Rebecca Brandewyne - Amor, acaríciame

Valoración:

Crítica realizada por Merche

Storm era su nombre y la tormenta su destino. Había nacido en una noche de tormenta, iluminada solamente por la luz de los relámpagos, y cuando cumplió dieciséis años, la promesa de su nombre se transformó en el destino de su vida. Nacida en la riqueza, sería luego ganada en una apuesta por un ranchero a su libertino tío. En su camino hacia Texas para casarse con Gabriel North, seria capturada y nuevamente ganada en una apuesta por un generoso cazador de ojos azules y piel oscura, llamado El lobo. Un hombre capaz de matar a sangre fría, y también de poseerla con pasión y ternura, mientras ella le susurraba: Amor, acaríciame.

Hace aaaaaaaaaños que me leí esta novela. No recordaba nada de ella, solo que me gustó, así que cuando ha vuelto a caer en mis manos no he podido resistirme. Tener mala memoria para recordar las novelas, aunque no es extraño cuando se lee una un par de ellas por semana durante años, tiene de bueno que puedes disfrutar otra vez de aquella que te encantó.

Volamos, o vamos a caballo, al Oeste, con mayúsculas. A mí de pequeña ya me gustaba este tipo de aventuras, me imaginaba a lomos de un caballo cabalgando por las praderas. Bueno, a lo que voy, que la ambientación es a mediados del XIX, en el oeste americano.

Si hablamos de los personajes, hay que empezar por Storm. Sí, a mí también me resultó un nombre poco común. El caso es que a esta muchacha le persigue la desgracia, primero se la juega su tío y pasa a ser propiedad de un ranchero, y después este también la pierde en una apuesta. No es raro en la época en la que está ambientada la novela, sucediesen este tipo de desmanes, ya que las mujeres no tenían no voz ni voto. Lo bueno del caso es que el segundo que la gana, es el protagonista, que está más bueno que el pan y acaba enamorado de ella hasta las trancas.

Storm es un personaje con tirón, de esas mujeres capaces de aguantar carros y carretas por conseguir lo que desean. No os engañéis, no es la pobrecilla a la que todo el mundo ningunea, por más que se vea obligada a plegarse a según qué circunstancias. Es una mujer que, de tenerlo todo, pasa a depender del desgraciado de su tío, jugador y despilfarrador.

El lobo, a saber el protagonista, es un forajido, un hombre que se guía sola y únicamente por sus leyes, al que no le importa pelear con el que sea, y a quien tampoco le preocupa mucho perder la vida. Un completo salvaje. Y sin embargo, cuando se enamora de Storm, es dulce, delicado, lleno de ternura hacia la mujer que le quita el sueño.

Sí, me he montado a lomos de un caballo pinto, he picado espuelas y he recorrido el lejano oeste lleno de peligros y forajidos, de la mano de una autora que, no solo narra un romance, sino la crueldad de los blancos que menospreciaban a los indios y a cuantos no eran de su raza.

No es solo una novela romántica, es también un trocito de la historia de América, que si la leéis os va a encantar leer.

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