Crítica realizada por Irdala
Sarah James es una joven y exitosa propietaria y diseñadora de una empresa de zapatos. Su ilusión es expandirse y abrir tiendas de su marca en diferentes lugares del mundo. Sarah ha luchado con denuedo para llegar donde está, pero en el camino ha sacrificado sus relaciones con los chicos; por tanto, a sus 25 años, aún es virgen, aunque eso es algo que tiene intención de solucionar en cuanto tenga un ratito libre. Ahora mismo está en Londres donde asiste a la boda, como dama de honor, de su mejor amiga que va a casarse con el décimo noveno duque de Northrop.
Devon Heyworth es el hermano pequeño del duque de Northrop, un hombre guapísimo que se ha pasado la vida cultivando una imagen de despreocupación y que parece que no se toma nada demasiado en serio. Aprendió muy joven a ocultar su inteligencia a cuantos estaban a su alrededor. Ocupa su tiempo libre en un despacho de arquitectos, pero para todos solo lo hace por capricho y entretenimiento. Devon es en realidad un brillante matemático e inventor.
Es el día del ensayo de la boda y Devon llega tarde porque estaba de juerga en Las Vegas y ha perdido el vuelo. Consigue llegar a la cena y su compañera de mesa es Sarah. La atracción entre ambos es instantánea y comienzan a coquetear. Ella no se corta un pelo y en un arranque de osadía le dice que no hace falta que se esfuerce mucho en conquistarla, que ya tiene garantizada su aventura del fin de semana. Ni qué decir tiene que Devon pierde hasta el habla... pero su imaginación se pone en marcha.
Acabada la cena se van juntos y acuerdan pasar un fin de semana sin ataduras. Lo que pasa es que lo que para ella era una estupenda pareja para perder su virginidad y para él un rollo sexy, oportuno y cómodo, se convierte en una aventura de dos días tan tórrida, con tanta tensión sexual, que hace que la cosa se complique puesto que no están preparados para dejarlo así como así... y se ven en otras ocasiones. Ninguno sabe cómo hacer frente a una atracción sobre la que no tienen ninguna experiencia anterior y, a medida que pasan los días, a unas emociones para las que no están preparados. Además, ninguno de los dos tiene ni tiempo ni ganas para mantener una relación seria.
Megan Mulry me ha conquistado con esta ingeniosa y divertida historia. Ya me llamó la atención su primera novela, pero leí algún comentario no muy elogioso y la dejé pasar. Ni qué decir tiene que me voy de cabeza a buscarla.
He disfrutado mucho de la lectura de este libro. A pesar de tener claro que estaba leyendo una novela actual, tenía la sensación de que se trataba de una novela histórica. No sé cómo explicarlo. Es como si la autora hubiera trasladado la Regencia a esta época. Claro, los protagonistas y secundarios se mueven en un ambiente de lujo y opulencia. Guardan las formas, besan la manos, tienen mayordomos y un buen número de personal a su servicio. El hermano de Devon es duque y viven un castillo y allí es donde transcurren varias escenas de la novela. Pero también en hoteles antiquísimos y mansiones o residencias de lujo. La madre de Devon y la abuela de Sarah, dos mujeres mayores que se rigen por las costumbres en las que fueron criadas, son dos personajes geniales que cada vez que aparecen ponen una nota de diversión y humor. La abuela es fantástica, todo cuanto la rodea así como las conversaciones con su nieta me han encantado.
Me lo he pasado en grande viendo como Sarah y Devon trataban de manejar la situación en la que ellos mismos se meten por culpa de su deseo sexual. Me ha gustado mucho que la autora haya pintado a ambos protagonistas muy similares en casi todos los aspectos: los dos tienen éxito poder y fama, sin embargo, son dos seres humanos con dudas e inseguridades. Entre ellos surgen malentendidos que ponen en jaque la estabilidad de la incipiente relación. Los dos han de aprender a ceder y a aflojar, a no llevar el control, a recular cuando cometen errores. Creo que la autora hace entender muy bien al lector los sentimientos y los porqués de los protagonistas, pero no los hace arrastrarse hasta el punto de crear frustración en el lector.
Cómo conquistar a un lord es una novela de ágil lectura, alegre y divertida que cuenta con un buen montoncito de escenas calentitas y apasionadas y que está escrita estupendamente y de manera muy amena. Para mí, uno de sus mayores atractivos es que tiene unos personajes muy parecidos a los aristócratas de las novelas de regencia inglesa (incluso la protagonista es una rica heredera americana) pero, como no podía ser de otra forma tratándose de una novela contemporánea, son cercanos y actuales.
Humor, malentendidos, tensión sexual, amor, sexo apasionado, una autora a tener en cuenta y una deliciosa y sencilla novela romántica que se disfruta de principio a fin.
NOTA: ¿Quién ha sido el responsable de ponerle un título tan estúpido al libro? Sin embargo, la portada, la edición y la traducción es fantástica.
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