¡El orgullo la había cegado!
Patty King sabía que era una tontería acariciar cualquier sentimiento que hubiera tenido para Lije Masters, ahora casado con otra persona. No necesitaba que el arrogante Kincaid Morgan se lo dijera. No era asunto suyo. Le molestaba Morgan, pero no podía ignorarle. Parecía que se había nombrado a sí mismo su consejero personal, su perro guardián y su conciencia. Las chispas volaban cada vez que se encontraban.
Patty tardó mucho tiempo hasta que comprendió que la preocupación de Morgan estaba basada en el amor. Y cuando lo supo, fue capaz de darle una respuesta muy apropiada.
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