Crítica realizada por Katon
Cuando Riley Addison vio entrar a aquel guapísimo desconocido en la carpa en la que ella estaba prediciéndole el futuro a la gente, sintió una atracción inmediata. ¿Qué otra cosa podía hacer más que contarle su posible futuro... un futuro que podría ser muy bueno para él y para una mujer vestida de rojo? Después de eso, lo único que tendría que hacer era aparecer en su hotel... vestida de rojo, por supuesto.
El ejecutivo de marketing Jackson Lange jamás se había enamorado tan rápidamente. Tenía intención de aceptar la oferta de la seductora adivina... hasta que descubrió que se trataba de Riley Addison, la compañera de trabajo con la que siempre discutía. Sin embargo, con su plan de seducción, estaba seguro de que pronto no habría más peleas...
Esta novela es un claro ejemplo de cómo a veces las primeras impresiones no son siempre las correctas. Riley Addison, directora del departamento de contabilidad y Jackson Lange, nuevo director del departamento de marketing no pueden ni verse, metafóricamente hablando ya que ella trabaja en Atlanta y él en Nueva York, solo se han intercambiado correos electrónicos pero las peticiones, exigencias y tonos en que creen están redactados los escritos han generado en una antipatía más que evidente.
Pero todo cambia cuando se encuentran en esa tienda de adivinación, la atracción es mutua e instantánea y sin darse cuenta empiezan un juego de seducción, la escena de la tienda es para mí una de las mejores del libro. La chispa surge entre ambos y ninguno de los dos quiere que acabe pero el tiempo dentro de la tienda es limitado así que a través de la “adivinación” Jackson descubre que se va a encontrar con una mujer vestida de rojo en la cafetería de su hotel.
La cita llega y la atracción que surgió en la tienda aún permanece, su primer beso es casi mágico hasta que ella le pregunta su nombre y ambos se reconocen. A él le da igual, puede separar en ese momento el trabajo de lo que en realidad tiene en mente, pero Riley no puede y decide irse, sabiendo que al día siguiente tendrán que encontrase de nuevo en la comida que dará el jefe de la empresa.
Se encuentran una vez más y Jackson, con ayuda de Marcus, el jefe de ambos, consigue convencerla para que de un paseo con él en moto de agua. Ella es muy reacia por una experiencia pasada pero al final se lo pasa muy bien y acaban ellos dos solos en una cala solitaria. Jackson consigue echar abajo las reticencias de Riley y esta vez sí que quedan esa misma noche. La pasión les vence y pasan un fin de semana inolvidable.
Pero Riley sigue manteniendo que no tienen nada en común, que casi no se conocen y que los separan más de mil quinientos kilómetros. Pero de los correos electrónicos pasan a las llamadas telefónicas y así, poco a poco, se va tejiendo una red que les une. Un viaje inesperado de Jackson a Atlanta hace aflorar en Riley sentimientos cada vez más profundos. Pero Jackson no cree que sea amor y su carrera profesional está por encima de todo. La compañía le hace una oferta muy buena que incluiría trasladarse a Atlanta, Riley anhelaba que la aceptara pero el destino, en este caso disfrazados de una cadena muy importante de hoteles se interpuso en su camino.
Riley herida y decepcionada pone fin a esa no-relación y Jackson empieza a pensar que a lo mejor el trabajo no es lo más importante en esta vida. ¿pero será demasiado tarde?, ¿se atreverá a dar el paso que cambie toda su vida?, ¿habrán cambiado los sentimientos de Riley?
Es un libro cortito, aproximadamente unas cien páginas, ligero, se lee muy rápido, hay escenas que sí que me han gustado, se veía cómo iban cambiando sus poniones, sus sentimientos, pero para mí le sobra alguna escena de sexo. Aunque el trasfondo de la novela se basa en nuestras propias elecciones, cómo según lo que decidamos podemos ser felices o dejar escapar la felicidad entre nuestros dedos.
Puntuación: 3/5
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