Echando la vista atrás, surgen en un recóndito lugar de su memoria, como si de un callejón londinense ataviado con una espesa niebla se tratase, imágenes rescatadas del baúl de los recuerdos que intenta colocar en aquellos huecos donde la facultad de recordar se balancea en la cuerda floja.
En la pubertad, pudo presenciar el boom de un fenómeno que ahora desconoce si se estimaría como parte del género romántico en una época donde escaseaban las novelas de dicho corte, así como si las que existían, colarían por el filtro de lo que hoy se considera novela romántica. Su conclusión es un no rotundo, lo más probable es que esas ediciones quedasen relegadas al plano meramente sentimental por la falta de estereotipos más sugerentes que se amoldan a la actualidad y, por consiguiente, a las necesidades de las lectoras modernas.
En España, antes de aparecer en escena las primeras autoras extranjeras de novela romántica que irrumpieron y abrieron una brecha en un panorama romántico español de naturaleza pacata, convivían junto a la novela romántica del momento un tipo de publicaciones dirigidas al populacho femenino con el único fin de captar adeptas.
La niña/mujer se encuentra sola en casa, sabe que debe darse prisa pues su madre no tardará en volver. Se dirige a la habitación que la madre utiliza como lugar de trabajo y, en aquel rincón donde la luz del sol se deja caer sobre la máquina de coser, la niña se sienta en la silla mientras volutas de polvo suspendidas en el aire acarician su rostro que ya ostenta los incipientes rasgos de la pubertad. Delante de aquella maravillosa Singer, posa sus pies sobre el pedal iniciando un fuerte pedaleo, dejándose llevar por el placer que le proporciona la inercia en sus ya torneadas piernas. Abre el último cajón del mueble donde la madre guarda infinidad de botones con los que le gusta jugar a escondidas, pero, su sorpresa es mayúscula cuando los botones han sido sustituidos por un puñado de revistas que la madre lee en sus ratos libres.
Movida por la curiosidad y por la rebeldía propia de su edad, se dispone a fisgonear una de ellas. En la portada, de colores estridentes, una pareja se mira con ojos de borrego degollado y un titular que reza "Mentiras que matan", atraen la atención de la niña. En su interior, numerosas viñetas que parecen, ni más ni menos, unas fotografías en blanco y negro sacadas de un estudio fotográfico, bailan ante sus ojos. En su mayoría, se trata de un hombre con aspecto de galán atildado y una mujer con cara de circunstancias. Cada viñeta va acompañada de un diálogo... Te amo, y he venido a decírtelo... Marta, no entiendo nada, pero tú, al abandonarme sin una explicación demostraste lo contrario... ¡Oh! Pero, ¿qué es esto que ha sentido, que le ha puesto el corazón de corbata? El formato es parecido al de sus tebeos de Zipi y Zape pero el contenido no le divierte, sino que le ha removido las entrañas de manera inusitada.
El contacto de una cálida mano se posa sobre el hombro de la niña y le produce un gran sobresalto, la capa de sentimientos desconocidos que la cubre ha caído a sus pies quedando expuesta a las reprimendas. La madre, con cara de pocos amigos, riñe su comportamiento. Al igual que no le permite ver las películas que tienen dos rombos enviándola a la cama, opina que estas revistas no son aptas para su querida niña, y no es la primera vez que ha sido advertida. Sin embargo, la niña, cuya inocencia le impide abandonar su preciosa muñeca Nancy, ya ha experimentado esas sensaciones a las que solo tienen acceso los adultos, un mundo de estímulos gratificantes y desconocidos han invadido su, todavía, pequeño corazón.
Lo que ella ignoraba era que, en breve, sus gustos irían encaminados a consumir la novela romántica de entonces, y que después de un gran salto en el tiempo volvería a ella como la oveja descarriada vuelve al redil.
Las fotonovelas tuvieron su origen en la Italia de los años 20 cuando el éxito de algunas películas indujo a los productores a realizar una publicación que incluyeran algunos de sus fotogramas con un texto. Estas llamadas cinenovelas no tuvieron buena acogida entre el público, pero cuando las reeditaron en 1947 consiguieron imponerse en el mercado. Como curiosidad, muchas fotonovelas fueron protagonizadas por la gran Sofia Loren y otros actores que estaban de moda en aquella época.
