Crítica realizada por Bree
En Wichita, una ciudad del oeste americano, apenas cicatrizadas las heridas de la Guerra de Secesión, la vida no resulta fácil para nadie. Rachel es muy consciente de ello. Huérfana desde los 15 años, conoce perfectamente el dolor de la pérdida y el sufrimiento de la lucha por la supervivencia. En su medio, situaciones como la de sus vecinos, con la madre muerta tras el nacimiento del octavo hijo y el padre alcohólico e irresponsable, son tristemente habituales. Más insólito es, sin embargo, que Slade Maverick, un conocido pistolero, abandone su turbulento pasado para ocuparse de sus ocho sobrinos huérfanos. Rachel, incrédula, desconfía de las intenciones de Maverick, pero poco a poco descubre su verdadera naturaleza y los recelos iniciales se convierten en amor.
Puede contener spoilers
En el salvaje y duro oeste Americano, concretamente en Wichita, una tierra áspera y salvaje vive Rachel, una joven huérfana desde los quince años y que le ha tocado vivir en una época donde se lucha por sobrevivir.
Rachel tiene un espíritu valiente y sincero, además de eso, siente un gran cariño por sus vecinos los Beecham, quienes tienen un grave problema. India está muy enferma y su esposo Jonathan es un alcohólico, por si fuera poco tienen ochos hijos a su cargo.
India sabe que su vida se agota y le pide a Rachel que mire por sus hijos al tiempo que desesperada le envía una carta a su hermanastro, Slade Maverick, para que se haga cargo de sus sobrinos, ya que no confía en el marido.
Slade Maverick era un hombre solitario, impulsivo, más duro que el acero y con un corazón de piedra. Vestía un largo guardapolvo negro y unas brillantes espuelas de plata. Slade era un pistolero temible y un gran cazador de recompensas, el mejor...
Slade viaja a Wichita a cumplir con la última voluntad de su hermana y conoce a Rachel, su vecina.
El primer pensamiento hacia ella no fue muy halagador (simple, desagradable, orgullosa y arrogante).
¿Sabrá él sacar adelante la granja de los Bechman? Esa es la gran duda que corroe la mente de la joven quien desconfía del pistolero en el mismo momento de verle. Por supuesto no imagina a ese hombre rodeado de niños.
Gustave el Buey Oxenberg, un granjero vecino está interesado en Rachel. ¿Desistirá después de que Slade le plante cara?
Es una novela que está muy bien ambientada en el oeste (1880), una ciudad donde se frecuentan los duelos a la puesta del sol y los hombres peligrosos juegan al póker en las cantinas.
Slade, el notable pistolero, acaba enamorado de ella pero no se declara ya que piensa que es demasiado rudo y peligroso, Rachel jamás se fijaría en nadie así.
Por otro lado, como en la mayoría de las historias de amor, ella también se enamora y no se atreve a confesarlo.
Con ayuda de Rachel, el hombre se va adaptando a la granja y al cuidado de los pequeños.
Slade y Gustave se acaban dando una buena paliza y la joven les dice "que solo se casará con el hombre que le traiga quinientas cabezas de ganado. ¿Adivináis quien las lleva?
La desgracia también llega a sus vidas cuando el bebe más pequeño enferma gravemente, cosa que los une más. No voy a desvelar que pasa con el bebe porque es emoción en la historia.
Jonathan Beecham se juega a las cartas, con su cuñado Slade, la granja y la custodia de los niños.
La novela es de fácil lectura y la verdad me gustó mucho. Me parece muy tierna (sobre todo) por el tema de los niños. Un poco triste por lo sucedido con el bebe y sus emociones.
Los personajes de ambos me gustaron muchísimo y su historia de amor, con sus tiras y aflojas, los celillos, también esta fenomenal.
En esta novela el epilogo me encantó por una razón. Suelen informarnos de cómo se desarrolla su historia en el transcurso de dos años máximo o incluso cinco, en Las Raíces del Corazón le ponen fecha de 1915. Es decir treinta y cinco años más. (Unos abuelos) Muy tierna, encantadora y divertida.
Yo la recomendaría para los que gusten de las historias del oeste.
Crítica realizada por Dougless
La historia transcurre en Wichita, en el oeste americano, una tierra dura y hostil que acaba de ser asolada por una plaga de langostas. Allí encontramos a Rachel, una joven que vive con su abuelo en una humilde cabaña donde hay que trabajar todos los días para salir adelante. Su mejor amiga es India, una mujer con ocho hijos y casada con un perdedor y un bebedor, Jonathan Beechan.
A la muerte de India, Rachel intenta que Jonathan se haga cargo de sus hijos pero él decide pasar de ellos. Ella se los lleva a vivir con ella y a pesar de que son muchos, carga gustosa con todos porque los adora. Enseguida entra en escena Slade Maverick, un pistolero y cazarecompensas muy famoso, todo de negro, con espuelas plateadas, dos pistolas muy ornamentales , sombrero y aspecto sombrío viene hacerse cargo de la numerosa prole de India, hermanastra suya.
Empezaré diciendo que me ha gustado mucho este libro. La historia es muy bonita, hay unos niños de quien ocuparse y además hay que sacarlos adelante. Slade no parece el mas idóneo pero poco a poco te vas dando cuenta de que tiene su punto sensible, es honrado y adora a los niños, además se mata a trabajar para poder alimentarlos y darles un hogar. Rachel no parecía muy segura en cuanto a Slade pero poco a poco va cambiando de opinión.
Los personajes secundarios son muchos y variados: los ocho niños con distintas edades y comportamientos que le dan un toque dulce a la historia, el abuelo de Rachel, Poke, Jonathan, y Guss, un pretendiente de Rachel.
La ambientación es maravillosa, describe perfectamente la vida en el oeste, los trabajos cotidianos de una granja y una casa, la vida dura que llevan y , en fin, todo.
La historia es muy bonita pero a la vez bastante dura, hay momentos tristes y de pesimismo pero me han parecido reales y apropiados a la historia.
La historia de amor entre Rachel y Slade es preciosa, de esas donde hay pocas palabra de amor pero muchos actos que los demuestran. A Slade le cuesta declararse , aun sabiendo que la quiere porque no cree estar preparado para mantenerla y una aparición de su pasado complicará un poco mas su relación.
Respecto al epílogo, bueno, no me ha disgustado, transcurre 35 años después, les vemos con hijos y nietos y tiene un toque divertido y pícaro, claro que si no lo hubiera puesto no pasaba nada.
Le pongo un bueno.
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