Ya sea porque la protagonistas femenina se disfraza de hombre o porque dependiendo de la época en la que está ambientada la historia ya las más atrevidas eran capaces de ponerse un pantalón, lo cierto es que esta prenda de vestir asoma tímidamente en más de una novela romántica. Así que me ha parecido interesante ahondar un poco más en este tema y para ello creo que debemos saber algo sobre Amelia Jenks Bloomer.
Su imagen no es como para pensar que esta mujer fuera la causante de que ahora la mayoría de las mujeres llevemos pantalones. Pero lo fue. Y yo debo decir que estuvo acertada (al menos para mí), porque los pantalones evitan el uso de medias (que odio) y algunos otros refajos incómodos.
Amelia nació en Homer, Nueva Cork, allá por el año 1818. Aunque no era una jovencita cuando contrajo matrimonio con Dexter Bloomer, haciéndolo con 22 años cuando en ese tiempo se casaban antes, tuvo la suerte de desposarse con un hombre de miras abiertas, de los que pensaban que una mujer no tenía porqué ser inferior al varón y debía gozar de todos los derechos. Fue este abogado, llegado al mundo en una familia de cuáqueros, quien la animó a defender sus ideales dándole pie a que publicara lo que pensaba en el diario de su propiedad The Seneca Falls Courier. Sí, la apoyó para que escribiera, para que formara parte de organizaciones feministas, para que participara en la Seneca Falls Convention de 1848, una asamblea donde se defendieron los derechos de la mujer y que dio como fruto un escrito conocido como Declaration of Sentiments.
De Drexter podrían aprender mucho unos cuantos ceporros, no me cabe duda.
Alentada por su esposo y ayudada por sus amigas Elizabeth Cady Stanton (activista y abolicionista), y Susan Brownell Anthony (feminista que viajó por Estados Unidos y Europa dando casi 100 discursos por año), sacó su propio periódico: The Lily. Únicamente dedicado a las mujeres donde se hablaba desde moda hasta política.
Y fue en este periódico donde, en 1850, presentó una nueva moda para las mujeres que iba a dar mucho que hablar, que cabreó y en gordo a los más estrechos de mente, hizo sufrir algún que otro desmayo a algunas matronas y correr ríos de tinta.
Sí, señoras mías: acababa de nacer el pantalón bombacho. Una prenda cómoda que se adecuaba más a las nuevas actividades de las mujeres, que se parecían a los utilizados por los turcos y que se ponían debajo de una falda corta que permitía verlos. Todo un escándalo, ya imaginaréis.
De ahí a que usáramos vaqueros, quedaba un paso. Largo, pero un paso.
¿Cuántas damas se atrevieron a ponerse esa prenda? Pues muchísimas, sin importarles que intentaran dejarlas en ridículo o les regalaran adjetivos nada caballerosos. Era un modo de plantarle cara a una sociedad arcaica donde las mujeres debían ir encorsetadas, tapadas hasta los pies y dedicarse exclusivamente a labores femeninas mientras los varones campaban a sus anchas. Un modo, en resumen, de decir: aquí estamos nosotras y cuidado que vamos a por todas.
Sin embargo, qué curioso, fueron las propias feministas las que dejaron de lado el pantalón bombacho creyendo que los hombres no tomarían en serio sus reivindicaciones.
¿Qué pasó entonces?
Que llegaron las bicicletas y con ellas resucitó esta prenda en 1890. Porque a ver quién era la guapa que se montaba sobre dos ruedas con aquellos vestidos. Y de paso, se fue al garete la falda que se superponía a los bombachos. ¡A pelo, qué narices! Pantalón y chaqueta, como estaba mandado. Y si a algunos varones les daba un soponcio, peor para ellos, que sacaran las sales. Ya estaban bien de tanta chorrada.
Amelia, por tanto pudo ver el triunfo de su inestimable innovación a la moda antes de fallecer a finales de 1894, no está muy claro si fue el 30 o 31 de diciembre.
Posteriormente, su marido publicó "La vida y los escritos de Amelia Bloomer".
No puedo por menos que agradecer a Dexter su manera de pensar, avivando la llama de la igualdad entre hombres y mujeres. Espejo en el que deberían mirarse unos cuantos tipejos que se creen modernos.
Un brindis por esta pareja que dejó huella en la Historia.
*Artículo realizado por Nieves Hidalgo
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Comentarios (20)
Montse
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Cynthia HJ
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yosoy
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Rociodc
Gracias Nieves por el artículo. Me ha encantado!
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Dougless
Gran artículo y me ha llamado la atención que fuera por la bicicleta por lo que "resurgieron" con fuerza.
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Loreena
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Roxana
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María del Carmen Fernández Pérez
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Cristina Sánchez
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Cintia
Yo les doy las gracias.
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Luciago
Da gusto saber que la libertad que tenemos ahora las mujeres, se la debemos también a algún hombre de miras abiertas. Muchas gracias por la información. Me ha encantado el artículo.
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Silvia77
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Rosa Ramos
Gracias a Nieves Hidalgo por subirlo y compartirlo con nosotros y, por supuesto, gracias a Amelia Bloomer por luchas para que los pantalones fueran válidos para todos ¡Menos mal!
También, destacar la mentalidad abierta de su marido ya que, gracias a el, Amelia pudo dar a conocer muchas de sus ideas.
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Patriki
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Mar
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crishi
Pues muchas gracias a esta señora, porque yo también odio las medias y refajos.
Me ha encantado el artículo.
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Katon
Es curioso que tardara algunos años hasta que se popularizó, y gracias a la bicicleta!
Yo pensaba que las feministas habrían aprobado esa manera de actuar.
Un artículo muy educativo e interesante. Y las imágenes que lo acompañan son el complemento perfecto, yo no había visto cómo eran esos pantalones con las faldas "cortas"
¡Bravo por Amelia Bloomer!
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Jane
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Andycon
No tenía idea del origen de los pantalones femeninos, aunque sospechaba que tendría que ser invento de algua dama osada, lo que me sorprende y gratifica al mismo tiempo es enterarme del gran apoyo que esta mujer recibió de su esposo. Bravo por Don Dexter!!!!!!!!!!!!! Y por supuesto también para Doña Amelia!!!!!!!!!!!!!!!!!
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Malory
Gracias, Nieves :)
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