AMORES REALES: Carlos I e Isabel de Portugal
Casi siempre leemos sobre amores de ficción. Y aunque el amor es de lo más democrático que existe, no sé por qué (o sí, y quizá podríamos charlar sobre ello algún día) solemos tener debilidad por las historias que atañen a nobles, reyes o princesas. El romance entre Carlos e Isabel encaja en las dos acepciones de la palabra, sus protagonistas pertenecieron a la realeza y su historia de amor fue real.
Carlos I de España y V de Alemania nació en Gante el año 1500. Su padre era Felipe el hermoso y su madre, Juana la loca. De sus abuelos paternos recibió Flandes, Austria y el título de emperador del Sacro Imperio Romano Germánico; y de los maternos, Castilla, Navarra, Aragón, las Indias, Nápoles y Sicilia.
Se crio en Francia, alejado de sus padres y de las costumbres de Castilla. Aunque su abuelo se encargó de enviarle un preceptor español, a su llegada a la corte en 1515 aún no dominaba el castellano. En 1516 y casi a regañadientes, Fernando el católico lo designa Gobernador de Castilla en representación de su madre Juana (reina pero inhabilitada y encerrada en el castillo de Tordesillas por orden de su propio padre y más tarde de su hijo). Pocos meses después Fernando muere y Carlos hereda también el reino de Aragón. Durante estos años de juventud se le conocieron al joven emperador numerosos amoríos de los que nacieron al menos cuatro hijas naturales y reconocidas. La primera con la reciente viuda de su abuelo Fernando, Germana de Foix, la joven doncella con la que el rey había contraído nupcias en un intento tardío e inútil por evitar que Carlos le heredase. Lo que se dice todo un desquite del nieto hacia su abuelo.
Una vida licenciosa y en la que no faltaban los excesos (lo normal, vaya), pero la actitud de Carlos cambió radicalmente cuando conoció a Isabel de Portugal.
Conforme a lo habitual en la época, la política de alianzas determinaba los enlaces. En principio el matrimonio de Carlos estaba previsto con María Tudor, hija de Enrique VIII y Catalina de Aragón, pero María tenía solo 6 años y la necesidad de asegurar la sucesión era demasiado importante, imposible esperar tanto. Isabel de Portugal era la mejor alternativa, su dote era muy generosa y la unión reforzaba los lazos entre los reinos peninsulares. Como Isabel y Carlos eran primos carnales (sus madres eran hermanas) fue necesario pedir dispensa al Papa. Este la concedió y la boda se realizó por poderes. Isabel tenía veintitrés años y Carlos veintiséis.
Una vez arreglados los papeles, Isabel viaja a Sevilla. Ocho días después llega el rey. La ciudad lo recibe engalanada. Carlos tiene un breve encuentro con Isabel (hasta ese momento no se conocían) y decide que ese mismo día se realice la ceremonia. A las doce de la noche se celebra la misa y a continuación y sin más tardanza se consuma el enlace.
«En su cámara, se acostó la emperatriz, e desque fue acostada, pasó el emperador a consumar el matrimonio como católico príncipe»
Cuentan que Carlos cayó fulminantemente enamorado de Isabel y que el sentimiento era correspondido por ella. Sevilla les resulta demasiado cálida para su ya ardiente amor y los reyes se trasladan a la Alhambra de Granada. Las crónicas dicen que la emperatriz dormía cada noche en los brazos de su marido y que en ocasiones no salían de sus aposentos hasta que ya era de buena mañana. Al poco tiempo Isabel quedó encinta de su primer hijo, Felipe II.
Llegaron a concebir cinco hijos más, aunque solo tres sobrevivieron y fue el nacimiento prematuro del sexto lo que llevó a Isabel a una muerte temprana cuando tenía treinta y seis años. Dicen que hasta ese fatal desenlace su convivencia fue dichosa a pesar de sus responsabilidades y de los numerosos conflictos por lo que atravesó su reinado. Carlos fue el último rey castellano que estuvo presente en un campo de batalla y estuvo en muchos. Buena parte de los trece años que duró su matrimonio tuvo que pasarlos lejos de su esposa. En su ausencia Isabel actuó como gobernadora y regente. Fue una buena reina, una mujer que reunía todas las virtudes que se valoraban en la época, hermosa, culta, prudente, responsable y sufrida, con un alto sentido de la obligación y el deber. Dicen que Carlos la adoraba y también que no era el único. Es conocida la historia del caballero Francisco de Borja, que acompañó el cuerpo de Isabel hasta su última morada.
