Crítica realizada por Mariam
Han transcurrido diez años desde que Adrian Wentworth, “El Dragón”, y Lady Margaret Norfolk contrajeron matrimonio, y han pasado también diez años desde que la pequeña Anne Darkmoon entregara, con adoración infantil, su amor a Hugh De Claire. Solo era una niña entonces, pero el recuerdo del atractivo y pícaro antiguo caballero la ha perseguido desde entonces.
En El Corazón de la doncella, Anne es ya una joven en edad casadera. Pese a contar con la protección del temible Dragón, sabe que antes o después llegará el día en que deba elegir marido. El problema reside en que no encuentra al hombre adecuado. Todos poseen algún defecto, son demasiado atractivos o vanidosos, demasiado egocéntricos o aburridos, altos, bajos, gordos, flacos….y así una larga lista de peros. Con lo que, tras años de negativas, ha acabado ganándose en el círculo de la Corte el sobrenombre de “Lady No”.
Cuando Hugh De Claire es víctima de un complot y acusado de asesinato, Lady Margaret y Wentworth intervienen rápidamente en pedir ayuda al mismo monarca de Inglaterra. El problema es que no siendo De Claire un noble, Enrique VII no puede dispensarle protección real sin enemistarse con sus aliados. Para solucionar ese pequeño detalle, Lady Margaret da con la solución perfecta: casar a Hugh con una noble, puesto que esto le concederá el título nobiliario que necesita, y ¿quién mejor que su discípula Anne que en la infancia estuvo enamorada de él?
Lady Anne Darkmoon no se alegra precisamente de las buenas nuevas, al contrario, pone el grito en el cielo. ¿Casarse con ese mujeriego y presumido de Hugh De Claire? ¿Un “tratante de ovejas” (como ella misma se burla de él), un hombre infiel?
Jamás.
Pero apelando a su buen corazón y a la deuda que contrajo con él cuando en su niñez la salvó de la muerte, accede con la condición de que se trate de un matrimonio solo de nombre. Una vez demostrada la inocencia de De Claire, solicitarán la nulidad.
Hugh recibe con sorpresa la noticia de que se casará con la pequeña Anne, ahora una mujer, pero a la que no puede dejar de llamar mocosa, tal como hiciera años atrás.
Finalmente en una oscura y maloliente mazmorra de Amsterdam, Anne Darkmoon se convierte en Anne De Claire y sella su destino.
Enseguida Hugh llega a la conclusión de que su matrimonio con Anne es un error, ya que la condesa no deja de desobedecerle, obligándole incluso a huir de prisión y convirtiéndolo en un tránsfuga.
De regreso a Londres y bajo custodia del Rey recibe otra inquietante sorpresa cuando descubre que debe compartir celda en la Torre de Londres con su impuesta esposa. Esa obligada reclusión hecho marca un punto de inflexión para ambos, obligándoles a reconocer sus verdaderos sentimientos.
Pero los peligros que los acechan no han acabado aún…
El corazón de la doncella es la continuación de La dama y el dragón. En esta novela conocemos la esperada historia de amor de Lady Anne y Hugh De Claire.
Si bien la novela se inicia con un matrimonio obligado por parte del Rey, en esta ocasión entre Anne y Hugh, tal como sucedió con Lady Margaret y Adrian Wentworth, la novela toma un cariz muy diferente a su predecesora.
Hugh ha abandonado sus días como mercenario a las órdenes de “El dragón” y ha iniciado un vida como comerciante al servicio de la corona inglesa, pese a que el mar no es su medio, con lo que el trasfondo histórico sobre el que se sustenta la trama versa en torno al comercio y no los torneos o justas. Gran parte de la novela transcurre en Ámsterdam, lugar donde tiene lugar el asesinato de la mujer del Estatúder, del que se acusa a De Claire.
En este libro es más evidente la labor de documentación que realiza la autora, tanto a la hora de describir la realidad social en la Corte inglesa como en Ámsterdam. Incluso tienen su aparición, personajes históricos reales.
Por este lado, sin despreciar La dama y el dragón, la novela me parece más madura, aunque también debo reconocer que en algunos momentos he notado en falta la fluidez que poseía ésta. No obstante, es comprensible puesto que la realidad histórica requiere ese mayor peso de datos, descripciones y desarrollo. Pese a ser menos ágil, me parece que tiene mayor calidad como novela histórica.
Uno de los rasgos que creo caracterizan a Mónica Peñalver es la visión particular con que crea sus novelas. En todo momento está presente un modo más irónico de narrar y describir sus novelas, haciendo hincapié en aquellos puntos que le interesa remarcar, con lo que la novela es ágil, fluida y amena de leer porque adquiere un tono mordaz. Eso no implica que no existan momentos que describan mayor sentimiento o emotividad.
Otra de las características que me llaman la atención es “la puesta en escena” de sus personajes. Los diálogos, encuentros y desencuentros entre Hugh De Claire y Lady Anne (tal como sucede en la anterior novela) tienen un cariz que me hace tener la sensación, en todo momento, de estar presenciando una obra de teatro.
Por el modo en que está narrada y sucede, pienso que la novela toma unas características propias de esta autora.
El carácter de los personajes, tanto protagonistas como secundarios, está bien definido y su actitud es congruente y lógica a lo largo de toda la novela. Pese a la infinidad de desavenencias y desencuentros entre ambos, de fondo siempre existe una atracción que ninguno puede negar, especialmente durante la reclusión de Anne y Hugh en la Torre de Londres.
Tengo que remarcar a un secundario un tanto pintoresco y estrafalario, Rufus Van Der Saar, al que Hugh conoce en la prisión de Ámsterdam y que se convierte en su hombre de confianza. Es un personaje que por sus excentricidades aporta la tona cómica, propia de esta autora, a la novela, como ya sucediera con el escudero Eugen.
El corazón de la doncella es una novela que mantiene el nivel de su antecesora, si bien creo muestra una mayor madurez por parte de su escritora al arriesgarse a dar más peso a la trama histórica. Para mí es un acierto, no obstante también tengo que admitir que La dama y el dragón me pareció quizá un poco más fluida.
Sin embargo, es un libro que te garantiza una lectura ágil e interesante, que te regala una visión más divertida, menos dramática, de una trama que a priori prometía serlo más. Considero que es la intención de Mónica Peñalver, y es un rasgo que me atrae porque pienso que novelas medievales puede haber muchas, incluso con tramas similares, como lo son los matrimonios obligados, pero está en cada escritora hacerlas diferentes con rasgos diferentes, innovadores. Esas pinceladas son lo que hacen a ésta diferente, ésa y la presencia de personajes más cómicos, incluso extravagantes, como lo son Rufus Van Der Saar o Eugen, o el tono a veces mordaz de la narración. Son rasgos que yo asocio ya a esta escritora.
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