"Chicas, os invito a tomar un café a casa esta tarde; pasaos a eso de las cinco".
Y con esto ya está todo dicho. Llegaréis más o menos puntuales, pondré la cafetera y sacaré unas latas de coca-cola y unas papas. Con suerte habrá galletas. Y con más suerte todas las tazas tendrán plato a juego, que en mi casa se rompen los platitos, no las tazas. En función de la confianza pondré servilletas de papel, o directamente el rollo de cocina sobre la mesa pequeña del comedor. Nos instalaremos en el sofá, en las sillas, en el suelo sobre la alfombra... y pelaremos a la nueva del curro que lleva esos escotazos para ver si el jefe, el viejo verde, la renueva; y comentaremos los problemas de esta con su marido; y que el niño de aquella aún no habla con dieciocho meses; y que la vecina de arriba me tiene harta con sus gritos... Y echaremos la tarde muertas de la risa.
Fácil ¿eh? Pues que sepáis que en el siglo XIX no era tan sencillo. En absoluto. Tomar el té era todo un acontecimiento que la anfitriona debía preparar al detalle, y cuyo ritual variaba en función de la época del año.
Así que mientras os engalanáis, os cuento un poquito de historia, y cuando estéis preparadas nos sentamos a tomarlo. Pondré la mesa y hablaremos de unas cosas y otras según la época del año...
El té era conocido y venerado por sus propiedades beneficiosas en distintas sociedades, y no solo en Inglaterra. Allí, que es donde nos interesa, desde mediados del siglo XVII, se servía en las Penny Universities, o casas de té. Pero las mujeres tenían prohibida la entrada, así que estas lo tomaban en sus mansiones. Fue Anna, séptima duquesa de Bedford, quien a primeros del XIX hizo de la ceremonia del té todo un acontecimiento social, poniéndola de moda.
Mientras termináis de poneros las joyas, dejadme que os recuerde que lo más importante durante la visita es la conversación. Las personas cultivadas, es decir nosotras, que somos quienes tomamos el té (es un producto caro, sujeto a altos impuestos, reservado para la élite) gustamos de hablar de ideas, no de personas. No cotilleamos, salvo que lo hagamos como esparcimiento y con discreción. No hablamos de nosotras, de nuestros familiares, ni de conocidos... Y lo hacemos siempre en un tono moderado, escuchando más que hablando, sin interrumpir, en voz media y vocalizando, sin vehemencia, con brevedad. Vamos, como solemos hacerlo.
¿Ya estáis? ¿Listas? Dejadme que os mire... Estáis divinas así vestidas. Venga, allá vamos...
Primavera...
En esta estación, que estrenamos ahora, la conversación era menos formal, como si el buen tiempo restara solemnidad al acto en sí. Aquellos que habían estado fuera durante el invierno hablaban de las tendencias en el extranjero. Los que habían pasado la anterior estación en Inglaterra aprovechaban para lucir los nuevos vestidos que habían encargado, y comentaban las modas del Imperio.
La anfitriona buscaba que su sala recordara en cierto modo a la campiña, con profusos arreglos florales y la mantelería y otros ornamentos de la salita de recibir vespertina, engalanada para la ocasión, en tonos amarillos, verdes y violetas. Todos los enseres del té seguían una trama común: se escogía, por ejemplo, ramas de árboles, hojas, flores... y se mantenía en mantel, servilletas, tazas, platos, grabados de cubiertos y, en fin, en cualquier cosa que os podáis imaginar.
Verano...
Si el día lo permitía, se podía tomar el té fuera de la casa, pero a diferencia de los picnics o al fresco, los invitados esperaban tomar asiento, y no hacerlo en el suelo sobre mantas, o en pie. Aquí se recomendaba, en cambio, las rosas rojas en contraste sobre el lino blanco. E igualmente un tema común en la mesa. Pero los colores muy vivos, contrastados con los muy claros, eran los que marcaban el verano. La conversación debía versar sobre nuevas actuales o acontecimientos históricos. Y si esta se volvía frívola, era deber de la anfitriona en todo caso redirigirla hacia un tema más típico, o tópico, evitando que una mala conversación empañara el trabajo de una semana de preparativos.
Otoño...
Con el mal tiempo regresaba la formalidad. Las invitaciones eran enviadas en tercera persona, con papel de la mejor calidad y ensobradas. Y se respondían del mismo modo, confirmando o declinando la asistencia. Incluso la disposición de los asientos era dispuesta de antemano. Como en las otras ocasiones, la mesa se engalanaba con un tema y unos colores, que como la estación, se tornaban discretos. Y así ocurría con la conversación, que no debía salir de los tópicos, como el tiempo, el tema que más se comentaba. Era en los tés de otoño donde se demostraba la verdadera habilidad para la buena conversación de toda dama de sociedad que se preciara de serlo.
Invierno...
