Crítica realizada por Maribel Moreno
Nunca beses a un roquero es la última entrega de esta serie, a mí me hubiera gustado que la banda Stage Dive hubiera tenido más componentes y haber podido leer más historias de estos roqueros, ya que he disfrutado mucho con estos personajes a los que he acabado cogiendo mucho cariño.
Vimos en los libros anteriores como cada vez que Lizzy y Ben estaban en la misma habitación, saltaban chispas, sin embargo no habíamos visto ninguno de sus encuentros. La historia comienza cuando Lizzy se da cuenta de que se ha quedado embarazada y como, en una cena en la que está todo el grupo y sus respectivas parejas, acaba enterándose Ben.
Lizzy es la hermana pequeña de Anne, está estudiando psicología y desde el momento en el que ve a Ben se siente atraída por él, y pondrá todos los medios para poder verlo.
Ben es el bajista del grupo, el más tranquilo de todos, no tiene ganas de comprometerse como han hecho sus amigos, pero no puede dejar de pensar en Lizzy, sin embargo la joven está vedada, ya que Mal no quiere que Ben haga sufrir a su recién estrenada cuñada.
Pero contra lo que todos opinan Lizzy y Ben se comunican constantemente vía mensajes, e incluso quedan un día, en el que Ben le deja muy claro que solo pueden ser amigos, dejando a la joven desengañada y enfadada, y así transcurren unos meses sin verse y sin volver a hablar, pero en Las Vegas en la boda de Mal y Anne no pueden remediar dar rienda suelta al deseo que sienten el uno por el otro, y como consecuencia de esa pasión van a tener que unir sus destinos, pero ¿qué hay de sus corazones?
Lizzy y Ben son personajes entrañables, la joven es decidida y tiene las ideas claras, aun suponiendo el trastorno que el niño hará en su vida, en ningún momento se plantea otra cosa que no sea tenerlo, contando con la colaboración de Ben o no, pero ella siente algo profundo por él y no pierde la esperanza de que algún día puedan ser una familia.
Ben es el más tranquilo de los cuatro componentes, es un bonachón, pero no quiere saber nada de compromisos, así que le ofrece a Lizzy todo lo que pueda necesitar y sobre todo su amistad, ya que es bastante cabezón y le cuesta darse cuenta de sus verdaderos sentimientos.
Aunque me ha gustado esta novela, esperaba más y en mi opinión se ha quedado en la más floja de las cuatro, en parte se debe a Ben, que le ha faltado la chispa que tienen Jimmy, David y sobre todo Mal. A Ben no lo he visto como el protagonista que yo esperaba, además, su participación en la historia, menos en las escenas de sexo, casi siempre está en compañía del resto de sus compañeros, por lo que me ha faltado más profundidad en este personaje.
En cuanto a la historia de amor, no tiene tanto romanticismo como las anteriores, es más fría.
Los secundarios si que me han encantado, ver los progresos en las relaciones de las parejas anteriores, e incluso ver las charlas que alguno de ellos le dan a Ben, con el fin de abrirle los ojos, y verlos reunidos y felices, también es verdad que hubiera estado bien un buen epílogo con todos juntos, eso lo he echado en falta.
En definitiva, Nunca beses a un roquero decae un poco respecto a las anteriores historias, pero sigue la estela en cuanto a que es divertida, entretenida y muy amena, Ben no tiene el carisma que tuvieron el resto de integrantes del grupo, aunque Lizzy sí que está a la altura, eso sí, los secundarios a los que he cogido ya un gran cariño, complementan esa carencia con creces.
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