Crítica realizada por Mariam
Don Rafael Pérez fue una vez, en tiempos antiguos, un caballero medieval español. Entonces su nombre era Rodrigo y empuñó sus armas defendiendo la fe cristiana, pese a que por sus venas circulaba tanto sangre cristiana como musulmana. Fue un guerrero valeroso, que estaba profundamente enamorado de su esposa Blanche.
A lo largo de una batalla fue derrotado y hecho prisionero por El Sirio, un sanguinario vampiro que, a través del vínculo del abrazo, lo transformó en uno de los suyos y lo mantuvo prisionero durante dos siglos. Su negativa a convertirse en uno de sus peones del mal, sembrando la muerte y la destrucción a su paso, lo arrastraron a ser cruelmente torturado y ultrajado durante ese lapso de tiempo, hasta el momento en que pudo llevar a cabo su venganza y acabó con la vida de El Sirio. Escapó a su esclavitud. Sin embargo, sobrevivió un vampiro, Diego, quien juró en aquel momento vengar la muerte del que fue el creador de ambos.
Setecientos años después, Rodrigo ha llegado a ser Don Rafael Pérez. Es el líder de los vampiros que moran en el territorio de Texas, lugar en el que lucha por mantener el orden y la paz entre los suyos. No obstante la reaparición de Madame Celeste pone en peligro el bienestar de los vampiros residentes en el territorio.
Madame Celeste es una vampiro que con tal de dominar y en su avidez por alimentarse, humilla a aquellos que le provienen de sangre. Obsesionada con Rafael, con quien tuvo una breve relación de intercambio de sangre y sexo en el pasado, quiere dominarlo para gobernar el territorio de Texas, uniéndolo al suyo propio, el de New Orleans.
La negativa de Rafael la enfurece completamente. Apoyada por dos de sus hombres o vampiros: Devol y Beau, planea destruir y acabar con el vampiro español en venganza.
Rafael es un vampiro, obligado a beber sangre para alimentarse, como el resto de vampiros. Esta necesidad arrastra otras consecuencias: el que sus víctimas alcancen un estado de éxtasis sexual, ya que son estas emociones las que dotan de sustento la sangre que ingiere el vampiro.
Grania O'Malley es la joven veterinaria, recién llegada al Centro protector de animales de Texas. Huérfana desde que era tan sólo un bebé, fue criada en orfanatos. Su brillantez y aptitudes la ayudaron a lograr una formación universitaria, convirtiéndose así en veterinaria.
A lo largo de toda su vida ha experimentado numerosos sueños, en los que siempre aparece un hombre moreno, oscuro y misterioso que la cautiva. Al llegar por primera vez a Texas, experimenta un increíble sueño erótico con ese mismo hombre. Poco después conoce al intimidante Don Rafael Pérez y descubre, con sorpresa, que se trata del hombre que aparece en sus sueños.
A partir de ahí se repiten los sueños, en los cuales revive la vida de Rafael como Rodrigo, y cómo fue transformado en vampiro y torturado en el proceso.
Rápidamente descubre que Don Rafael es en realidad un vampiro. Pero, lejos de asustarse, su lado científico predomina sobre sus otros temores. Trata por todos los medios de descubrir más sobre la existencia del vampiro.
Un vínculo se establece entre ellos, uno que lleva a Grania a sospechar que ella es en realidad la reencarnación de Blanche, la mujer de Rafael. Y que le lleva a él por su parte a creer que Grania es su compañera, la única con la que puede formar un lazo de sangre. Sin embargo el peligro que esto comporta para la mujer, cuya sanidad mental peligraría, le impide ceder al deseo de transformarla en vampiro, y por ende en su compañera.
Mientras una relación, que en un principio es básicamente sexual y posteriormente de otro cariz, se establece entre Grania y Rafael, persisten los reiterados intentos por parte de sus enemigos por acabar con él. Existe una preocupación nueva, añadida al resto, y es que Rafael teme que si descubren el valor e importancia que Grania tiene para él, sus enemigos la utilicen como arma para acabar con él.
A la par, Grania lucha por hallar el valor para confesar a Rafael el verdadero vínculo que los une, uno que persiste entre ellos desde siete siglos atrás.
Diane Whiteside inicia con Lazos de sangre la trilogía de los vampiros de Texas.
