Crítica realizada por Yamima
Rico, guapo, esperanza de madres ambiciosas y desesperación de sus hermanas, el marqués de Alverstoke no ve motivos para sacrificarse por nadie. Hasta que una pariente lejana, ajena a su egoísmo, recurre a él para solicitar su ayuda. Arrastrado de un drama a otro por la numerosa e imparable familia Merriville, Alverstoke se sorprende al descubrir que está lejos de aburrirse.
La más fascinante de todos es la resuelta Frederica, que parece más preocupada por el bienestar de su familia que por las atenciones de su distinguido pariente.
El marqués de Alverstoke tiene pocas prioridades en la vida; de entre ellas, ignorar las súplicas egoístas e interesadas de la mayoría de sus familiares y no aburrirse jamás figuran entre las más importantes. Por eso, cuando su recién descubierta prima Frederica le pide ayuda para presentar en sociedad a su deslumbrante hermana Charis y Alverstoke acepta, toda la buena sociedad londinense piensa, no sin razón, que ahí hay gato encerrado.
Lo que Alverstoke no esperaba, de ninguna de las maneras, es que los Merrivilles fueran a trastocar toda su existencia, y sin saber muy bien cómo, el lord, con toda su fama de galán irreductible a cuestas, tendrá que emplearse a fondo para ir rescatando hermanos demasiado emprendedores, hermanas demasiado sentimentales, a un primo tan garrido como estúpido e incluso a un perro de las garras de la muerte.
Frederica fue publicada en 1965 por la prolífica Georgette Heyer, a la que muchos consideran la madre de las novelas románticas de Regencia. El esquema de la novela es más que clásico: un galán tan alérgico al matrimonio como a la estupidez, lord Alverstoke, y una muchacha sensata y con mucho sentido del humor, Frederica, que obligará al héroe a replantearse si eso del amor puede ser algo más que una colección de palabras arrebatadas y convertirse en el sentimiento que guíe sus acciones. Ejem... Esta pareja, ¿no me suena de algo?
En Frederica abundan las situaciones divertidas (algunas para soltar una buena carcajada, como la escena del perro y las vacas), las conversaciones ingeniosas que se leen con una sonrisa en los labios y los personajes carismáticos. No hay grandes tragedias que amenacen a los protagonistas, ni malos malísimos, ni buenos insoportables. No hay escenas eróticas y, sin embargo, las contadas escenas románticas son tan tiernas que consiguen llegar al corazón con honestidad, para quedarse en el recuerdo de los lectores.
Es una novela muy british: los comentarios de Frederica y, en especial, del flemático lord Alverstoke, son mordaces y certeros; si las descripciones se disfrutan, las conversaciones te cautivan. Es una novela fresca, y, aunque no me gusta usar este calificativo porque siempre me quiere sonar cursi, absolutamente deliciosa. De esas que te reconcilian con la romántica cuando has empezado a perder la fe.
Crítica realizada por Marta_11
Creo que la manera más adecuada de empezar esta reseña es aclarando dos puntos. En primer término, esta autora nació en 1902 y murió en 1974, y su estilo se asemeja a Jane Austen (1775-1817).
Aunque la sinopsis puede dar a entender que estamos ante una novela blanca como las de Julie Klassen, no os hagáis una idea equivocada. En las novelas de Klassen el romance cobra mucho protagonismo (a excepción de dos títulos) aderezada con una buena trama de misterio, su escritura es cuidada y documentada, pero se nota que es una autora actual, quizás porque en el fondo no ahonda como sí lo hace Georgette Heyer.
Llegamos al segundo matiz, veo necesario admitir que me encantan las novelas de regencia. Me da igual que se centren en una trama amorosa, de misterio o que me describan los protocolos de la época, solo con que consigan que haga un viaje en el tiempo me vale. ¿Por qué digo esto?
Porque no quiero que os decepcionéis si compráis este libro buscando una gran historia de amor. En casi trescientas páginas (algo menos, sobre doscientas sesenta o así) Frederica y Alverstoke apenas se dirigen salvo para organizar un evento juntos (que no desvelaré) y el libro tiene 491 páginas.
Si queréis saber más de esta época, creo que esta autora no puede faltar en vuestras estanterías, es de agradecer todas las anotaciones a pie de página que incluye el libro en donde se mencionan celebridades de la época, explicaciones de lugares y códigos y algún que otro cotilleo...
Aunque en un momento parece que la historia no va a ningún lado, las conversaciones entre Frederica y Alverstoke hacen que quieras avanzar, rozan lo surrealistas. Él es el marqués (y soltero) más codiciado, a pesar de su pésima fama, sus comentarios son mordaces y no es muy querido entre sus parientes. Frederica es una solterona (odio esta palabra) con cinco hermanos, sobre ella recae todo el peso de su familia, conoce a Alverstoke porque va en su busca, pidiendo que ayude a presentar a su hermana Charis en sociedad, sobra decir que él no le pone las cosas fáciles. Además, no es la primera que le pide lo mismo.
Me han gustado mucho los dos protagonistas pero en especial ella, dada la época es extraña la sinceridad con la que habla, escandalizando más de una vez a Alverstoke quien intenta inculcarle las normas no escritas de la gente que vive en la ciudad, ella pasó prácticamente toda su vida en el campo, donde los convencionalismos sociales son más laxos. El marqués incide en más de una ocasión en el uso de carabina para andar por las zonas más transitadas como Bond Street. Pero a Frederica le cuesta mucho seguir las reglas, algo de desespera y divierte al marqués por partes iguales.
