Tracy Bloom - Nadie hace el amor los martes

Crítica realizada por Kkekka.

¿Quieres saber por qué? Porque si haces el amor los martes, seguro que acabas metido en algún lío.

Katy y Matthew, que fueron novios en su adolescencia, se reencuentran una noche en una fiesta de ex alumnos y acaban en la cama. A la mañana siguiente deciden que no volverán a verse nunca más.

Y aquí acaba el asunto... Hasta que ocho meses más tarde vuelven a encontrarse en una clase de preparación al parto y Matthew se pregunta con inquietud si será el padre de la criatura que espera Katy. Ajenos a este lío, la esposa de Matthew, neuróticamente perfeccionista, vive con gran angustia la perspectiva de dar a luz a gemelos; y en cuanto al novio de Katy, mucho más joven que ella, se resiste a tomarse la paternidad en serio.

La vida y el amor no son asuntos que puedan tomarse a la ligera. Katy y Matthew se verán obligados a enfrentarse a un torbellino de emociones y de sentimientos que no tenían previstos.

¿Cómo se las arreglarán para arreglar semejante desastre y seguir adelante con sus vidas?

Novela realmente entretenida, con unas situaciones tan creíbles y unos personajes que da la sensación que se van salir de las líneas.

La escritora cuenta que tras escuchar algunas historias de embarazos, partos, etc se dio cuenta de que era una situación de la que realmente se podrían sacar unas historias bastante humorísticas. Y tenía razón.

Nos encontramos con cuatro personas en la situación, para algunos un tanto límite, de su próxima paternidad. Mathew y su mujer forman una pareja profesional y asentada que ha estado tiempo intentando ser padres y lo han conseguido gracias a la fecundación un vitro. Katy y Ben, forman una pareja más libre en la que ella es mayor que él y de profesión más seria. Son cuatro personajes diferentes que parecen condenados a relacionarse pese a lo tenso de muchos de estos encuentros.

Estas cuatro personas se encuentran en el maravilloso ambiente de las clases de preparación al parto. Pero claro, no contamos con que Katy y Mathew fueron pareja en el instituto (historia que terminó bastante mal, por cierto) y además tuvieron un breve encuentro ocho meses antes. Cuando Mathew ve a Katy en semejante estado empieza a hacer cuentas y claro...

Esta es una historia de personajes, de risas, de recuerdos. De esa sensación de haber llegado a una edad y sentir que ya no eres el chico que entraba al Instituto con sus zapatillas y cazadora creyéndose en posesión de la verdad. Ahora te ves como un hombre gris, de pantalones chinos que incluso es incapaz de cantar en alto. La historia de una mujer que no quiere sentir que con un bebé la vida de su novio más joven va a cambiar y se va a volver aburrida. Quiere seguir haciendo locuras (ya pocas, es cierto) y seguir teniendo colgado el poster de Dirty Dancing.

La autora ha creado una galería de personajes encantadores, muy británicos en sus comportamientos y manera de hablar (bromas, motes...Hasta tenemos un club social de mineros). La narración es fluida y no cuesta nada entrar en ella y mantenerse entretenida. Ver el duelo que se establece entre estos dos hombres de una manera casi cómico adolescente merece mucho la pena. Pero también hay mucho amor, de ese que saca sonrisa y dices "¡pues claro que sí!". Porque es un amor con humor y pequeños momentos de drama. Y eso es muy bueno a veces.

Además sabremos porqué nadie hace el amor los martes y si los protagonistas estarán dispuestos a romper esta teoría o no.

Mi valoración es un 4,3/5 y lo recomiendo vivamente a las amantes del buen Chick-lit y la novela actual con un toque de humor.