María Ferrer Payeras - Maldito veintiuno de Marzo

Crítica realizada por Malory

Por mi mala costumbre de no leer o leer por alto las sinopsis, pasa lo que pasa y crees que en la novela que estás leyendo las protas son las dos chicas que se van a casar, pero no. Enseguida descubrí que los protagonistas son un chico y una chica: Pablo, amiguísimo de toda la vida de Sara (una de las novias) y Alicia, hermana de Sara.

Cierto es que Sara y Nieves, las novias, tienen también su parte de protagonismo por aquello de que su boda es un poco el eje sobre el que gira la trama; y porque además de la relación que las une a la pareja principal, la suya es una relación pasional e intensa que provoca alguna que otra situación... sorprendente. Las dos tiene un carácter fuerte y dominante y eso las hace enfrentarse más de una vez. Cuando eso ocurre, mejor no estar cerca, porque vaya par. Lo bueno es que se quieren, se adoran y los enfados no les duran demasiado.

Sara siempre ha sido una mujer fuerte, independiente, decidida, que nunca se ha planteado mantener una relación más allá de un rollo de una noche... hasta que conoce a Alicia. Y Alicia, que siempre había sido de lo más convencional, de repente se descubre sintiéndose atraída por una mujer de la que no tardará en enamorarse, enfrentándose incluso a su familia por defender su amor. Son dos chicas estupendas, divertidas, un poquito locas, una de ellas un tanto alcahueta, que por encima de todo valoran la amistad.

Y la amistad que une a Pablo y Sara es de las de verdad, de las de toda la vida, de las de compartir los buenos y los malos momentos; de las de apoyarse pase lo que pase y pese a quién pese; confiando siempre en el otro, contándoselo todo... casi siempre. No hacerlo traerá consecuencias devastadoras para Pablo y su de nuevo magullado corazón.

Y la relación entre Pablo y Alicia... bueno, lo de estos dos es harina de otro costal y un claro ejemplo de lo que pasa cuando uno se calla, cuando no dice lo que piensa o siente, cuando se da por supuesto lo que la otra persona está pensando sin molestarse en preguntar o averiguar si es lo que creemos, cuando tomas decisiones que solo consiguen liar más la madeja... vamos, que habría que darle el premio a los más necios o un par de sopapos pa que espabilen y se dejen de tonterías y pajas mentales.

El chico, a pesar de comportarse como un mujerío empedernido, es un sol, un cordero con piel de lobo (papel que, por cierto, representa de manera muy convincente desde hace años. Él y Sara son un par de depredadores a los que les encanta salir por las noches de copas y de caza). Pero un solo fin de semana será suficiente para que el verdadero Pablo, el hombre tierno y enamoradizo que odia a muerte los 21 de Marzo, reaparezca. Aunque visto lo visto, el pobre habría preferido mantener su verdadero yo encerrado y bajo llave; dejarlo salir, permitirse sentir de nuevo lo está machacando.

Y ella, una mujer que vive por y para el trabajo, que no dispone de tiempo para relajarse y divertirse, que adora a su hermana mayor aunque insista en protegerla y controlar su vida, que dice no necesitar un hombre a su lado y mucho menos enamorarse, que... (espera, que me estoy riendo jajaja). Aquí a la señorita le pasa tres cuartos de lo mismo que a Pablo, aunque actúa a la inversa. Un terrible desengaño la ha llevado a cerrarse al amor y pensar que puede ser feliz estando sola. ¡Tiene su trabajo!

Esta también se caerá del guindo y demasiado tarde se dará cuenta de que nada de lo que se ha repetido durante años es cierto.

El miedo a que les hagan daño les ha empujado a fingir, a ser lo que no son: un ligón sin sentimientos que solo busca divertirse y una mujer a la que solo le interesa su trabajo y que pasa de los hombres.

Y así, con Pablo y Alicia por un lado y Sara y Nieves por otro, obtenemos una novela muy entretenida, con momentos sorprendentes, apasionados, emotivos, divertidos y otros llenos de ternura, muy bien escrita y con la que pasar unas horas de lectura muy agradables.