
La vida de una coqueta que hace alarde de ello, un una continua escena de engaños y estratagemas. Aquellas pocas cualidades que pudiera tener para ser una buena ama de casa economizadora, no son precisamente las más importantes en sus pretensiones.
Para su escala de valores, una vida doméstica es odiosa; y abandona la sobriedad y la diligencia de su hogar, para flirtear con regocijo en la opera, los viales, las mascaradas, las reuniones sociales, con otras mil formas de diversión, en las que puede mostrar sus debilidades, y dejar que la multitud que le rodea contemple sus acciones.
Llena de intrigas, engaños, e hipocresía, finge con unos lo que disuelve con protestas frente a otros al momento siguiente, y en consecuencia se burla de todos, pues ninguno conoce de su falta de criterio.
Su frivolidad con uno, desata fuertes emociones en otro; y así ella se siente poderosa, y en su placer ensarta a las mentes ligeras de varios caballeros.
Una conducta holgada, excesivamente jovial en una mujer, exhibe poco respeto a todas aquellas características que deberían hacerla amable a los ojos de los demás, especialmente en los deberes de una esposa, una madre, una hija, una hermana o una amiga.
Los hombres son coquetos, los verdaderos afectos pueden convertirse para ellos en un deporte; los pensamientos románticos y algo salvajes deben ser apreciados.
Una esposa frecuentemente ha tenido que lamentar su condición, pero nunca pronunciar amargas quejas.
Un marido demasiado complaciente, terminará por promover una esposa impertinente; pero a no ser que él sea un monstruo, con un temperamento dulce sobre su esposa esta se restaurará y pronto o tarde el buen ambiente triunfará.
Conclusiones.-
El amor crece de manera repentina, sin previo aviso: una mirada, un mirada en la forma justa, nos fija y nos determina. La amistad, por el contrario, se forma a lo largo del tiempo, es un proceso largo que crece a través de muchos meses de confianza.
Nada hace a una mujer más estimada por el sexo opuesto que la castidad. La primera y más importante cualidad en una fémina es la dulzura en su temperamento.
A la dama no se le dio la persuasión para que fuera hosca.
Ella no fue hecha débil para ser arrogante.
No se le concedió una voz dulce para que la empleara en regañinas.
No fue provista de delicadas características para que la ira se las cambiara.
Continuará...
*Artículo realizado por Ruth M. Lerga
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Comentarios (11)
Camila Winter
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rociodc
Que razon llevais todas...
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Miryam
" El hombre que obtiene el favor de la mujeres en general, raras veces merece la pena para una en particular". Muy bueno.
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Katon
Si las mujeres de esa época solo se hubiera casado con hombres con reputación intachable y los cuales nunca flirtearon con las damas, no tendríamos la gran mayoría de las novelas románticas, jeje.
Gracias Ruth por el artículo. Fantástico, como siempre
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Ruth M Lerga
Ufff, qué aburrido. No me extraña que nuestras protas los prefieran calaveras. Empiezo a entender que quizá no sea un tópico, y que todo tenga un porqué, jijiji.
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Aysha
No quiero ni pensar si me traslado hoy día a esa época...¡seré un paria social! jiji
Besos
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Sandrayruth
Muchas gracias!!
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Mary Jo
De todas formas la próxima vez que caiga en mis manos una revista de modas o un Cosmopolitan, como dice kkekka, me sentiré la coqueta mas casquivana del reino.
Mientras tanto guardaré mi dulce voz y mis características delicadas a la espera de la continuación de este fabuloso articulo.
Un gran trabajo Ruth, gracias por esta joyita
besos
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kkekka
¿Que pasaría si mandáramos en una máquina del tiempo un Cosmopólitan?
La verdad es que si se analizan las normas sociales hombre-mujer de cada época se descubren cosas realmente curiosas. En algunas nos hemos alejado, pero en otras no tanto (y en algunos pensamientos, poco).
Gran trabajo, desde luego. Maravilloso, como siempre una maravilla leerte.
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lolailo
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Mara Oliver
mil besos!
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