Primera entrega de la saga de los hermanos MacKade.
Rafe MacKade había huido de Atietam después de la muerte de su madre. Se sentía vacío. No tenia nada allí exceptuando a sus tres hermanos, y cada uno de ellos ya tenia su destino preparado. Y ellos fueron la razón por la que 10 años después había vuelto al pueblo. Los MacKade eran famosos por crear problemas y por su atractivo, así que la vuelta a casa de Rafe no paso inadvertida.
Regan llevaba tres años en el pueblo y su tienda de antigüedades funciona a la perfección. La llegada de Rafe la intriga y el hecho de que haya comprado la casa Barlow aun más. Según la leyenda esta encantada. El hecho de que Rafe la contrate para decorar la casa tal y como era en 1860 le da la oportunidad de hacer un buen negocio, comprobar si es cierta la leyenda y quizás encontrar al hombre de su vida....
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Comentarios (6)
Angela
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Samantha Kerr
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kitty
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Bona Caballero
Contrata para ello a Regan Bishop, una recién llegada. Decidida a ser una mujer independiente, no quiere seguir el ejemplo de su madre, que sólo vive para su marido. Regan y Rafe se atraen, pero intentan mantener la relación en unos términos "razonables". Las cosas se complican cuando se involucran los sentimientos, aunque los dos se resistan. Hay un par de escenas sensuales en el libro, aunque se centran más en la ternura que van sintiendo los personajes que en una pasión salvaje y arrolladora.
Lo más especial de este libro son los secundarios, a los que coges un gran cariño. Menos al malo, claro, pero es el necesario contrapunto. Los MacKade serán unos folloneros peleones, pero nunca pegarían a una mujer. Me encanta esa denuncia clara y sin excusas del maltrato; presenta a un tipo muy creíble de manipulador que pretende que todo el mundo sea culpable menos él.
Lo que más me disgustó, personalmente, es que Nora Roberts metiera un elemento de sobrenatural en la historia. No hace falta alguna para la trama que la casa que reforman esté encantada. Es una preferencia personal: no quiero ver ese tipo de elementos supersticiosos en ningún libro, tampoco en las novelas románticas. Está claro que Roberts no ha atendido a la lección que la racional Jane Austen impartió, hace ya doscientos años, con su paródica "La abadía de Northanger".
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ELSA
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LILIAN
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