Siete novias para siete hermanos

Jane Powell y Howard Keel protagonizan uno de los más famosos musicales de Hollywood, ambientado en Oklahoma.

En la película, Jane interpreta a la hermosa Milly, una joven del lugar que trabaja como cocinera en una de las tabernas del pueblo. Harta de cocinar para tantos hombres acepta la petición de matrimonio que le hace un rudo leñador, Adam Pontipee (Howard Keel). De físico impresionante, abierta sonrisa y encantadoras palabras, Adam se le olvida comentarle un pequeño detalle: no van a vivir solos, sino acompañados por sus seis sucios, desaliñados y poco educados hermanos. Sin embargo la presencia de Milly traerá otros problemas a la familia, pues los seis en bloque decidirán seguir los pasos de su hermano y conquistar, con secuestro incluido, a seis jóvenes del lugar.

Siete novias para siete hermanos es una encantadora película con hombres para todos los gustos. Hay rubios, morenos, pelirrojos, casi todos guapos y atractivos, pero hasta los más feúchos tienen su atractivo. Sus peculiares nombres se deben a que su madre les puso un nombre bíblico siguiendo un riguroso orden alfabético. Lo difícil fue encontrar un nombre con "F" para el sexto hermano que responde al nombre de Flo (en la versión doblada al español), aunque en realidad es Florindo, un nombre que crea importantes desperfectos físicos y materiales cada vez que es pronunciado. De niña mi favorito era Benjamín. Suspiraba cada vez que salía. Aunque recuerdo que hubo una serie de esta famosa película siendo poco más que una cría y no apartaba los ojos del actor que interpretaba a Daniel.

Tal vez sea este sea el musical que más veces haya visto en mi vida. Siempre ha sido capaz de elevarme el ánimo cuando estaba en algún momento bajo. Es una película muy dinámica, las canciones son pegadizas y la fotografía muestra un gran colorido, nada de tonos pastel. Hay fotogramas que nunca he podido olvidar, y canciones que no he podido evitar tararear en más de una ocasión. Me parece un film muy romántico y sensual y prefiero desde luego sus insinuaciones, y esa atracción que no puedes evitar apreciar una y otra vez entre los protagonistas, que las escenas de cama que parecen ser necesarias en muchas de las películas actuales.

Me encantan los dos protagonistas. El encantador aire de Jane Powell, siempre sonriente y paciente, y que parece estar irremediablemente enamorada de su marido en la película. Y un Howard Keel como un rudo leñador que sin darse cuenta echa todo a perder; lo que le supone alejarse de su esposa y de su familia durante todo el invierno, hasta que el deshielo hace su aparición.

En cuanto a los secundarios, tras conocer que no todos eran actores profesionales he recordado que en más de una ocasión me había llamado la atención lo poco que hablaban algunos y las caras tan poco expresiva de otros. Pero en cuanto a los numerosos bailes y acrobacias les doy un diez.

Valoración: muy buena.