"No me pidas que me detenga" le susurró él con una voz ronca, que salía de lo más hondo de su pecho. "Te deseo tanto..."
Simon había irrumpido inesperadamente en su vida. Como jefe él controlaba su trabajo, siempre urgiendo, siempre intimidando. ¿Además, pretendía ahora tomar posesión del cuerpo y del alma de ella?
Su boca cubrió la de ella con un beso que comenzó suavemente, hasta que explotó en un ansia irresistible.
¿Quién era él? ¿Qué quería? Kirsten se había jurado que hombre alguno jamás volvería a ejercer control sobre ella. Sin embargo, ahora, sorpresivamente sentía cadenas que la ataban... cadenas que sostenía en su puño de acero, un pirata implacable, apasionado.
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