Leslie Lafoy - Perfecta tentación

Crítica realizada por Teresa

Alexandra Radford es una mezcla de dama británica y erotismo de otras latitudes. Por eso Aiden Terrel se encuentra cautivado por ella. Pero hace mucho que para él el amor ha pasado a un segundo plano y no quiere saber nada al respecto. Decide ayudar a un amigo en sus investigaciones y asume el trabajo de proteger a Alexandra y a su pupilo, que están amenazados. Lo que sucede es que una cosa es enfrentarse a los peligros y otra muy distinta a los encantos de la señorita Radford.

Los protagonistas:

Aiden es irónico, insolente, terco y encantador. Pero existe un secreto en su pasado y el peligro les acecha. Un secreto que lo tiene trastornado, que lo obliga a beber hasta caer rendido, que le oprime el corazón. Un error cometido hace tiempo que está minando su existencia. Ha jurado no volver a enamorarse, porque lo estuvo, pero no puede remediar que su coraza se agriete y cae en brazos de Alexandra, porque es la única que le puede dar el consuelo que busca.

Alexandra, es joven, inglesa, un tanto aturdida en cuanto a su lugar, porque no acaba de decidir si prefiere Inglaterra ola India. Su infancia ha transcurrido en la India porque allí es donde estaba su madre, que trabajaba de institutriz para los hijos de Rajá. Al morir su madre, ella toma el relevo y viaja a Londres con el heredero del trono para salvarlo de los que quieren hacer peligrar su vida y que no son otros que los más fervientes enemigos del Rajá.

Es indiscutible que las chispas saltan apenas se conocen y que la atracción entre ambos queda muy clara desde el inicio de la historia.

Hay escenas caliente, por supuesto, pero a su tiempo, cuando deben estar y no antes.

Los personajes secundarios están bien definidos, como el heredero que Alexandra lleva a Londres y que se nos aparece como un crío odioso pero que al final de cautiva.

Una historia que engancha, con la que se disfruta, con un inicio un tanto lentito pero que va tomando forma y se va acelerando.

Valoración: De recomendable lectura.