No me siento como una heroína de novela romántica a punto de ser secuestrada y menos aún de ser rescatada por un atractivo calavera. No he montado a caballo jamás en mi vida, ni lo voy a hacer por miedo a romperme la crisma aun sabiendo que en Garden Hall me espera lord Estirado para pedirme en matrimonio, y ya me pueden poner todos los picaderos del mundo y los mejores instructores de equitación que aquí, la menda, como no vaya con tracción a cuatro ruedas no mueve el body sin antes pedir permiso al movimiento se demuestra andando. Tampoco voy a ser objeto de disputa entre el poderoso duque de Hastings y el licencioso duque de Fairfax porque si bien los dos contendientes están en la misma escala nobiliaria, no es oro todo lo que reluce, además, los nobles, ¿no os suenan a añejo? Prefiero un pugilato entre banqueros que va más en consonancia con los tiempos que corren. No voy a contraer matrimonio de conveniencia ya que en pleno siglo XXI este tipo de arreglos no están de moda, y menos tener hijos como aquella que, sin haber conocido los placeres de la carne, pone huevos habiendo sido "pisoteada" previamente por un varón. ¡Ni que yo fuera plumífera! Men sana in corpore sano, y prometo con la mano puesta sobre la Biblia que esto va a misa. Amén.
Os preguntaréis el porqué de esta parrafada, todo tiene su sentido contrapuesto. Hay veces que me gusta leer novela romántica con los pies bien afianzados en el suelo por si lo que leo me hace tambalear el tuétano hasta llegar a perder el equilibrio. Este tipo de lecturas las asocio más con la novela contemporánea por su cercanía sobre algunas situaciones, entre otros aspectos. Sin embargo, también me he encontrado con tesituras que son inaccesibles a mi cuerpo serrano, es decir, que no me van a suceder en mi puñetera existencia (ni falta que me hacen) pero que igualmente disfruto de ellas, que quede claro como agua de manantial.
Sí, es cierto que cuando estoy enfrascada en mis lecturas quiero romper con las cadenas que me atan a una realidad absorbente para sentirme lo más cómoda posible, pero si hay historias que se alejan de la artificiosidad, que por regla general es la causante de hacer volar mi imaginación hacia un mundo de sueños inalcanzables, entonces, la necesidad de sentirme identificada con mi entorno a través de la lectura es tan natural como saber que hay otros seres que comparten mi misma situación y mis mismas experiencias.
No puedo evitar el leer aquellas novelas cuyos argumentos sé que abordan asuntos con los que en mi vida privada tengo una total implicación en ellos y por consiguiente con conocimiento de causa, aun corriendo el riesgo de que durante su lectura mis posaderas se remuevan en su tumba por la inexactitud del tratamiento o, por el contrario, aseverando con mi testa la precisión del contenido y la afinidad que me une a los sentimientos expresados en la historia.
Cuando leo novela romántica no busco identificarme con nada en concreto, solo quiero leer, leer y leer sin bajar de la nube que me sostiene, pero si me tengo que apear en la estación de la vida recojo mi maleta rebosante de sentimientos quiméricos y lo hago sin chistar. Después de todo somos humanos y al final la realidad supera la ficción.
No soy una heroína de novela romántica, por la gloria de mi madre.
Y vosotras, ¿os gusta ser la heroína de una novela romántica o de vez en cuando os dejáis llevar por historias más terrenales al común de los mortales?
*Artículo realizado por Crishi
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Comentarios (10)
merce
Un artículo muy bueno crishi.
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Bona Caballero
1) Si estuviera a punto de ser secuestrada, me daría tal ataque de nervios que el delincuente desistiría del pollo que le montaba;
Eso sí, una vez secuestrada, que me rescate quien quiera, sea o no un guapo calavera. Hasta Torrente apatrullando la ciudad. Y cuanto antes mejor.
2) ¿Caballos? Estoy firmemente en contra de toda explotación animal. Ellos allí, que vivan su vida; y yo aquí, viviendo la mía. Si tuviera que montar uno... probablemente me diera otro ataque de nervios y el animal saldría galopando;
3) Si Lord Estirado me propusiera matrimonio miraría detrás de mi a ver con quien estaba hablando. No, en este caso no me daría un ataque de nervios, sino de risa.
4) Lo mismo para el caso de que dos nobles se me disputaran, más que nada porque nobles españoles me suenan a casposillo, a kilómetros de dehesa salmantina o manchega o cortijo andaluz y "Los santos inocentes", o sea más bien no.
5) Lo del matrimonio de conveniencia, obviamente no, porque suele ser la conveniencia de otros, no la de la mujer.
En resumen, la romántica está bien, pero no es más que entretenimiento. Como un video juego o una de ciencia ficción. ¿O es que os creeis que todo el que juega Black Ops querría enfrentarse de verdad a un terrorista?
La vida de verdad, que sea más tranquilita y prosaica.
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Aspasia24
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Miryam
Yo tampoco me veo paseando temprano por High Park a caballo pero si me viene el duque a buscar en su tilburí no le voy a decir que no :-)
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Mary Jo
Yo leo por divertirme, no por imitar un comportamiento, tengo claro que lo que mis libros me cuentan en la vida real no lo aceptaría jamás.Me encantan las novelas históricas, pero por nada del mundo viviría en esa época, sin antibioticos, sin desodorante nanay.Esos hombres arrogantes, posesivos y autoritarios les daría yo para el pelo.
Sin embargo si soy una heroina. Si tenemos en cuenta que para sobrevivir en este mundo hay que ser heroés, Yo lo soy, la heroína de mi propia vida y la escribo diaríamente.
gracias por el artículo.
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crishi
Gracias primor
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Sandrayruth
Muchas gracias por el artículo Crishi!! Muy bueno, me ha encantado!!
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Dougless
¡Muy buen artículo Crishi! Como siempre es un gusto leerte.
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rosamoni
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Anasy
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