Mónica Peñalver - El mirlo blanco

Valoración:

Crítica realizada por Linnea

Cuando el conde Abrino está a punto de morir, le pide a Bodius, el mejor de sus caballeros, que lleve de vuelta al castillo a su hija Auria. Tres años antes, acusada de brujería, la joven decidió recluirse en un solitario torreón conocido como el Nido del Cuervo.
A pesar de que Bodius consigue encontrar a la bella joven, el conde fallece antes de que ambos regresen. Auria es la legítima heredera del castillo, pero el temible Osio consigue arrebatárselo antes de que pueda reclamarlo.
¿Conseguirá la unión de Bodius y Auria vencer a la avaricia? 

A punto de morir, el conde Abrino manda llamar a uno de sus caballeros, el joven Bodius, rogándole que busque a Auria, su hija y heredera. La muchacha vive recluida, por voluntad propia, en las ruinas de un torreón conocido por todos como Nido del Cuervo, valiéndose por sí misma y alejada de la comunidad. Ha creado en torno a ella la leyenda de que entre los deteriorados muros habita una bruja. El extraño don que le ha regalado la Naturaleza asusta a todos, que la creen maldita, y a ella misma. Sólo con el tiempo se dará cuenta de que ese don no es una condena, sino una bendición que la ayuda a salvar vidas.
Bodius no sabe con quién se va a encontrar, pero desde luego no espera hallar a una muchacha preciosa que intenta, por todos los medios, alejarse de él. Sin embargo, debe cumplir la misión de devolverla a la fortaleza de su padre y esta decidido a llevarla cabo.

En esta novela, Mónica Peñalver ha compuesto una canción a Asturias, llevándonos de la mano al año 738, cuando el ducado cántabro estaba constituido por Burgos, Palencia y Navarra. En esta historia no hay salones ni boato, pero la sensación de traslado en el tiempo se mete en la piel según vas leyendo. Y no te importa carecer del lujo que podemos encontrar en otras ficciones porque los personajes y las situaciones te acercan a los protagonistas y a los actores secundarios. Actores, sí, porque es como estar viendo una película.

Además de una cuidada narrativa, Mónica nos demuestra en esta novela un agudo sentido del humor. Las vicisitudes de Bodius soportando a sus tres maduros, inseparables y protectores amigos -Hugo, Orenco y Quetilo con sus constantes protestas y pullas, salpicadas de una ironía sana, te obligan a pasar de la sonrisa a la risa con frecuencia.

Después de leer La espada y la llama, esperaba impaciente la historia del primo de Lua. Con un poco de miedo, todo hay que decirlo, por eso de que segundas partes nunca fueron buenas. Pues nada más lejos de la realidad. Esta segunda parte, si así se puede llamar, nos da a conocer un poco más la historia de Asturias en esa lejana época, nos presenta personajes reales, los entresijos de la guerra por el poder. Pero sobre todo, nos deleita con unos protagonistas fuertes, valerosos, capaces de darlo todo por el bien de la comunidad. Personajes que te agradan desde el primer capítulo y a los que sigues con entusiasmo, sufriendo y disfrutando con ellos a través de los montes astures, de sus ríos y de sus aldeas. Un marco estudiado y estupendamente documentado para disfrutar de las andanzas de Bodius y Auria, y ser testigos directos de sus íntimos sentimientos. Porque en esta novela no sólo hay acción, sino que también se profundiza en sus personajes.

No voy a desvelar aquí el argumento de El mirlo blanco porque posiblemente restaría interés a quienes vayan a leerlo. Pero no quiero acabar sin recomendar esta lectura porque creo que es una buena novela, con una inmejorable presentación y seguro que será del agrado de una amplia mayoría.  

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