Cuando se le pidió confirmación de que el ataúd que entregaba era el de Isabel, Francisco, muy afectado, afirmó que no podía jurar que aquella fuese la emperatriz, pero que sí juraba que aquel era su cuerpo y declaró:
«Jamás volveré a servir a amo que se pueda morir»
La devoción respetuosa de Francisco de Borja se encauzó en vocación religiosa. También Carlos ingresó por un tiempo en el monasterio de Santa María de la Sisla en Toledo, y sus allegados aseguraban que si no se hubiese debido antes que nada a sus obligaciones habría tomado la vida monacal. De hecho no volvió a contraer matrimonio, algo más que raro para un monarca de su tiempo, pensemos si no en Enrique VIII y sus ocho mujeres. Y cuando abdicó en su hijo Felipe en el año 1556, ya cansado, enfermo y triste, se retiró al monasterio de Yuste en Cáceres.
En Yuste se puede visitar el antiguo palacio de Carlos I. El edificio está restaurado y las estancias se encuentran decoradas conforme a lo que describían los escritos de la época. En el dormitorio, sobrio y sencillo, se encuentra la reproducción de un cuadro cuyo original se perdió, pero una copia realizada por Rubens aún puede admirarse en el Museo del Prado. Carlos se lo encargó a Tiziano, el pintor que mejor le retrató. Ya años antes, le había pedido que realizase un retrato de Isabel. Para entonces la reina ya había fallecido y las únicas imágenes que se conservaban no hacían justicia a su belleza. Tiziano, dando muestra de su maestría, realizó uno que consiguió captar el alma y la discreción de Isabel tal y como Carlos la describía. En esta otra ocasión, le hizo también un pedido muy especial, debía retratarlos a los dos. Pero igual que los años habían pasado para Carlos, también en el retrato debían haber transcurrido para Isabel, como si hubiesen vivido y envejecido juntos. Tiziano obedeció y esa fue la imagen que durante su retiro en Yuste vio el emperador cada mañana al despertar.
Porque dicen que no dejó de amarla hasta el final.
*Artículo realizado por la autora Marisa Sicilia
Fotografía que acompala al artículo: Retrato de Carlos I e Isabel de Portugal del Palacio de Dueñas (Sevilla)
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Comentarios (34)
Jorge Casasaltas
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romantica -86
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Judy Macmar
¡Qué historia más hermosa!
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Jeanne Marie
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Loreena
Muchas gracias por el artículo.
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María Arca
Gracias por la información
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Lena25
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verito
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Alejandra
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Roxana
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cristina c.
Muchas gracias.
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María del Carmen Fernández Pérez
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Maeve Scotland
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Mar
La historia de la devoción de Francisco de Borja y de los cuadros son muy bonitas y emotivas, sobretodo la del segundo retrato y la de cuando Francisco de Borja lleva el feretro de la emperatriz.
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Idaira
Gracias por el artículo
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Cintia
Aunque en el instituto se estudia la historia no me habían comentado esta hermosa y tragica historia. Un hombre lividinoso que cambia radicalmente al conocer a su media naranja; es que suena como una de las muchas novelas románticas que leo.
Gracias por este artículo, me ha gustado muchísimo.
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Rosa Ramos
Sin embargo, me sorprende mucho esta historia de amor y el hecho de que éste pueda cambiar a una persona, como le pasó a Carlos. Ya podían haber aprendido otros reyes de él, jejeje.
Gracias Marisa por subirlo.
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Dougless
Gracias por el artículo, ha quedado precioso.
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Katon
Gracias por esta breve clase de historia, ha sido estupendo recordar a esta pareja de reyes.
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Jane
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crishi
Tomo nota del libro al que hace referencia Lola. :)
Estupendo artículo. Gracias por compartirlo.
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Marisa Sicilia
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Rocío C. Pérez
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Elizabeth Urian
La recuerdo de cuando estudiaba. Quizás mi profesor tenía una vena romántica, porque sí tengo memoria de oirle hablar de que su amor había perdurado en los anales de historia.
No obstante, siempre es bueno recordar y ampliar.
Gracias, Marisa, por recordarnos que incluso reinas y reyes podían sucumbir a esa cosa tan maravillosa que las lectoras de romántica adoramos: el amor.
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Andycon
historia que has investigado y compartido con nosotras. Gracias!!!!!!!!!!
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Andycon
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Andycon
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Malory
:)
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merce
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Dream
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ELSA
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Silvia77
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Bona Caballero
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Patriki
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