Este mismo fenómeno editorial se extendió por Europa teniendo un mayor calado en los países sudamericanos, sobre todo en Argentina, México y Perú. En México, las historias de Ricardo Rentería L. fueron el mayor exponente en este género, y actrices como Verónica Castro (Los ricos también lloran) consagraron sus carreras gracias a las fotonovelas.
En los quioscos de España aparecieron a mediados de los años 60 una docena de estas publicaciones con más de 300.000 números mensuales de venta y a un precio que oscilaba entre las 25 y 50 pesetas. Su éxito se prolongó hasta finales de los 70 principios de los 80, cuando la televisión acaparó el mercado y aparecieron las primeras telenovelas que desbancaron estas ediciones anquilosadas en una misma fórmula: triángulo amoroso con final feliz. Eran historias románticas, no tan apasionadas y poco o nada físicas donde predominaban los sentimientos, con escasa utilización de recursos expresivos que bien podía englobarse en la denominada novela rosa.
Este género, al no ser considerado como literatura por no gozar de pretensiones artísticas ni didácticas, fue menospreciado por los literatos y no se tomó en serio excepto por aquellas personas que lo consumían, hasta se llego a decir que la fotonovela era el hijo tonto del cine mudo. Sin embargo, la indiferencia de algunos círculos literarios fue compensada por la avidez de las editoriales que encontraron en estas ediciones un gran filón comercial.
Fotonovelas como Soñadora, Selene y Graciela hicieron las delicias de miles de féminas con un perfil determinado (principalmente amas de casa) que buscaban el entretenimiento fácil en argumentos visuales estructurados en viñetas (en su mayoría en blanco y negro), con diálogos cortos, planos y directos recogidos a pie de foto o en bocadillos, y que tenían en la fantasía su principal morbo al despertar deseos prohibidos por la época. Actrices y actores como MªJosé Cantudo, Juan Luis Galiardo o Rocio Dúrcal y Junior, iniciaron sus carreras o consolidaron su prestigio desde este formato.
Las fotonovelas se sustentaban de guiones originales o bien eran adaptaciones basadas en novelas románticas. En este punto cabe destacar las fotonovelas de la escritora asturiana Corín Tellado, pieza clave para el éxito de estas publicaciones a nivel nacional y en el extranjero. A finales de 1966, apareció en el mercado la colección quincenal Corín Ilustrada con títulos tan sugestivos para la época como Mi marido lo sabía, Déjame verte todos los días o No es posible que te cases con él.
Pero la fotonovela que consiguió desbancar al resto, incluso a las historias de la famosa Corín Tellado, fue Simplemente María, que se editó en todos los soportes que existían en aquella época: novela gráfica, radiofónica y televisiva. Se publicó en el año 72 en 96 fascículos de aparición semanal y con guión original de Celia Alcántara. La historia narraba las desdichada vida de María, una mujer que deja su Santander natal para trabajar como criada en Madrid.
Por su contenido, la fotonovela fue merecedora de todo un estudio sociológico y antropológico. Sus argumentos eran el fiel reflejo de una sociedad marcada por la diferencia de clases sociales y los prejuicios de antaño, donde la mujer tenía asignado el papel de sumisa, después de "heroína"; luchadora de la familia y la pareja para, por último, llegar a ocupar empleos que hasta entonces les estaban vedados. Es aquí donde las fotonovelas de Corín Tellado recogieron un perfil de la mujer distinto al que se estilaba en estas publicaciones, mujeres con un cierto toque de independencia, mayor carga sentimental y un incipiente "erotismo" desacostumbrado.
En la actualidad, la niña, convertida en mujer desde hace muchísimos años, aún rememora esas lejanas tardes cuando la madre suspiraba con la lectura de aquellas revistas de amor mientras con disimulo se limpiaba una lágrima traicionera. La adulta, que fue niña, aún tiene dudas sobre si este "fleco" suelto se podría valorar como una ínfima y remota parte del género romántico. Lo que tiene claro es que la fotonovela (como otras publicaciones con similares características de aquel período) ocupó su lugar en un tiempo donde los sentimientos estaban mal vistos y poco apreciados por ser síntoma de debilidad, y por lo tanto asociados a la mujer como concepto erróneo de sexo "débil".
*Artículo realizado por Crishi.
