Diana Hamilton - Deuda de amor

Valoración:

Crítica realizada por LILIAN

"Casarse con un hombre al que apenas conocía era una perspectiva abrumadora. Pero Christa no tenía otra alternativa. Ross Donahue era implacable. Él podía salvar al padre de Christa de ir a prisión, pero el precio que exigía era demasiado alto. La joven estaba viviendo una pesadilla en la que la felicidad parecía sólo algo que soñó en el pasado"

Para disculpar un poco el comportamiento altanero y desagradable de Christa hacia Ross, tengo que explicar que tener que dejar toda tu vida en Londres para cuidar de un padre propenso a la bebida y que se juega, cada noche, el poco dinero que traes a casa pues tiene que amargar bastante. Si encima, a las seis de mañana, se presenta en tu destartalada casa un invitado sorpresa con la noticia de que viene a cobrar una deuda de tu querido padre pues no le das la mínima oportunidad. Y aunque al final se aclaran unas cuantas cosas, y no todo es ni blanco ni negro, es lógico que Ross y Christa no empiecen con buen pie...

A veces hay que echarle mucha imaginación y ganas para tragarse que en una novela de temática actual, en pleno siglo XXI y con nativos europeos de pura cepa, se produzca una boda a cambio del pago de una deuda de juego. Pero si te olvidas de tu mentalidad moderna y te haces cargo de que el harlequin tiene millones de años, pues acabas disfrutando de cada palabra que contiene.

En Deuda de amor, empezamos con el romance por el tejado. Christa poco a poco va enamorándose de su marido y no me extraña, la verdad. Ross es un tipo paciente, socarrón, que se preocupa mucho por las personas que hay a su alrededor y que, a pesar de los pesares, es muy atento con su esposa. Y por si todas estas cualidades fueran pocas, tiene una cartera abultadísima gracias a una red de restaurantes que se extiende por medio mundo. Además belleza física le sobra y mirarle a la cara, con esos rizos negros que le caen despreocupados por la frente y esos ojos acerados, pues es un placer para los sentidos. Total, que Christa ha pasado de tratarle a patadas a preguntarse cómo puede acercarse a Ross. Sufre y mucho, porque la conciencia la está matando. Ha estado tanto tiempo pensando lo peor de su maridito que cuando se da cuenta de su error, teme que pueda ser demasiado tarde. Esta parte de la historia, me encanta. Ver a Christa tragarse su orgullo cuando siente cómo su reinado peligra -por la presencia de otra mujer- y ese torrente de celos... Reconozco mi perfidia, pero me ha gustado verla probar un poquito de su propia medicina.

Destacaría a dos de los personajes secundarios que han servido para provocar roces entre la pareja protagonista. Por un lado tenemos a Howard -el rubiales amigo de la infancia de Christa- y por otro a Fleur -la infatigable diseñadora de interiores-. Howard y Christa se traen algún secretito que trae de cabeza a Ross y Fleur, está a uvas de las maquinaciones de Christa pero sólo con su presencia (eso sí por motivos de trabajo) da juego.

Mi puntuación es 4/5

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