Carla Kelly - Vidas cruzadas

Valoración:

Crítica realizada por Crishi

Era una dama, aunque no viviera como tal.

Mi curiosidad por esta autora junto con la frase que he sacado de la sinopsis del libro, me ha bastado para querer leer esta historia tan bonita pero con su deficiencia que más adelante comentaré, porque una cosa no quita la otra.

Estamos en la Inglaterra de 1813. Grace es la única hija de sir Henry Curtis, un barón que tras su muerte deja a su hija una gran cantidad de deudas. Grace no tiene más remedio que vender sus posesiones y buscar trabajo en la panadería del pueblo, Quimby. Los dueños, los señores Wilson, la aceptan hasta que pague lo que les debe y la alojan detrás del establecimiento pero, con los años, como es una chica tan competente en su trabajo deciden contratarla indefinidamente. Grace ha creado las Quimby Crèmes, unos deliciosos dulces que hacen estragos en el pueblo. Lord Thomson, marqués de Quarle y antiguo coronel que sirvió en Nueva York durante la guerra de la Independencia, es un viejo cascarrabias que visita con frecuencia la panadería para comprar los famosos dulces, estableciéndose así una relación de amistad entre ellos a lo largo de los años.

Tras la muerte de lord Thomson, y sin haber tenido hijos, la herencia y el título pasa a manos de su ambicioso sobrino. Pero unas cláusulas añadidas al testamento dejan constancia de las últimas voluntades con respecto a su querida Grace; deberá de tomar posesión de la casa de los guardeses junto con una renta anual de treinta libras, y cuidar al enfermo capitán Duncan durante el tiempo que dure su libertad bajo palabra ya que está en prisión. Para sorpresa de todos Duncan es el hijo ilegítimo que engendró allá en tierras americanas.

Daniel Duncan es el capitán de una nave corsaria con base en Nantucket, que durante la guerra anglo-americana es capturado por los británicos junto con su tripulación y confinados en la prisión inglesa de Dartmoor. Las heridas de guerra y las insalubres condiciones de Dartmoor hacen mella en los prisioneros, de ello es consciente la joven Grace cuando, tras algunas dudas, se hace cargo de tan sorprendente encargo. Pero si sorprendente es la situación no menos extraño le resulta a Grace que el capitán Duncan, en su lecho de muerte, le ruegue que elija a otro miembro de su tripulación para que ocupe su lugar, por lo que Grace se verá obligada a mantener el secreto con el fin de salvar al hombre que avivará su corazón: Robert Inman.

Bajo las mismas condiciones que establecen el testamento de lord Thompson, un extenuado Robert, víctima del maltrato y el hambre, entra en la vida de Grace como un soplo de aire fresco. Inman es un experto navegante que, con un difícil pasado, salió de la nada y se construyó una vida propia en la isla de Nantucket. Sus circunstancias y una esposa fallecida dejada atrás, le han llevado a su deseo de conseguir una pequeña fortuna en sus viajes pero su aspiración se ha visto truncada por la situación en la que se encuentra. Recuperado de sus dolencias, Robert comienza a trabajar en la panadería codo con codo junto a Grace creándose una mera amistad entre ellos. Lo que en un principio, al ser un prisionero de guerra y, por lo tanto, un enemigo de la patria es visto con malos ojos por la gente del pueblo, se convierte después en un cariño que Rob se ha ganado a pulso con sus constantes muestras de amabilidad hacia sus vecinos. Es aquí, y justo aquí, cuando Grace comienza a sentir al hombre que de verdad hay detrás del prisionero de guerra.

Vidas cruzadas es una bella historia que dista de otras más clásicas situadas en la época donde ocurren los hechos. Estamos, por lo tanto, ante una historia donde prevalece la sencillez de sus personajes, la cotidianidad y los sentimientos más nobles de sus protagonistas, todo ello acoplado en la dureza que acarrea una guerra y que condiciona la situación en que se encuentran sus protagonistas. Por necesidad, Grace ha renunciado a su elevado estatus social para acomodarse en un escalafón inferior, esto le ha provocado la vergüenza de ser repudiada por sus iguales pero sabe que de nada le sirve quejarse, así que se conforma con su trabajo y la meta que se impone, comprar la panadería de los Wilson. Para ella un futuro matrimonio no existe, su edad y su difícil condición social la alejan de toda relación sentimental. De otro lado Robert, un hombre positivo y desenfadado ante sus problemas, sólo piensa en escapar de su presidio a manos de la señorita Gracie para volver a su anhelada tierra, pero nuestro protagonista se siente atraído por una Grace que se rige por la monotonía de su vida. Cada protagonista tiene sus propios objetivos y caminos bien distintos... Me ha gustado mucho la relación entre ambos porque son de esas que se basan en un principio de amistad hasta que los sentimientos de pareja hacen acto de presencia y se van cociendo a fuego lento. He disfrutado del cambio que experimentan sus vidas y que la autora escribe con tanta dulzura a golpe de escenas tiernas (miradas, gestos, roces) y con diálogos que dejan en suspense esa declaración que tanto ansiamos y que no llega hasta el momento adecuado. Es, en realidad, un canto a esos corazones que se cierran en banda a la esperanza de conseguir un amor que reconforte sus vidas.

Contiene, además, un punto de suspense bien urdido que me ha parecido bastante sostenible, y que se soluciona correctamente hacia el final del libro con la ayuda de unos secundarios que hacen que esta parte de la trama sea más entretenida.

Ahora bien, si esta historia hubiese estado escrita en primera persona no habría notado la diferencia. Me explico, al igual que la autora perfila muy bien la personalidad de Grace, ya sea mediante su forma de actuar como a través de sus pensamientos y sentimientos más íntimos, el personaje de Robert me ha parecido poco desarrollado porque sus pensamientos y sentimientos hacia Grace no vienen expresados de manera interiorizada en la lectura, ni tampoco se sabe lo que hace cuando no está junto a Grace. Sólo sabemos de Rob cuando ambos están juntos y porque él cuenta lo que siente a viva voz. En mi opinión, ante este análisis, es una pena que un protagonista que prometía me haya dejado un extraño sabor de boca ya que a pesar de que me ha provocado sensaciones agradables, el protagonista se me ha quedado cojo (...). Si leo en tercera persona, quiero leer en tercera persona con todas las de la ley.

No obstante, y obviando lo que no me ha gustado, el libro es recomendable. Como he dicho antes, contiene una historia preciosa y muy agradable de leer para aquellas de nosotras que nos gusten las relaciones nacidas a partir de una pequeña llama, y que poco a poco va siendo insuflada por el fuelle del corazón hasta alcanzar su mayor ardor.

Valoración personal: Buena.

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