Michelle Willingham - El guerrero irlandés

Crítica realizada por Mencía

Él era un enemigo implacable… Genevieve de Renalt necesitaba huir de su prometido, aunque para ello tuviera que poner su vida en manos del enemigo. El guerrero irlandés Bevan MacEgan no podía abandonar a una dama en peligro, aunque fuese normanda, y la ayudó sin saber en un principio hasta dónde estaría dispuesto a llegar para asegurarse de que Genevieve estuviese a salvo. Debido a intrigas políticas, resultó que el matrimonio sería una solución para los dos, pero él había prometido que nunca volvería a enamorarse... Orgulloso y fuerte, mantuvo las distancias con Genevieve. Y de pronto descubrió que ni aun así el destino iba a dejarle vivir en paz...

Opinión

El guerrero irlandés es una de esas novelas de corte tradicional en las que la pareja protagonista se ve obligada a contraer un matrimonio de conveniencia. Nuestro protagonista es un hombre de honor, que ha sufrido la pérdida de su amor. Por el contrario Genevieve es una joven en una situación de acoso de la que intenta por todos los medios escapar.

Luchadora y decidida, nuestra protagonista tendrá que enfrentarse al reto de conseguir la aceptación de su esposo. Bevan tiene una fuerza de voluntad increíble y  no le será fácil hacerse con su corazón. Durante la primera parte de la novela veremos cómo las circunstancias políticas les llevan hacia un matrimonio que ninguno de los dos desea, mientras que en la segunda, será la lucha interna de Bevan y la determinación de Genevieve, las que se hagan con  la trama.

Ésta es una de esas novelas en las que el protagonista no se rinde, página tras página, veremos cómo mantiene su postura y determinación. Con su mujer enterró su futuro, no quiere permitirse otra oportunidad, no quiere sentir ni desear ni soñar, muchísimo menos amar. En el último momento, cuando por fin Genevieve cree que su matrimonio tendrá una posibilidad, un giro en la trama le acaba por dar la puntilla.

La lectura me resultó amena, me gustan las novelas medievales, otra cosa es que su protagonista me agotara. Digamos que
mi sensible alma romántica se reveló ante su ceguera. Su lealtad y honor, lejos de provocar mi admiración, terminó por enfadarme. Sí, Bevan puede reunir todas las cualidades de un héroe romántico, pero la mayor parte de la novela no es la protagonista la que encarna la razón de su existencia. Con lo que lejos de atraer, te dan ganas de mandarlo a paseo. Si se salva es porque en el fondo se ve que es de los ciegos que no quieren ver.

Con todo, o a pesar de todo, la historia tiene su miga y el entretenimiento está servido. Doy por bien empleado el tiempo que me duró su lectura, aunque me quede con la pena de que, por mucho que Bevan sufriera, no se supo ganar el generoso amor de ella.