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Comentarios (31)
Macarena Rodriguez
Tengo que confesar que no tenía ni idea sobre estas publicaciones de fotonovelas" pero me ha llamado tanto la atención que me lo he leído varias veces para que no se me escapara ningún detalle.
Si busco en mi memoria, vagamente recuerdo esas especies de revistas en la mesita de noche de mi madre, con portadas tal y como describes.
No podría determinar si pertenecería al género romántico, pero si podría decirse que fue "quien dio los primeros pasitos de bebé" para que naciera la novela romántica, al menos para mi.
Me ha descubierto un mundo del que voy a investigar por lo mucho que me ha llamado la atención. Gracias y Enhorabuena.
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Jorge Casasaltas
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Cynthia HJ
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DINA
Recuerdo perfectamente este tipo de fotonovelas de cuando vivía en casa de mi abuela cuando era pequeña. Me llamaban muchísimo la atención.
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Carmen Zapico Zapico
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Roxana
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Malory
Y aunque mi madre no era de comprar telenovelas, algunas sí que tengo ojeadas siendo adolescente, me hacían mucha gracia, sobre todo lo exagerado de los gestos y expresiones, todo muy melodramático jejeje
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Limonadadelimon
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marivi
Yo no me he sentado mucho a darle al pedal a la Singer (que por cierto mi madre aun conserva) pero leer a escondidas las fotonovelas si ,pues era una niña ,y me encandilaba con las escenas de besos.Esas fotos!! Que dias aquellos.
Hasta hace bien poco he tenido una entre mis manos, pero nada que ver con una buena novela en la que la imaginación juega su gran papel.
Gracias Cris por hacernos volver a esos tiempos en blanco y negro.
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Bona Caballero
En EE. UU. los departamentos de cultura popular se darían de tortas por estudiar este tipo de fenómenos.
Y aquí, bueno, qué voy a deciros que no sepáis, lectoras de romántica.
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Judith
Precioso artículo, entrañable y magistralmente escrito.
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Maria Dolores
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Lola Rey
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LadyZarek
He sentido nostalgia, aunque por mi edad no viviera esa época de fotonovelas exitosas. No estaría mal que volvieran a publicarse.
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Luciago
Un artículo muy interesante, gracias por deleitarnos con estos recuerdos.
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Loreena
Me ha gustado mucho el artículo, te ha quedado muy bien. Y me han gustado mucho las fotos y las portadas antiguas que has puesto. Están muy bien. Muchas gracias.
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Rociodc
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Ari
Me ha encantado recordarlas :)))
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ELSA
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merce
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Yluna
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Elena
Me trae muchos recuerdos de pequeña, ya que mi madre solía comprar las fotonovelas, también escuchaba las radionovelas.
Uff. cuantos años!!!
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Katon
La verdad es que no conocía estos orígenes, yo las fotonovelas no las he vivido, lo cierto es que no me sonaban de nada ni recuerdo haber visto nunca ninguna, pero me ha encantado leer sobre de dónde surgió este género tan estupendo.
Gracias por el artículo
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kalina
Me ha encantado el artículo!! Muchas gracias Crishi.
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Rosita
Yo sí leí fotonovelas, eran muy populares en mi país , las empecé a leer a los 14 años y luego las cambié por las novelas de Corin Tellado, y de allí nunca paré de leer romántica.
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sara
Yo no era en mi juventud seguidora de Corin Tellado ó de otros tipos de estas revistas,ó fotonovelas, siempre me he inclinado por los libros.las veia en los quioscos pero nunca llamaron mi atención para la compra de ellas.Incluso creo que me parecian demasiado standarizadas para mi gusto.
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*Artemisa*
Es la primera vez en mi vida que veo ese tipo de imágenes jajaja es lo que tienen mis 25 primaveras que ya me inicié en la romántica con las novelas actuales.
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Miryam
Vaya recuerdos.
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arantxa
Muy buen articulo, da gusto leer a crishi.
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Sandrayruth
Yo estas fotonovelas no las he visto nunca, pero tienen que ser un recuerdo precioso...
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Dougless
Como siempre, da gusto leerte Crishi.
Yo recuerdo alguna (muy poco la verdad) que tenía mi madre en casa y también tengo la duda de si se podría considerar novela romántica pero creo que las mujeres de antes buscaban ahí lo que nosotras ahora en los libros, una historia de amor con final feliz.
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