Prácticamente de principio a fin se nos describen numerosas secuencias de alto contenido erótico, enmascaradas bajo el propósito y carácter que comporta la ingesta de sangre por parte de Don Rafael. No obstante, a mi parecer, se aprecia fácilmente que es un recurso fácil para sobrecargar el libro con este tipo de escenas, sin que sean completamente necesarias.
La trama que se perfila es bastante plana y predecible, llegando a pasajes en que se torna completamente irreal e incomprensible. El libro en muchas ocasiones parece centrarse más describirnos detalladas escenas de sexo que en otras cuestiones.
Se va intercalando la vida actual y presente de Don Rafael con la pasada como Rodrigo y a través de recuerdos y sueños de Grania se va desgranando
La relación romántica entre los protagonistas es poco creíble. La secuencia de los hechos y la personalidad plana de estos imposibilitan que se cree un clima de sentimientos profundos. El único sentimiento, bastante patente a lo largo del libro, es el deseo sexual. El resto parecen carecer de importancia hasta las últimas páginas, y aún entonces, siguen manifestándose a través de escenas de sexo.
En mi opinión este hecho resta romance al libro. Más bien parece la búsqueda de una excusa detrás de otra para que los protagonistas tengan relaciones sexuales. Las descripciones son muy detalladas y la ambientación erótica es muy palpable, pero los sentimientos románticos brillan por su ausencia.
Los personajes secundarios son, al igual que los principales, bastante planos y desprovistos de complejidades y dobleces. En ocasiones parecen estar simplemente como parte del trasfondo de la novela. Sus apariciones e intervenciones son bruscas y frías, casi mecánicas.
Para mí uno de los puntos más débiles de la novela es, sin duda, la parte romántica. No se trata de ausencia de escenas entre la pareja, al contrario, éstas abundan. Es la falta de calidez, de emociones que éstas transmiten. Eso sin mencionar determinada escena de "seducción" que me provocó un ataque de risa.
Los vínculos entre ellos se tejen muy rápidamente y la transformación desde una relación, meramente sexual, a algo más profundo es incomprensible y poco clara.
Uno de los aspectos que más interés me suscitaba era el hecho de que el protagonista sea español Era de esperar una gran documentación histórica sobre España, pero las menciones históricas que se realizan son breves, escuetas y poco desarrolladas. Incluso las expresiones que utiliza a la hora de expresarse no son exactamente de España, sino de otras regiones, México o Texas.
En conjunto Lazos de sangre es una novela, cuyo contenido romántico es muy pobre, aunque con una alta carga de escenas eróticas. La secuencia narrativa, el argumento son planos y sin brillo. No es un libro que me halla dejado huella ni emocione, al contrario, me ha parecido frío y anodino por la poca credibilidad que ofrece de las situaciones, desde la falta de extrañeza de Grania al descubrir que Rafael es un vampiro, al precipitado y enrevesado final. Pero en cualquier caso, esto es sólo una valoración subjetiva y personal, para otros lectores fue ser un libro memorable.
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Crítica realizada por Mencía
Opinión general
Impresionante desperdicio de vista y neuronas, seductor arrebato que te posee con un único propósito: EL ASESINATO. Estando ya entrando en los estertores que preceden a la muerte, la escena que comenta Mariam me dio la puntilla. A mí un tío me sale con esas y no encuentra bolso donde esconder la cabeza, pero será HORTERAAAAAA. ¡Por Dios! De lo malo, lo peor"
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LA ESCENA
Lagrimones como puños me caían por el rostro al leer esa escena, que por cierto se desarrolla a colación de una pregunta que le hace ella a él. (Y tan pancha que se queda) ¿Se Alivia usted con su misma mismidad? y él ¿qué decide? Pues nada más ni nada menos que hacerle la demostración de su poderío:
Esos brazos en jarras que suben, bajan y dan vueltas; ese te miro de un lado me giro y ahora te miro por el otro lado; ese culo en pompa y ese taconeo al compás, que se supone de flamenco y el individuo era caballero castellano, con lo que entre eso y el levantamiento de pies, ya no sabes si está por sevillanas o lo suyo es la jota. Ella a cuadros, ¡BIEN!, pero ¡Ay de mí! cuando leoooo, que impresionada y excitada por sus evoluciones, y yo solo imaginando estaba pasando vergüenza ajena.
El saque de camisa de infarto, pero por la depresión y contorsión que te provoca, a mí de hecho, tal descripción me creó un trauma que aun no he superado. Jamás, jamás de los jamases podría pensar que alguien puede ponerle tanto cutrelux a la descripción de una manola.
