Crítica realizada por Arsénico
Tercer libro de la Trilogía "Joyas" El amor más allá del tiempo
Resumen Personal (sin spoilers):
Después de leer Rubí y Zafiro ya sabemos que Gwendolyn Shepherd es una chica normal y corriente con varias particularidades. En primer lugar tiene el don de ver fantasmas y comunicarse con ellos, cosa que no le ha traído más que disgustos, pues por muy divertido que resulte entablar conversación con fantasmas de cualquier época o gárgolas de lo más siniestras, la gente a su alrededor no deja de verla como a una chiflada de lo más excéntrica. Y en segundo lugar, Gwen ha resultado ser el Rubí, la última viajera en el tiempo, cosa que no le ha proporcionado más que problemas y una agenda demasiado apretada para una chica de su edad. Al salir de la escuela, Gwen debe asistir al cuartel de los Vigilantes donde le serán impartidas clases intensivas de idiomas, esgrima, historia y geografía, bailes de época, normas de protocolo… con el fin de prepararse para los viajes al pasado y sus encuentros con el espeluznante conde de Saint Germain.
Los Vigilantes, guiados por el conde de Saint Germain, han dedicado mucho esfuerzo a la tarea de registrar en el Cronógrafo la sangre de los doce viajeros del tiempo y están a punto de alcanzar sus objetivos. Según la profecía: una vez que el círculo de los doces haya sido cerrado, se obtendrá la piedra filosofal, una sustancia que garantizará la cura de cualquier enfermedad. Sin embargo, hay quién no está de acuerdo con las intenciones del conde, que en realidad quiere conseguir la piedra filosofal para beneficio propio. Y será Gwen, junto con varios aliados, los que decidan investigar y sabotear los planes del conde y sus adeptos. No obstante, para ello Gwen tendrá que enfrentarse a sus propios sentimientos, y decidir si está dispuesta o no a confiarle sus secretos a aquel viajero del tiempo que le ha robado el corazón: Gideon de Villers.
Opinión Personal (sin spoilers):
Esmeralda pone fin a una saga que empezó siendo toda una sorpresa para el género juvenil, que siguió pisando fuerte con su segunda entrega, y que concluye con un desenlace más que satisfactorio, sorprendente, emotivo y en resumidas cuentas, magnífico. Es cierto que cuenta con algunos momentos predecibles, pero son perdonados con otros totalmente inesperados que le hacen sumar puntos no solo a este último libro, sino a la saga al completo.
Como en las anteriores entregas, la narración será en primera persona desde el punto de vista de Gwen, y la trama volverá a girar en torno a su persona. Siendo Gwen el Rubí, y el último viajero en el tiempo, las profecías hablan de ella y de su importancia en la obtención de la piedra filosofal. A lo largo de la historia no sólo tendremos a una Gwen que junto a sus aliados conspirarán contra los Vigilantes y el conde de Saint Germain, sino que nos enfrentaremos a más misterios, viajes en el tiempo donde peligrará la vida de nuestros protagonistas y muchas sorpresas que iremos descubriendo a lo largo de la historia.
Este último libro vendrá más cargado de acción, misterios y grandes revelaciones; más momentos emotivos, desternillantes y sorprendentes; y por supuesto, mucho más amor.
Gwen ha logrado convertirse en una de las mejores protagonistas juveniles que he conocido, de esas que perduran en el recuerdo por su carácter alocado y su manera tan particular y sarcástica de ver la vida. Es una chica sencilla, con sus defectos y virtudes que te irá mostrando sin miedos ni reservas. Como buen ser humano que es, Gwen se deja llevar por sus sentimientos, desencadenando momentos de felicidad desbordantes, furia mal contenida o situaciones donde tiende a dramatizar y a insuflarse de pensamientos de lo más siniestros; todo siempre desde un punto de vista muy sarcástico y divertido. Gwen es única y auténtica, y hay partes donde no puedes evitar soltar el libro y aplaudir por su ingenio.
