Erika Fiorucci - Tres días en Moscú

Valoración:

Crítica realizada por Arianne

La periodista neoyorquina Marianne Cabani recibe la visita por sorpresa de su amante ruso, Vadim Chekov, magnate petrolero. Vadim, cuerpo de atleta y máquina sexual, ha hecho una escala en Nueva York antes de su viaje a Dubai para darle a Marianne aquello que cualquier mujer en su sano juicio aceptaría sin pensárselo dos veces: un anillo de compromiso incrustado de diamantes, comprado a puertas cerradas en la mejor joyería de la ciudad. Pero la bella Marianne no es una mujer corriente, es desenfadada e independiente y no quiere transformarse en una esposa trofeo. El millonario Vadim está perdidamente enamorado de esa mujer ardiente y descarada, y la acepta con todas sus locuras, inseguridades y divertidos raptos de verborrea. Pero Marianne tiene cada vez más dudas, y está a punto de cometer una locura...

Después de su accidentado encuentro en Londres y su posterior reconciliación neoyorkina, Marianne y Vadim continúan con su relación a distancia. Vadim es un millonario y muy ocupado empresario ruso y Marianne es periodista y blogger. Vadim quiere más, Marianne quiere... en fin, Mariane quiere tantas cosas y se hace tantas preguntas que cuando se quiere dar cuenta Vadim se ha largado dejándole una cajita azul encima de la mesa.

Así empieza Tres días en Moscú, continuación de Cuatro días en Londres. Me encantó la primera entrega y aunque es cierto que el final fue un poco abrupto, me pareció una novela corta fantástica, que me hizo reír y engancharme al original estilo de Erika Fiorucci. En Tres días en Moscú volvemos a encontrarnos con los mismos protagonistas. Una estupenda Marianne y un Vadim tanto o más dictatorial que antes, y también está Sergei, un afamado bailarín de ballet clásico acostumbrado a reclamar atención. Vadim ama a Marianne, eso es un hecho. Marianne se pondría a bailar el Shake Harlem cada vez que se lo oye decir, (aunque no sepáis lo que es, seguro que si lo imagináis acertáis, como me pasó a mí). Sin embargo no está segura de que su relación vaya a funcionar. Saber más del porqué de esas dudas y entender las verdaderas razones de la inseguridad de Marianne es una de las muchas cosas buenas de la novela.

La historia se cuenta en primera persona, algo que no suele entusiasmarme, pero Marianne es tan directa y tan auténtica que se me olvida la persona. También Sergei, adorable, liante y travieso, interviene a ratos. La trama es sencilla y sobre todo me encanta la forma de contar de la autora, chispeante, llena de humor, de referencias, muy vivaz y capaz de sorprenderte. Y aunque mantiene en todo momento el tono divertido, también hay escenas intensas, sugestivas y otras de las que sin poderlo evitar te arrancan un suspiro.

Creo que es un broche estupendo para Marianne y Vadim, pero por supuesto ahora falta la historia de Sergei, y sería fantástico saber un poco más de cómo les va a los dos. Es otra de las cosas que me han gustado, hay pequeños guiños a otras historias que te dejan con la miel en los labios y ganas de saber más.

En resumen, que me ha encantado y os la recomiendo si queréis algo que os haga sonreír a base de ingenio y frescura y os deje con un buen recuerdo.


Crítica realizada por Celina

Si os gustó Cuatro días en Londres, esta novela también os gustará. Los protagonistas son también Marianne y Vadim. Yo recomendaría a las que no conocen la otra, leerla primero para ponerse en situación porque una sigue de la otra. La novela no llega a las 200 páginas, de modo que es una lectura rápida y deja un buen sabor de boca.

Las relaciones a distancia no son fáciles; distintos amigos, distintas circunstancias y, sobre todo, no tener a la persona amada cerca, hace complicado mantener la pasión encendida. Ya se sabe que el roce, hace el cariño. En esta historia algo hay de eso porque el protagonista no quiere ese alejamiento sino tener a la mujer que ama a su lado, disfrutar con ella de cada mañana y de cada noche, beberse la vida juntos.

Es una novela que nos habla de sentimientos, de la inseguridad de cada uno de los personajes principales, de sus deseos más íntimos, pero sin renunciar a lo que cada uno busca en la vida. No entregar por entregar.

Vadim lo tiene, para mí, más claro que Marianne. Porque ella, aunque lo ama, quiere mantener su personalidad, no depender de un hombre, realizarse como mujer y como persona.

Nueva York y Londres están a tiro de piedra, como suele decirse, ninguna parte del mundo está ahora tejana de otra con los aviones, te subes a uno y en pocas horas estás con las personas quieres. Pero no es tan fácil cuando aparecen los celos y las adversidades.

La narrativa de la autora es sencilla, fácil de seguir, entretenida y, además, divierte a pesar de los problemas a los que se enfrentan los personajes.
El amigo de ambos no puede faltar en esta historia porque de hacerlo, nada sería igual. Me encanta este hombre tanto o más que Vadim.

Una lectura entretenida, para disfrutarla en una tarde si lees deprisa, junto a un chocolate caliente y, a ser posible, al lado de la chimenea o de la estufa.

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