No es la primera vez que traducen a Georgette al español, algunos títulos fueron ya publicados por la editorial Salamandra pero hoy en día son muy difíciles de encontrar (La indomable Sophia, Dandi, El tío Sylvester, entre otros).
Crítica realizada por Cynthia HJ
Desde que vi la preciosa portada de la novela “Frederica” me cautivó. Luego, empecé a leer ávidamente todo lo que decían de ella en cuanto a su argumento y a su historia. Es decir, nunca me paré a pensar en quién era Georgette Heyer y, simplemente, me compré la novela convencida de que me iba a encantar. Cuando la tuve en mis manos, además de corroborar que la edición era una maravilla, me enteré de que Heyer ya ni vivía y de que había sido la creadora de la novela de Regencia que tanto me gusta leer. Dicho lo cual, empecé a leer la novela y la lectura tuvo sus altibajos pero, ahora que la he terminado, debo decir que me ha parecido una absoluta maravilla.
¿De qué va “Frederica”? Como su título indica, va de una mujer de 24 años llamada Frederica Merriville. Esta mujer tiene 4 hermanos menores que ella: Harry, Charis, Jessamy y Felix. Y se han quedado huérfanos. Frederica está acostumbrada a llevar las riendas de la casa y de la familia porque perdieron a la madre cuando eran pequeños. No obstante, al quedarse también sin padres, necesita urgentemente un tutor aparente que la ayude en su propósito: presentar en sociedad a su hermana Charis, toda una belleza. Es así como termina recurriendo al marqués Alverstroke, pariente lejano de su padre. Al marqués, que nada en la abundancia, todo le aburre y nada parece captar su interés más allá de unas cuantas semanas. Es conocido por todos como un soltero empedernido que sólo se preocupa por sí mismo. Nadie habría dicho que terminaría aceptando su papel de tutor al ver en Frederica la única mujer por la que no siente hastío.
Así empieza la historia y transcurre explicándonos todo sobre absolutamente todos los personajes. Y hay muchos. Es cierto que Frederica y Alverstroke absorben casi toda la narración, como es normal, pero los demás no se quedan cortos. Es decir, que todos los personajes tienen su peso en la historia y, sin ellos, no se entendería nada. Desde los hermanos de Frederica hasta el secretario del marqués. Georgette Heyer nos muestra aquí los entresijos de la sociedad de Regencia, tan encorsetada en su modo de vida, y las relaciones personales y profesionales que se generan en ella. Por eso, es indudable que termines adorando o despreciando a los personajes, de tanto que te metes en su vida y de tanto que los conoces. Por ejemplo, para mí es admirable el señor Trevor, el secretario del marqués. Me parece un personaje perfecto que bien merece una novela aparte. También me encanta Eliza, una de las hermanas de Alverstroke. Los personajes están tan bien trabajados que la autora consigue transmitir, por ejemplo, el ambiente familiar caótico de los Merriville, con Felix haciendo travesuras todo el rato, Jessamy debatiéndose entre hacerlas o ser un buen chico, Charis siendo una enamoradiza o Harry desentendiéndose de todo o liando aún más la situación. ¡Hasta el perro de los Merriville, Lufra, es importante! No sólo acapara la acción de un capítulo entero que, confieso, ¡fue el que más risa me hizo! Sino que es un personaje importante en el desarrollo de la historia hasta el final. Para mí, siempre será el cariñoso “perro de Baluchistán”.
La narración es muy detallada. Heyer tiene una forma de escribir llena de detalles, descripciones y demás. Es bastante enrevesada y lenta de leer. Es lo que más me frenaba cuando leía. Hay muchas alusiones a personajes históricos del momento, con sus correspondientes notas a pie de página. También hay datos históricos continuos, como el desarrollo de los globos aerostáticos o los avances de los barcos de vapor. Eso hace que la historia a veces resulte “un poco aburrida” si uno no está interesado en esos temas. Cuando los leía, me sentía un poco como el pobre Alverstroke, vaya. ¡Mortalmente aburrida! Pero creo que esto es parte del encanto de la novela. Según he leído, Heyer sentía que debía mostrar la documentación que hacía de cara a sus novelas porque la gente que las leía no estaba costumbrada a esa época en la que ella ambientaba sus novelas. Tiene todo el sentido del mundo, claro. Ahora, tan acostumbrados como estamos a las novelas de Regencia, nos parece algo secundario pero, en su momento, se habría agradecido.
El romance es totalmente blanco y recuerda, en general, las novelas de Jane Austen. El toque de humor es constante y es lo que hace que avance la relación entre los protagonistas. Debo decir que no le veía la gracia a muchas escenas porque tenían un humor… “muy británico”, si me entendéis la expresión. Pero es lo de menos. Me ha encantado la personalidad de Alverstroke, el típico rico aburrido con todo que, de la noche a la mañana, encuentra el sentido de su vida casi sin darse cuenta. También me ha encantado Frederica, que siempre antepone las necesidades de sus hermanos a las suyas, aunque no siempre lo haga de la mejor manera. Se da cuenta de sus errores y siempre se mantiene firme y realista. Es pragmática y, en general, es genial. Otro plus es la diferencia de edad de los protagonistas, cosa que me gusta mucho en este tipo de novelas: él tiene 37 años y ella 24.
En fin, “Frederica” es una novela que recomiendo. A los que os gusten las novelas de Regencia, a los que seáis fans de Jane Austen, a los que disfrutéis leyendo una novela histórica llena de humor y tira y afloja… ¡Y a los que queráis pasar un buen rato!
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