Por otra parte tenemos a Gideon, aquel protagonista tan misterioso como encantador que no hace más que desconcertarnos con su forma de proceder. Es imposible asegurar cuáles son las verdaderas intenciones, sus sentimientos y por qué tiende a actuar como lo hace. Gideon es un chico que puede ser todo amor y simpatía en una página, y a la siguiente volverse tan frío como prepotente. Impredecible. Esa es la palabra que definiría a nuestro querido Gideon de Villers y por supuesto, en este libro el misterio de su persona será por fin resuelto.
A diferencia de otros libros juveniles, la relación entre Gideon y Gwen no es en absoluto azucarada y el amor, pese a tener su gran importancia en la trama, queda relegado en ocasiones en un segundo plano para centrarse en otros aspectos más importantes de la vida de los protagonistas. Sin embargo, la parejita nos regalará momentos preciosos que son para enmarcar y suspirar, dejándonos más que satisfechos.
En cuanto a los personajes secundarios, continúan apareciendo los mismos que en las entregas anteriores, profundizándose más en algunos de ellos que tendrán más relevancia a lo largo de esta historia.
Destaco en especial a Xemerius, ese daimon gárgola que provocará momentos de lo más absurdos y desternillantes con todas y cada una de sus apariciones estelares. Xemerius es sin duda uno de los mejores personajes de esta saga, que conseguirá sacarnos una sonrisa incluso en los momentos más tristes de la historia.
También quiero hacer mención a James, aquel fantasma de la escuela de Gwen que suele ayudarla con clases de modales, historia y bailes de época. James no sólo volverá a aparecer en este libro como un espíritu remilgado y refunfuñón, sino que nos encontraremos con el James de carne y hueso en uno de los viajes al pasado.
Y por último, quiero hacer mención especial a Lucas, el abuelito de Gwen. Ya en Zafiro conocimos a Lucas de joven, y en este libro Gwen organizará de nuevo varios encuentros con él en el pasado. Disfruté con cada acercamiento entre abuelo y nieta, me divertí y conmoví a partes iguales observando el avance de la relación entre los dos. A fin de cuentas, sabes que en la actualidad él ya no está, y resulta duro despedirte de una persona a la que sabes que no vas a volver a ver o abrazar.
Una de las tantas cosas que más me ha gustado de este último libro de la saga, es que paulatinamente Kerstin Gier va encajando todas las piezas sueltas del pasado y presente que fueron quedando desperdigadas en anteriores entregas. Como ejemplo pondré aquella escena del primer libro donde Gwen salta de forma incontrolada al pasado y para su asombro se encuentra con su otro yo besándose con Gideon, que en aquel entonces no era más que una piedra en su zapato. Son pequeños detalles que hacen ganar puntos a una saga que va mejorando libro a libro.
Como punto negativo diré que esperaba algún capítulo más dedicado a la pareja protagonista, así como determinadas explicaciones sobre qué será de las vidas de determinados personajes secundarios, preguntas que desgraciadamente se quedan sin respuesta. Sin embargo, la historia vuelve a finalizar con un epílogo, que esta vez nos dejará con la boca abierta gracias a un descubrimiento muy revelador.
Un desenlace perfecto para una trilogía diferente, refrescante y adictiva, que sin duda va mejorando libro a libro. Una historia que cuenta con unos personajes carismáticos, impredecibles y fascinantes, que conseguirán robarte el corazón en cada uno de los libros. Acción, misterios y viajes en el tiempo, dentro de una trama perfectamente elaborada donde la amistad, la familia, la confianza y el amor, son algunos de los ingredientes que guiarán a nuestros protagonistas a recorrer con miedo pero con paso seguro, un camino de incertidumbre y temeridad.
Una de las pocas sagas juveniles que no me cansaré de recomendar.
Nota: 10
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