Crítica realizada por LILIAN
Octavo libro de la serie "Hawk's way"
"El ranchero texano Zach Whitelaw había puesto un anuncio en el que pedía una esposa con el fin de tener hijos. Pero si no se quedaba embarazada en el plazo de un año, se divorciaría de ella.
Seis meses después de su matrimonio, el vientre de Rebecca Littlewolf seguía tan plano como el día de su boda. ¿Qué se suponía que podía hacer una esposa enamorada que no estuviera dispuesta a ponerse un cojín debajo de la camisa?"
Rebecca Littlewolf es enfermera y lleva dos años trabajando en la unidad de oncología infantil de un gran hospital. Su trabajo es muy gratificante pero también, en algunos casos, muy triste. Rebecca lleva años dándole vueltas a una idea brillante: Montar y sacar adelante un campamento de verano para niños enfermos de cáncer. Para ello, necesitaría encontrar un bonito lugar que tuviera caballos para que todos los niños pudieran disfrutar de lo lindo y poder olvidarse de su enfermedad durante unos días. La oportunidad la viene a buscar a Dallas, en forma de anuncio de periódico.
Zach Whitelaw ha dedicado su vida a su rancho, el Hawk's Pride. Tiene treinta y seis años, un pasado amoroso que no quiere recordar pero que lo hace a diario y unas ganas locas de tener hijos. ¿Qué se le ocurre? Pues poner un anuncio buscando esposa o mejor dicho, una yegua de cría. A todas las candidatas que acuden a su puerta las deja muy clarito que su matrimonio sería simplemente un acuerdo de negocios, donde lo importante sería la descendencia futura y no los sentimientos.
Becky pasó toda su adolescencia en el Hawk's Pride y -a la muerte de su padre- lo abandonó a los diecisiete años para ir a la universidad. A pesar del tiempo transcurrido, el amor que siente por Zach ha permanecido intacto, así que, al reencontrarse y ofrecerse como esposa debe ocultarle lo que siente. Le cuenta su sueño del campamento y Zach decide ayudarla pero con algunas reticencias. Descarnadamente ofrece a Rebecca un matrimonio sin amor que debe dar sus frutos en un año como máximo. Becky lo acepta ciegamente pero las cosas no salen como pensaba...
Una novia obstinada es un harlequin de los que enganchan desde el primer momento y eso que tiene un argumento inverosímil, tratándose de una historia contemporánea. Pero la verdad es que esta carencia la suple con gracia y salero la autora porque no sólo se centra en el romance, sino también en una ambientación preciosa, unos personajes secundarios entrañables y un reencuentro entre dos seres que están mejor juntos que separados. Me ha encantado la forma en que Zach se va enamorando poco a poco de Rebecca y deja de verla como una especie de vientre de alquiler. Y es que Zach está más cerrado al amor que un candado con silicona y a Becky le cuesta mucho hacerle cambiar de opinión. Su relación va viento en popa mientras no entren en materia sentimental. Se llevan estupendamente pero el ansiado hijo no llega. Practican y practican todos los días sin falta hasta el punto, de que el doctor les recomienda parar un poco para mejorar la calidad de la "semillita". Esta parte es la que menos me gusta por los motivos no por el acto en sí, que desborda pasión y buen gusto. Y es que no me va nada eso de: hay que embarazar a Becky a toda costa, que geste a mi retoño y de paso la echo una manita con el campamento de verano por eso de que también pienso con otra parte de mi cuerpo...
Por todo lo anterior y porque hay novelitas que no tenían que terminar nunca, mi puntuación es 4,8/5.
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