Crítica realizada por Irdala
Sarah llega al pequeño pueblo de Deadwood con una obsesión: fundar un periódico. Además busca a su hermana que había escapado de su casa cinco años antes y, según sus cartas, se encuentra trabajando en el pueblo como empleada en una casa.
Abrirse paso no es fácil para una mujer sola. Pero éste es sólo uno de los problemas de Sarah. Pronto descubre que, en realidad, su hermana trabaja en un burdel. Sarah decide entonces rescatarla de su triste destino.
Aun sabiendo la complejidad de las historias que crea Lavyrle Spencer, al leer esta breve reseña en la contraportada del libro, estaba convencida de que esta vez no me iba a conmover hasta las médula de los huesos. Craso error. No hay un sólo párrafo en la novela que me deje de producir sensaciones.
El hilo que teje el motivo de esta historia es devastador. Podía haberlo revelado desde el principio y aun así la historia hubiera dado para mucho. Sin embargo, la autora la va tejiendo a poquitos, puntada a puntada, entremezclando la cotidianidad de una ciudad que va creciendo a medida que vas pasando las páginas. Irremediablemente te vas quedando prendida... y prendada.
Con la simpleza que dan unos personajes físicamente poco o nada agraciados, unas casas rudimentarias construidas sólo con el fin de cobijarse, un paisaje tosco y polvoriento cuyo único motivo de vivir allí es el oro y la necesidad de hacerse rico prontamente, una protagonista cuyo mayor atractivo es su coraje, su tenacidad y su inteligencia, un protagonista casi pelirrojo y ¡con bigote! (ay, qué mal llevo los bigotes), con todo esto y mil detalles más pero igual de sencillos y comunes, la señora Spencer crea una estupenda novela cargada, como siempre, de pequeños detalles que te llegan al alma.
Esta es una historia sobre la inocencia perdida y la confianza recuperada. Sobre un amor que perdura en el tiempo sorteando todos los obstáculos del camino. Sobre un amor profundo capaz de vencer a pesar de todo. Sobre el poder de no rendirse, de luchar. Sobre el amor fraternal. Sobre una carga que una de las hermanas guarda secretamente. Sobre volver a empezar.
Me resulta muy difícil explicar la historia sin revelar el motivo que la origina y puesto que la autora la va desgranando lentamente, prefiero centrarme en las sensaciones que me ha producido su lectura. Diré solamente que el libro nos brinda dos preciosas historias de amor. De amor profundo y eterno, de ese que te crees y que cuando cierras el libro sabes que es para siempre (sin necesidad de epílogo).
No hay escabrosas escenas de cama, es más, son sencillas y sólo hay dos, una por cada pareja. ¿Para qué más? No hace falta. Los sentimientos y las emociones están tan bien relatados... los has ido viviendo con los protagonistas a lo largo del libro con tanta intensidad... Sientes tan inmensamente lo que están viviendo los personajes en su piel, en su corazón, en su alma, que relatar algo más allá de lo que cuenta, pienso que te desviaría de las sensaciones.
La novela, como todas las de Lavyrle Spencer, está bordada de miles de pequeños detalles deliciosos. Siempre me hace recordar vivencias que permanecen dormidas en mi memoria. Ese primer beso que sí, lo recuerdas, pero cuando la autora lo relata paso a paso, lo vives de nuevo pero no con el cariño con el que lo recuerdas, sino con la sensación con la que lo viviste. ¿Hay alguna otra autora que describa mejor los besos?
Pero es que es así con todo.
En cualquier libro, si una autora narrando un momento me dice "una mosca se posó en la taza", paso los ojos por encima de la página y sigo leyendo. Con esta autora no puedo. No sé cómo se las ingenia para hacerme quedarme atrapada en el vuelo de la mosca como lo hace la protagonista. Si el sol de la tarde entra por la ventana, yo veo el sol. Huelo las verduras de la cena, se me mete el polvo del camino en los ojos y en la nariz, tengo hambre, tengo frío, siento angustia, y pena, y me acurruco en la cama con el gato (¡me dan terror los gatos!).
Comprendo las reacciones de todos los personajes. Da igual cómo sean y por qué. Eres capaz de ponerte (te pone la autora aunque tú no quieras) en el lugar de cada uno de ellos. Lo ves desde su punto de vista. Aquí no hay malos ni buenos. No hay malentendidos, los personajes reaccionan así porque... Y tú lo entiendes. Y sufres y ríes y lloras y cantas, porque la autora te mete dentro de la historia y no puedes escapar.
Y así una, dos, cinco, treinta, cientos de cosas, miles de sensaciones a lo largo de todo el libro.
Desde luego este no es el mejor libro de Lavyrle Spencer. No, ¡pero es tan bonito!. Sin embargo, sí es uno de los mejores que he leído y del que no me desprenderé nunca.
