Connie Mason - Highland warrior

Crítica realizada por Tita Yolanda

Highlands 1415.
Los MacKay y los MacKenna estan enfrentados. Llevan así durante muchos… muchos años, desde que una boda entre ambos clanes provocó la sospechosa muerte de la desposada en Ravenscraig. El rey molesto con los enfrentamientos y viendo que con la boda no se había arreglado nada entrega la fortaleza de Ravenscraig a los MacKenna. A partir de ese momento los MacKay juran venganza y continúan la batalla, reclamando los derechos legítimos sobre Ravenscraig.

Ross MacKenna está luchando en una revuelta contra los MacKay, ha perdido a hermanos, padres, primos, tíos… ha perdido a mucha familia en este enfrentamiento con el clan enemigo y está cansado de tanta muerte. Pero lo que más le sorprende en ese instante es la belleza MacKay que le reta espada en mano. Esos ojos verdes… ese pelo rojo… pero el jefe del clan MacKay solicita un acuerdo para enterrar a sus muertos y ambos clanes recogen sus restos y se van a lamer las heridas a sus respetivos castillos.

Tearlach MacKay está cansado de tanta muerte, no podría ver morir a otro de sus hijos, o a su hija Gillian en este enfrentamiento. Está durando demasiado. Cansado solicita una reunión con Ross MacKenna y acuerdan una tregua. Una tregua en la que hay como condición sine qua non que Ross ha de casarse con Gillian, que no puede devolverla a casa y que ha de tratarla bien. Si alguno de estos puntos no se cumple volverá el enfrentamiento entre ambos clanes.

Gillian no puede comprender que su padre ceda Ravenscraig a los MacKenna, que pueda bajar su espada tras tantos años… tras tanta familia muerta a manos del enemigo. Pero se dá cuenta que no quiere ver muertos a más hermanos, a más amigos.. así pues, acepta el matrimonio. Pero no lo acepta de buen grado y pretende luchar cada centímetro de terreno.
Lo que no espera la joven es que Ross sea un hombre tan tozudo y perseverante como valiente, ni que sea tan buen amante.
Lo único que exige Ross es que ella capitule.
Lo único que ella le niega es la rendición.

Esta novela es entretenida. Solo entretenida, sin más.
Es un libro de lectura discordante, es decir, el inicio del libro te anima a seguir, pero luego vas descubriendo que, a medida que pasan las páginas, los siguientes diálogos y situaciones se hacen predecibles. Demasiado predecibles, con lo que la sorpresa quedan descartados.
Pese a tener una buena trama, la escritora no consigue enganchar a la lectura. Los diálogos no son amenos, son lentos, hay descuadres en las situaciones y los sentimientos de los protagonistas son confusos.

En ningún momento puedes saber cuando se ha enamorado Gillian, acabas el libro y sigues preguntándote cuando se ha enamorado, cuando ha acabado de sentir tanto odio hacia su marido … hay muchas preguntas en este libro del que vas pasando página y lo encuentras cada vez más pesado.. más lento y el final total y absolutamente predecible.
Hay puntos que nadie comprende, como por ejemplo el hecho que ella acepte tan fácilmente los derechos maritales de Ross en la cama, habiendo leído como es ella, habiéndote hecho una idea mental de su forma de ser y de ver a su marido, no acabas de convencerte de que esa mujer que está con él sea ella. Es incomprensible.
Más puntos incoherentes son los secundarios, ha intentado una trama que no acaba de convencer ni al más puesto. Fácil y predecible.
Veo que la señora Mason sigue en su línea de una trama con la que podría aprovechar y sacar mucho jugo a unos personajes bien delineados los deja de lado.
Si no se tiene nada mejor que leer, se puede mirar … pero si tienes algo mejor, cógelo.

tita yolanda