Sarah Pennington ya había tomado una decisión: Si su tutor, Marcus Ravenhurst, no estaba dispuesto a hacerse cargo de ella, entonces se iría de Bath y se refugiaría en casa de su antigua institutriz. Por conveniencia, se convirtió en la señora Armstrong, pero la nieve puso fin a sus correrías y acabó incomunicada en una posada.
Sara no sabía que Marcus la seguía de cerca. Tal vez no hubiese visto nunca a su pupila, pero se había asegurado de que todas sus necesidades estuvieran cubiertas. Cuando el mal tiempo le impidió seguir tras ella y entró a refugiarse en una posada, no podía saber que la encantadora joven viuda que se hacía llamar señora Armstrong era su pupila en persona, ni que tuviera una marcada tendencia a meterse en líos.
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