Crítica realizada por Luciago
Llevo muchos años leyendo novela romántica y conozco a todas las grandes autoras y muchísimas más, porque soy de las personas a las que les gusta probar con nuevas autoras de vez en cuando. Unas veces, como estos dos últimos años, encuentro verdaderas joyas que se han convertido en iconos para mí, y otras que no me han convencido, pero hay algunas que me han dejado un regusto dulce que me va a impulsar casi seguro a seguir su trayectoria. Jill Shalvis es una de estas últimas.
El hechizo de un beso es una historia de esas que cuando la terminas te dices que no has leído nada intenso ni complicado en sí, pero que has disfrutado muchísimo con ella, y es porque me he reído con todos los personajes, me ha gustado mucho el protagonista; hay una mascota, en este caso es una gata, Petunia, que es mala o buena, según el momento, pero siempre una dulzura. La novela tiene unos encuentros volcánicos entre los protagonistas, pero muy bien narrados y me he encontrado momentos dulces y tiernos que me han hecho hasta temblar el corazón.
Willa tiene una tienda de animales donde suele emplear a chicas que han tenido problemas en su vida, y eso es porque ella ha sido una niña de acogida a cargo de los servicios sociales hasta los dieciocho años, y como nadie la ha querido nunca, ella entrega su amor a todo el mundo: personas y animales. Tiene un grupo de amigos que son su familia, entre los que se encuentran las chicas que trabajan para ella.
Keane se encuentra de repente con una gata, Petunia, que lo odia y le destroza todo lo que hay en su casa; por lo que decide llevarlo a la tienda de Willa para que se la cuide. La gata se siente tan bien con Willa que Keane la seguirá llevando allí casi cada día. El rechazo que éste siente por parte de Willa empieza a molestarlo, porque él está acostumbrado a que las mujeres le persigan y le resulta muy rara la situación. Claro, no conoce el motivo. Pero va a conseguir que cambie de parecer y es muy bonito leer todo lo que sucede en este reto que ha empezado Keane, y la respuesta de Willa.
Es muy importante también el ambiente de amistad que predomina en el relato. En torno a Willa, la rodean y protegen las empleadas de la tienda, entre las que destacan Rory y Cara, las más antiguas junto a los amigos que forman su familia. Lo mismo que el resto de amigos que forman el grupo entero. Los cotilleos de las amigas acerca de cosas y en especial sobre los hombres, son muy divertidos. Se sueltan pullas las unas a las otras, y se crea un ambiente de alegría constante. Todas han tenido un pasado traumático y esto las une mucho.
Keane también tiene sus allegados y hay uno especial que es digno de mención: la tía Sally, la dueña de la gata; una anciana autoritaria pero de gran corazón, y los trabajadores de su empresa, los cuales son muy divertidos también. La relación entre ellos y el jefe es un poco atípica.
No quiero contar nada más de la trama ni de la relación entre ellos y sus amigos, pero sí quiero decir que prima el sentido del humor en toda la narración, los diálogos son chispeantes, hay mucha sensualidad, ternura, dulzura y una preciosa historia de amor entre dos personas: una que creía que no sabía amar y otra que amaba, pero solo sabía hacerlo temporalmente.
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