Otra escenita, que merece una mención aparte, es cuando ella le sorprende alimentándose y descubre que es un vampiro.
Nuestra protagonista, veterinaria de profesión, encuentra su máxima satisfacción en la contemplación de los búhos, (por cierto alguno hay que le habla, sí, LITERAL, el búho mantiene con ella una conversación al mejor estilo doctor Doolittle), así que, ni corta ni perezosa vaga por la noche con unos prismáticos de visión nocturna (y nada de comprados en los chinos, no, ella los ha conseguido del todopoderoso ejercito americano, ahí es na) y ¡Zas! Pilla a Don Rafael en plena cena.
Cosas de la vida, tantos por mirar y husmear para protegerlo y va la prota y se les cuela, porque como caminaba en contra de la dirección del viento...(Pobrecito, anda que no es castigo que solo puedas alimentarte de una hembra, mientras le estás provocando un orgasmo detrás de otro, y encima el ejercito de guardaespaldas que tienes por allí controlando, esperando pacientemente a que acabes, se deje colar a una espectadora que no había pagado entrada).
Pero no os preocupéis, que Rafita es el vampiro mayor y la huele, total, que mientras que está dale que te pego que te pego que te dale con el primer plato o los entremeses, mantiene una conversación mental con sus guardias, y además se preocupa por ofrecerle un buen espectáculo a la protagonista ( que sepa el machote que está hecho).
Como no podía ser de otra forma nuestra aguerrida protagonista se queda viendo el show gratuito, y de paso marcándose ella también un orgasmo, y es que el poder de la vista y la mente es lo que tiene.
Quiero hacer una mención de honor para su "menú" habitual. La mujer en cuestión era del tipo: " 25000 orgasmos con pie, lengua o mano, pero... ni se te ocurra meter que te capo" (quisquillosilla que nos salió la chica). Pero no hay problema, Rafa "Viagra" aguanta lo que le echen que para eso es un campeón; luego le borra el recuerdo ¡cachis!, y San se acabó. ¿Como se explica la individua el escozor y cansancio....? La autora lo deja a nuestra imaginación.
LOS SECUNDARIOS
Hijas mías, no tienen desperdicio, tanto es así que no sabría por donde empezar.
Algo que todos ellos tienen en común es su encefalograma plano, oratoria de besugos y buen olfato. Este detalle causó un verdadero trauma a mi sensible educación, pero vayamos por partes:
El Sirio es el malote mayor. Gracias a que la autora hace que Rafita lo liquide en el pasado, conseguimos que su recuerdo no nos perjudique en demasía nuestra ya maltrecha salud mental. Vamos, lo de siempre, el Sirio es un perversote con las desviaciones propias en el marco del medievo: que si te pongo en el potro, que si te mato de hambre, que si no te me resistas, que si mira que te estas poniendo guapo... .
Pero hete aquí que con la que nos toca lidiar en el presente es con Madame Celeste, una siliconada filibustera a punto de atragantarse con sus tetas. El intento de seducción de la susodicha al protagonista, es de serrallo de cuarta categoría y todavía no me explico como de aquella no cerré el libro, claro, que pensándolo bien, el hecho de que apenas salga, salvo para mostrarnos que es una autentica mujer dedicada al "arte", contribuyó mucho. Sus lugartenientes son el mancebo de turno y el rencoroso, envidioso, mentiroso y demás osos que se puedan adjudicar al oponente también vampiro de nuestro protagonista. La relación entre ellos y sus acciones sirvió para hacer el guión de "No me chilles que no te veo" con eso os digo todo.
En cuanto a los "hijos y guardaespaldas"... menuda panda de descerebrados. La autora consigue hacer tal batí burrillo que ahí me quede, intentando entender "el hecho y el que está a medio hacer". Eso sí, dedicados son un rato, que tienen que hacer el corro para que "papa" se beneficie a la amante, pues se hace, y pidiendo perdón por no haber olfateado bien como es su obligación.
Ah! Y como invitada estelar, una creo que cantante, defensora de virginidad a ultranza, que acaba como pincho moruno al amanecer. Y es que esto de la conversión vampírica, para esta autora, nos convierte en ninfómanas hasta la muerte - lástima que a esta le pillara un rayito de sol antes-.
Valoración: Malo pero si te lo tomas a risa te partes con él.
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