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Crítica realizada por Lolailo
Acabo de terminarla y debo decir que me ha encantado. Creo que esta autora sabe como nadie meterte en los sentimientos de sus protagonistas, es un verdadero genio de las palabras.
La historia de Sarah y Noah se va desarrollando de una manera gradual y muy creíble. Aunque los protagonistas no son especialmente atractivos, son personas normales y corrientes con sus defectos y virtudes, Lavyrle Spencer consigue que llegues a verlos con los mismos ojos con los que los ve el otro, así llegas a comprender cómo y por qué se enamoran.
La historia de Addie y Robert también es muy bonita. Desde el principio vislumbré cuál era el motivo que había llevado a Addie a huir pero aun así cuando ella lo confiesa me sentí sobrecogida por lo horroroso que es.
Creo que el título viene que ni pintado, pues todos deben perdonar para poder seguir con sus vidas y ser felices.
Una vez más Lavyrle Spencer nos demuestra que una historia de amor no es una fórmula matemática ya manida.
Ha sido un placer leer esta historia y me pasa como siempre que termino un libro suyo, me quedo con la congoja de cuando volveré a encontrar otro.
Mi valoración es 5/5
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Crítica realizada por Anasy
Con este libro me ha quedado claro una cosa, que depende del humor, el estado de ánimo o la época, un libro puede gustarte o no. Lo digo porque hace más de un año empecé esta historia que no me enganchó y dejé de lado ya en el principio, sin embargo se me dio por volver a cogerlo estos días y empezarlo desde el principio , apenas me duró el día.
Con Lavyrle Spencer además, siempre tengo el temor de lo que me encontraré, sus libros son muy buenos, pero unos me encantan y otros me dejan muy mal sabor de boca, por eso los cojo con cierto recelo.
En Perdón tenemos la historia de dos hermanas, diferentes como el día y la noche que han llevado vidas muy diferentes desde pequeñas marcando así sus futuros y en lo que llegan a convertirse al crecer.
Está Sarah Merrit que llega a Deadwood un pueblo minero y próspero en plena fiebre del oro pero habitado en su 90% por hombres, dejando el 10% para las prostitutas y las menos de veinte mujeres respetables casadas o mayores. Sarah llega con gran determinación para fundar el primer periódico de Deadwood, con la imprenta heredada de su padre tras la muerte de éste y buscando a su hermana Adelaide que escapó de su casa años atrás cuando sólo tenía dieciséis.
Pero Sarah se encuentra muchas sorpresas en Deadwood y casi ninguna agradable. Para empezar el pueblo es apenas un barrizal sin escuela, hospital, iglesia ni aceras decentes que cuenta con numerosos prostíbulos, en uno de ellos trabaja Eve que no es otra que Adelaide , la hermana de Sarah.
Su llegada no puede ser más amarga y descorazonada, teniendo un encontronazo con el marshall del pueblo, Noah cuando este salía del prostíbulo. Pero su llegada también altera a todo el pueblo, sobre todo a los hombres nada acostumbrados a ver a mujeres decentes y solteras tan de cerca y mucho menos una como Sarah, inteligente , emprendedora, directa y con mucho temple que pone todo patas arriba pero siempre intentando mejorar la vida del pueblo y sus habitantes.
Por su parte Sarah se ve a sus veinticinco años de edad siendo el objeto de deseo de un sinfín de hombres, algo totalmente nuevo para ella, acostumbrada a trabajar con la imprenta al lado de su padre y habiendo crecido a la sombra de la belleza de su hermana.
Para Noah , Sarah supone una molestia con mayúsculas, la relación entre ambo empieza mal y sigue peor con una animosidad y antipatía mutua en las primeras semanas de Sarah en Deadwood pero que para desesperación de los dos irá cambiando poco a poco dando paso a un sentimiento muy diferente y que ninguno de los dos espera.
Por su pare Adelaide no es la misma chica que Sarah conoció, siempre fue una niña un poco retraída y melancólica, nadie se esperaba que desapareciera como lo hizo, sobre todo Robert, el chico del que siempre estuvo enamorada y que la amaba con todo el corazón. Ahora Sarah encuentra a una Adelaide que trabaja como prostituta, desmejorada físicamente, cínica, vulgar y fría que no quiere saber nada de su hermana mayor .
Como todos los libros de la autora, nos encontramos con protagonistas con defectos, realistas en sus maneras de ser, físicamente y con los sentimientos que despiertan y sienten, emociones vivas que reflejan muy bien lo que podríamos sentir todos en determinado momento, pero siempre contado con cierta ternura , de manera pausada y sin grandes pretensiones que casi sin quererlo da paso a una historia preciosa, entrañable y llena de emociones que no será de las mejores historias de la autora, pero que te deja con una buena sensación , una sonrisa en la cara y con la que disfrutas de principio a fin.
Muy bueno.
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