Si bien las invitaciones eran tan formales como en la estación anterior, las inclemencias del tiempo hacían que sus horarios fueran menos estrictos, pudiendo ocurrir que en el último momento alguien fallara. Del mismo modo, el tiempo de estancia era menor, para evitar quedar varados en casa de la anfitriona. Esta, por si acaso, tenía cena preparada para todos ellos, y habitaciones, también. Con el frío, el té no se servía en la mesa, sino alrededor del fuego, y cada invitado se sentaba donde prefería, en función de la temperatura que reclamara. Los arreglos se hacían con flores de invierno y gran cantidad de hojas ornamentales. El acebo reinaba cuando las fiestas navideñas estaban próximas. Era esta estación la ocasión perfecta para introducir a las jóvenes en la ceremonia del té. Las que que eran tímidas podían practicar, pues eran actos más íntimos. Y aquellas que gozaban de cierta precocidad y capacidad argumentativa... ¡eran aleccionadas sobre las virtudes del silencio!
¿Y bien? ¿Os espero en mi casa a eso de las cinco a tomar un café?
*Artículo realizado por Ruth M. Lerga
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Comentarios (44)
LadyLaura
Un artículo genial. ¡Muchas gracias!
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Olga
Pensar que tomarme unte ahora, que tardo 3 min en hacermelo, antes llevaba toooooda esa planificación antes. Yo solo me agobio de pensarlo jejeej Que flores, y que color y que conversar... Madre mía xD
Pero esta bien saber como era la vida social antes, es interesante. Muchos se creen que echar agua en la taza y ale! ya está! Pero no jeje
Gracias por este artículo!
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Almudena
Besos =)
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Lena25
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María Arca
Muy buen artículo. Gracias
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Noemí Pérez
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ANA MARIA GARCIA
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maria jesus camara montelio
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Loreena
Muchas gracias Ruth.
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Silvia77
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Olalla
Un artículo interesantísimo y contado de forma amena, como todos los de Ruth. Soy una super aficionada del te, si bien es cierto que conozco por encima la ceremonia del te al estilo japonés (todo lo japonés me fascina), al parecer los británicos no se quedan cortos.
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kitty
el tercero es suave cómo la muerte.
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LILIAN
Gracias Ruth, te ha quedado muy bonito.
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Marina
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Zulema Pontes Vidal
En serio, realmente era una ceremonia importantísima y me ha encantado el artículo,de uno de las bebidas más exquisitas y con más calidad,sentimientos y tradición del mundo.
En muchas novelas inglesas,ejemplo las de Agatha Christie y su Srta.Marple se trata esta ceremonia,se le da bastante importancia, y en películas y series como Arriba y Abajo.
A mi me apasiona la verdad,soy fan absoluta de esta bebida.
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luciago
Gracias por el artículo.
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Arianne
También me cuento entre las entusiastas del té, aunque mi adicción primaria es el café. Así para mi, el café durante el día, el té durante las tardes.
Algo que lamento es que, en las oportunidades en las que he visitado Londres, nunca he podido tomarme el té como ellos acostumbran. Prefiero pedirlo en cualquier cadena de comida, porque me he fijado que sentarse en algún restaurant/café y pedir un servicio completo de té es bastante costoso. Eso me sorprendió muchísimo.
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Ruth M. Lerga
;)
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Nuria Pantoja
Gracias por el artículo que a la par te interesante ha sido escrito con mucho sentido del humor.
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Carmen Zapico
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arantxa
Gracias por el articulo, es muy interesante.
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IsauraMaguire
Pero te digo que hay que estar tan preparada que prefiero quedarme en casa y tomar un café bajo un árbol mientras leo un buen libro!jejeje
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Dougless
Me he enterado de muchas cosas que desconocía y aunque no me guste el té, si me gustaría colarme en alguna reunión para vere como era en realidad, aunque no sé yo si aguantaría tanta tranquilidad.
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rosamoni
gracias Ruth
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Sandrayruth
Me ha gustado los diferentes tipo de tazas que usaban dependiendo de la estación... Una cosa muy curiosa!!
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kkekka
Gracias Ruth ¿todo el Rincon esta invitado al café? jijiji
Gracias Rincón por traer este artículo de una gran escritora. Bss
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rociodc
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*Soraya*
Muchas gracias por el artículo.
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kalina
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Katon
Ruth, deja su huella hasta escribiendo un artículo, jaja
Gracias por el artículo, ha sido muy instructivo.
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rosita
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morticia
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Bona Caballero
Y digo yo cómo calentarían el agua en pícnic al aire libre...
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Ruth M. Lerga
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Malory
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sara
Peroooooo creo que voy a pasar de la invitación si no me puedo reir a mis anchas y tampoco puedo gesticular para hablar; me sentiría como con pinchos en el trasero.
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marite
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Miryam
Superinteresante el artículo y me encantan las tazas aunque debo decir que yo soy chica café o como mucho chocolate.
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Ruth M. Lerga
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merce
!!Felicidades!!
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marivi
Agradezco la invitación pero el té no es una bebida que me haga tilín,sinceramente me parece agua churri (vulgarmente)lo único las pastas que lo acompañan.Y eso de estar sentada y tener una conversación armoniosa (demasiada tranquilidad)...... mi aguante no dura.
Si acaso acepto una coca cola .
Gracias por la información y por la invitación.
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Elena
Me ha gustado muchísimo el artículo, creo que en todas o al menos en la mayoría de las novelas históricas se toma el té.
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Mary Jo
jajaja. Gracias por el articulo Ruth, es fascinante.
Por cierto, me encatan las fotos de las tacitas, son mi perdición, las colecciono.
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anasy
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