Crítica realizada por Cristina
Puede contener spoilers
En esta ocasión Lynsay Sands nos vuelve a ofrecer una de sus disparatadas comedias de enredos. Siempre en su línea, ocurrente y con mucha chispa.
Charlotte y Elisabeth son dos hermanas gemelas idénticas que perdieron a sus padres hace años y ahora viven con su codicioso tío el cual está hasta las cejas de deudas. La solución que se le ocurre para salir del paso es la de “vender” a sus sobrinas en matrimonio a dos caballeros de dudosa calaña los cuales además de ese defecto las superaban muchísimo en edad.
Así es como la pizpireta y ocurrente Charlotte decide salir en mitad de la noche, descolgándose por la ventana de una posada para escaparse junto a su hermana, la más comedida y racional, Elisabeth. En su macuto llevan unas joyas que pertenecieron a su madre las cuales quieren vender para conseguir dinero y así poder presentarse ellas solitas en sociedad, una vez lleguen a Londres, para así conseguir marido y escapar de los viles planes casamenteros de su tío.
Hasta ahí todo normal, parece que se trate de una típica novela de época de regencia cuando en verdad el lío recién acaba de empezar. Acertadamente y para no llamar la atención, pues dos hermanas gemelas idénticas por los caminos no sería algo demasiado común, Charlotte decide convertirse en Charles disfrazándose de muchacho y así haciéndose pasar por mellizos: hermano y hermana.
De esa guisa bajando por la ventana es como los encuentra Radcliffe, un noble que por casualidad pasaba por ahí y se topa con la situación de dos jóvenes, hermano y hermana, que aparentemente se disponen a viajar solos hacia Londres con el peligro que acarrea andar por los caminos repletos de bandidos. Así pues se ofrece para acompañarles y viajar con ellos teniéndolos bajo su protección.
De la noche a la mañana el pobre Radcliffe pasa a sentirse atraído por el ocurrente muchacho y su forma de ser, cosa que le escandaliza pues según él había oído de ese tipo de desviaciones en otros depravados caballeros ¡Pero pensaba que a él no le ocurriría nunca! Así pues nos encontramos con multitud de situaciones divertidas donde por ejemplo Radcliffe se sorprende a sí mismo mirando los traseros de los hombres y tratando de compararlo con el trasero de “Charles” Pues es un trasero demasiado bonito ¡Y eso no es normal!
Para luchar contra esos oscuros deseos trata de convertir al pobre Charles en un hombre, pues según él todo es debido a que el chico es muy jovencito y demasiado “fino”. La pobre Charlotte disfrazada de Charles se verá de pronto asistiendo a clases de tiro ¡E incluso siendo llevada a un burdel!
Multitud de caóticas y desternillantes escenas se suceden en el burdel donde Radcliffe no saca nada en claro, pues pese a estar rodeado de mujeres hermosas no puede dejar de pensar en Charles. Ya mentalizado y dispuesto a aceptar su “desviación” la cosa se tuerce todavía más y es que Elisabeth cansada de que su hermana sea siempre la que viva todas esas aventuras le propone a Charlotte que se vayan turnando para ir adoptando el papel de varón. De pronto Charles se convierte en un muchacho obediente y más tímido y es la descarada de Elisabeth la que trae de cabeza a Radcliffe.
Ya podemos imaginar eso el enorme estrés que supondrá para Radcliffe pues no dejará de ir de oca en oca, de un extremo a otro pensando un día que está curado de su “afección” y al día siguiente volviendo a caer en las redes del afeminado Charles.
A partir de ahí todo se vuelve un soberano enredo que a mí al menos me sacó un montón de carcajadas y se me hizo muy ameno de leer. Secuestros, persecuciones y una carrera a Gretna Green servirán como colofón final de una novela trepidante y muy divertida. Las situaciones cómicas llevan casi todo el peso de la novela aunque también hay muchos momentos tiernos en los que Radcliffe y Charlotte/Charles se ganarán vuestro corazón.
Una novela de mis preferidas de Lynsay Sands, una de mis autoras fetiche.
Mi nota es de 8,5 sobre 10
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