Tras el matrimonio de su hermana mayor con el poderoso Pierce Bonneville, la vida ha dado un giro radical para la intrépida y rebelde Livia Middleton.
Aunque, por fuera, su delicado porte refleja todo lo que una señorita debería ser, por dentro, su alma y su pérfido corazón arden en rebeldía. Ni su ventajosa posición, ni las constantes amonestaciones por parte de su hermana han conseguido aplacar el volcán que bulle en el interior de Livia que, a sus diecinueve años, se ha convertido en una joven caprichosa e indisciplinada a la que ningún caballero con dos dedos de frente osaría cortejar.
Jack vive sometido a una pasión imposible. Sabe que Livia es una mujer inalcanzable para él pero, al mismo tiempo, se niega a que sea otro hombre el que consiga arrebatarle su más preciada rosa inglesa.
Jamás han existido dos almas más discordantes ni menos predestinadas a encontrarse, pero tienen algo en común: están locos el uno por el otro.
Sin embargo, cuando el refinado ingeniero Richard Grandison aparece en Malbourey y corteja a Livia con oscuras intenciones, Jack se verá obligado a dejar a un lado sus reparos y lanzarse de una vez a la conquista
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Comentarios (1)
Yamima
No es fácil, como digo, enganchar a un lector cuando presentas una pareja tan "odiosa".
Y sin embargo, "Las dos caras de la luna" tiene una forma de narrar tan delicada, tan pausada, tan "clásica", que pasas por alto la personalidad de los protagonistas y te encuentras con una obra en la que priman los sentimientos, las emociones, los miedos... por encima de los grandes hechos.
"Las dos caras de la luna" nos transporta a la vieja Inglaterra de la regencia con calma y sin estridencias; es una de esas novelas que lees en una tarde gris de invierno, con un buen café en una mano y el libro en la otra, y que terminas con una apacible sonrisa en los labios.
Después de todo, el amor no es un premio para quienes más lo merecen, sino que redime precisamente a los que menos merecerían tenerlo.
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