Willa Davis estaba intentando poner orden entre unos cachorritos cuando Keane Winters entró en su guardería para mascotas. Necesitaba que cuidara de su gata ipso facto. Sin embargo, a Willa no le hizo ninguna gracia tener que echarle una mano a un tipo que ni siquiera se acordaba de ella...
Sobre Keane había recaído la responsabilidad de cuidar a la gata infernal de su tía abuela, y estaba desesperado por dejarla en manos de alguien que pudiera hacerse cargo de ella. Pero, aunque estaba seguro de que no había visto en su vida a la impresionante dueña de la guardería de mascotas, parecía que esta estaba enfadada con él...
Willa no podía negar que Keane había cambiado desde el instituto ―para empezar, era menos arrogante―, pero ¿podía confiar en que él no volviera a romperle elcorazón?
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Comentarios (1)
María Ordóñez
Para mi gusto ha sido poco emocionante.
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