¡Era la última vez que le rompían el corazón! Casey sólo podía esperar que el tiempo aliviara el dolor. Enamorarse de Flint McCallister había sido un giro cruel del destino.
Era realmente irónico, porque Casey inicialmente no había querido a Flint para administrar el rancho. Su hostilidad hacia él había sido más que obvia. Ahora, ella se encontraba contemplando la vida sin Flint como si fuera el fin del mundo.
Por su lado, Flint había dejado sus sentimientos perfectamente claros cuando dijo: -¡Casey, no sé como hacerte entrar en la cabeza que no te quiero aquí!
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