Crítica realizada por Awen
SINOPSIS
Regla número uno:
No mantener nunca una relación con alguien que no vaya a estar ahí cuando salga el sol.
La que antaño fuera ya mordida, tímida y sexy investigadora privada Jackie Morrisey no quiere volver a esa situación de nuevo. Vincent Argeneau es probablemente el hombre más atractivo del mundo, vivo o muerto, pero ella está aquí para detener al asesino que quiere convertir al vampiro en cenizas y no para abalanzarse sobre su cama.
Regla número dos:
No besar nunca a un vampiro… puede suponer un gran dolor en el cuello.
Vale, Vincent ha tenido cuatrocientos años para mejorar sus habilidades para besar, y lo cierto es que resulta muy tentador verle pasearse sin camiseta por la casa. Y también es encantador, y protector… ¿He mencionado ya lo bien que besa? Jackie necesita mantenerse en guardia, o tendrá que formular una nueva regla:
Si te vas a enamorar de un vampiro, asegúrate de que sea un mordisco para recordar.
OPINIÓN
¿Por qué la mayoría de las novelas románticas paranormales se basan en historias de vampiros? ¿Qué tienen estos seres que, a pesar de haber leído mucho sobre ellos, nos siguen atrayendo tanto? Yo puedo daros mi respuesta.
A mí, que particularmente me gusta mucho la mitología, me encanta poder descubrir todo un mundo de leyendas que consigan entretenerme mientras me explican la existencia de aquello que escapa a mi razón. Para mí, un vampiro no es una simple criatura con dos grandes colmillos destinados a chupar sangre. Un vampiro es una historia. Una historia que se remonta a tiempos inmemorables, donde la creación de esta especie, sus normas y reglas, sus habilidades, y las dificultades de enamorarse de un humano, pueden dar mucho juego a la hora de escribir una novela.
Y es precisamente eso lo que yo valoro de la temática vampírica: la diversidad de historias que nos regalan las autoras, en las que cada una nos ofrece una visión distinta de los no-muertos.
A la que le gusten las verdaderas historias de vampiros, Un mordisco inolvidable, la cuarta entrega de los hermanos Argeneau, deja bastante que desear. No digo que la novela sea mala, ni mucho menos que esté mal escrita, sino que le falta enjundia, chicha. Para mi gusto, es una novela sencillita, de esas que coges para pasar el rato.
La trama que presenta se plantea interesante. A Vincent Argeneau, un vampiro millonario situado en California, le están saboteando el negocio. Como no se le ocurre quién puede estar detrás de tal malintencionado asunto (este vampiro tampoco es que sobresalga por su perspicacia), pide a su primo que le mande un detective privado. La sorpresa será mayúscula para Vincent cuando se percata de que su detective va a ser un mortal… y más aún, una mujer.
El problema de lo que parecía una buena historia es que la autora no consigue mantener en suspense al lector, pues el argumento comienza a ser bastante plano en casi toda la novela. No hay grandes descubrimientos acerca de posibles sospechosos, ni demasiada acción, por lo que parece que quedamos estancados sin movernos en la trama. Hasta que nos acercamos al final.
La protagonista femenina, Jackie, es una joven inteligente, astuta, algo obstinada y cínica. En mi opinión, la autora la ha hecho más interesante que al vampiro Vincent, será por eso de que le ha dado el papel de investigadora. Jackie, que a pesar de trabajar en numerosas ocasiones para clientes vampiros, siente una gran reticencia por los de esta especie. Y todo es debido a una horrible experiencia que vivió cuando era joven con uno de los inmortales. Jackie nos permite ver la evolución de sus sentimientos, que van desde el desagrado hacia la confianza en algunos vampiros, desembocando en el amor.
Vincent, es un vampiro de 400 años que está un poco cansado de su existencia. La compañía de teatro que dirige no le proporciona suficientes satisfacciones y, ya que sus primos han encontrado su “pareja para toda la vida”, duda de que algún día llegue a encontrar su verdadero amor. A parte de su aspecto físico, poco nos deja conocer la autora de este vampiro. Me hubiera gustado que profundizara un poco más en él, que nos hubiera mostrado más aspectos suyos, más sentimientos.
La historia de amor pronto se presiente, pero no es desde un poco más de la mitad del libro cuando podemos leer los primeros momentos románticos. Lynsay Sands nos quiere hacer ver que Jackie y Vincent son una pareja que se acopla muy bien, que se complementan, pero para que yo hubiera terminado de creérmelo, me habría hecho falta alguna escena más de amor. Asimismo, me parece que a los diálogos les falta algo de chispa.
En cuanto a la explicación de la raza vampira, poco más que añadir. Inmortales, leen pensamientos, controlan mentes, oído extremadamente fino… Aunque tengo que puntualizar dos cosas. Primero, estos vampiros se alimentan de sangre en bolsas. A no ser que se tenga alguna enfermedad que impida alimentarse de este modo, o se encuentren en una situación de emergencia. Pero vamos, que eso de morder lo dejan más para el placer que para la salud. Además, algo muy curioso es que durante toda su vida, al vampiro sólo se le permite convertir a un humano.
Y lo que me gustaría destacar es la parte donde se nos cuenta cómo fue la creación de los vampiros. No sé si contároslo aquí o dejar que lo descubráis por vosotras mismas. Pero a mí me parece, ya no ilógico, sino irrisorio. ¡Qué imaginación tiene esta señora!
Quien no quiera enterarse que deje de leer aquí.
Según la autora, en la Atlántida (allá para cuando existía) crearon unos nanochips especializados que fueron introducidos en el cuerpo de los humanos. Esta tecnología utilizaba la sangre del huésped y les permitía estar completamente sanos, además de ofrecerles la posibilidad de reproducirse o de regenerarse así mismo. (¡menudo invento!)
El problema surgió cuando los nanochips utilizaban más sangre de la que el cuerpo humano podía producir. Así pues, estos dispositivos transformaron a sus huéspedes en perfectos predadores para obtener la sangre que necesitaban, otorgándoles habilidades hasta entonces imposibles para los humanos (mira que son listos estos nanochips). Como pronto descubrieron que el sol incrementaba la necesidad de alimentarse, tales nanochips otorgaron visión nocturna a los individuos que los contenían y así, de esta forma, se convirtieron en vampiros.
En definitiva, Un mordisco inolvidable es una novela bastante normalita, sin grandes pasiones, ni grandes amores. Como ya he dicho, una novela para pasar el rato.
Mi valoración: 2,5/5
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