Liza Bradley sabía que un mordisco de chocolate crea la sensación de estar enamorada, por eso a su tienda de chocolates exclusivos la llamó La última seducción. Pero fue el audaz Mac Davidson quien de verdad le tentó...
De repente, ella ansiaba placeres que nunca se había atrevido a probar antes... y se enfrentó a los riesgos que había evitado siempre. A pesar de que deseaba disfrutar de su pasión, Liza temían los placeres que le ofrecía Mac serían demasiado dulces, demasiado ricos y casi imposibles de resistir.
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