Alessandro D'Avenia - Blanca como la nieve roja como la sangre

Valoración:

Crítica realizada por Irewen

Saboreo aún las palabras, las frases que me han marcado. Es un libro para pensar, es un libro para revivir los dieciséis años, la adolescencia. Es un libro que abre las puertas a la búsqueda de sueños, a recordar lo que significaba la amistad en aquella época cuando es lo más importante. Abre la puerta de los miedos, de las incertidumbres, del "qué voy a hacer después"•. Abre la puerta de los sentimientos más profundos, de la época en la que todo hace daño; una mirada, una palabra, una imagen. Abre la puerta hacia el mundo de Leo, el protagonista indiscutible de la historia, y de cómo de repente, sin previo aviso, crece, da el estirón, porque poco a poco, paso a paso, está adentrándose en el mundo de los adultos y deja de ser un niño.

Y eso asusta y mucho.

Sabéis, los que me leéis de manera asidua, que no se me da muy bien eso de decir de qué va la historia, considero que en este caso la contraportada lo dice magníficamente. Leo está enamorado de Beatrice. Beatrice es rojo, es fuego, es vida, es lo que le hace moverse y se convierte en parte de su sueño. Ese sueño que el Soñador, el profesor nuevo que ha llegado para sustituir a una de las profesoras, les ha dicho que es necesario para enfrentarse a la vida. Leo se desespera, porque todos parecen que lo tienen claro, pero él no y se vuelca por completo en lo único que sabe que quiere tener en el futuro: el cabello rojo de Beatrice, aunque nunca ha hablado con ella.

Junto a él está Silvia, su amiga, aquella que siempre está ahí, que le entiende, que le comprende, que sabe tranquilizarlo, que es un puerto al que siempre llegar. Están sus padres y en contra de lo que se suele ver últimamente en los libros, tienen un papel importante, los dos en un momento u otro hablan con Leo y le dirigen, le guían, le entienden, le protegen, a veces les desespera, a veces le castigan, pero están ahí. También estará Niko, amigo de Leo junto con otros compañeros desdibujados. Estará la parada de autobús que hay delante del instituto, el banco rojo del parque, el hospital, el bativespino, las carreteras.

Habrá momentos de euforia, momentos de tristeza, momentos de rabia, momentos en los que Leo parece un crío chico, momentos en los que parece que de pronto ha madurado cien años. Habrá instantes mágicos, instantes cotidianos, instantes que marcan a fuego, instantes que pasan desapercibidos. Todos son los que conforman la historia, todos son los que dan forma, los que trasmiten lo que siente Leo, cómo crece en un curso escolar.

No me he olvidado del Soñador, en absoluto. Un profesor joven, aún con ganas de comerse el mundo, de enseñar todo a sus alumnos, con ganas de mostrarles el mundo, de hacer que despierten, de mostrarles que no pueden estar siempre anclados en el pasado. Un profesor que hace vivir, que acepta que tiene cosas que aprender, que todos podemos enseñar algo a las personas que nos rodean. (Y ojalá en el futuro pueda parecerme un poquito a él).

Hay fútbol y hay música, canciones, guitarras y juegos. Hay colores, porque los colores son importantes para Leo: el azul, el blanco, el negro, el rojo... Hay un universo esperando para quienes quieren abrir las hojas de este libro y disfrutarlas.

Lo recomiendo, es una lectura rápida, se disfruta con cada uno de los trozos que componen la historia. Habrá momentos en los que Leo puede desesperar, pero hay que pensar la edad que tiene y el escritor ha sabido reflejarlo perfectamente. Habrá instante en el que lloraréis y sentiréis el corazón encogido. Sobre todo pensaréis, os hará reflexionar y para mí ha sido lo mejor de esta historia. Eso y la forma de la narrativa, tan cargada de poesía, porque es casi ver un poema hecho prosa, hay frases que marcan, hay frases preciosas. Yo os dejo una, pero no es la más bonita, ni la más significativa, pero sí es la que más me divirtió.

"Hay firmas y firmas. Si te compras un Fred Perry, unos Dockers, unas Nike... pues son firmas que llevas en las cosas y antes o después las cambias, las tiras, las pierdes... Ya, te hacen sentir alguien, te hacen sentir importante, pero son pasajeras. Hay otras firmas. Las que llevas en el corazón. Esas firmas te dicen quién eres en verdad y por quién estás realmente. En el corazón llevo tatuada la firma de Beatrice. Ella es mi sueño y yo existo por ella."
No sé si he sabido y podido plasmar correctamente la esencia del libro, espero poder haberlo hecho. Es de esos libros que en el futuro seguro que terminarán en manos de vuestros hijos, de esos libros que os gustará releer.

No es propiamente romántica, y tampoco es romántica juvenil.

Puntuación: 4,5/5

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