Crítica realizada por Mary Jo
Tras las guerras carlistas, don Rodrigo de Montesclaros se vio obligado a pedir en matrimonio a la hija mayor del conde de Saavedra para acceder a su dote: una abadía esencial para su marquesado. Y a la muerte de esta, antes de celebrar nupcias, se casó con su hermana menor, Amalia, quien había heredado dichas tierras.
Amalia se ve casada con un caballero al que no conoce y a quien cree enamorado del recuerdo de su hermana, y al cuarto día de matrimonio huye del palacio con el beneplácito de su esposo, por el que siente una extraña atracción que la supera. Pero un capricho de la Corona, orquestado por su padre, hará que los marqueses de Montesclaros tengan que volver a convivir. Rodrigo recuerda a una muchacha que le fascinó, y ve regresar a una mujer que le tiene completamente hechizado, pero que se niega a darle nada que no sea su cuerpo. Amalia teme acercarse a él y que su admiración de joven se convierta en amor de mujer. ¿Lograrán superar un pasado lleno de malentendidos y ser felices?
OPNIÓN
Noveno relato perteneciente a la antología Sueños de verano
Rodrigo marques de Montesclaros está prometido con María Luisa de Saavedra. Como casi todos los matrimonios aristócratas de la época, esta unión esta concertada por el interés en este caso la dote de la novia, las tierras adyacentes a la Abadía contigua al Castillo de Montesclaros, una propiedad necesaria para el funcionamiento del Castillo.
Sin embargo María Luisa, morirá de tifus antes del matrimonio, y la casa de Montesclaros solicita la mano de la hermana menor Amalia de tan solo diecisiete años. El matrimonio no comienza con buen pie, tanto por la desconfianza de Rodrigo, que teme el parecido de ambas hermanas, pues nunca ha considerado a María Luisa sino una ambiciosa e intrigante, como por parte de Amalia que cree a su marido atormentado por el amor que aún profesa a su hermana fallecida.
Confusa por los sentimientos que su apuesto esposo le provoca, Amalia solicita abandonar el Castillo y separarse durante unos meses, hasta su mayoría de edad. Estupefacto ante la petición Rodrigo callara y su esposa abandona Montesclaros, para una separación que en realidad durara cuatro años.
La regente, influida quizá por el conde de Saavedra, obliga a Amalia a volver junto a su esposo. Pero la separación los ha cambiado, Amalia no es ya la niña inocente que no podía controlar sus sentimientos, es una mujer decidida y de armas tomar, que no duda en expulsar a su marido de su alcoba la primera noche de su llegada.
Rodrigo siempre ha estado fascinado por su joven esposa, la intuye apasionada y voluptuosa, y la mujer que regresa al hogar conyugal es eso y más, una mujer decidida, valiente y osada, por la que siente una inmediata pasión.
Me ha encantado este relato. La historia de amor de la que hemos estado oyendo hablar en los anteriores relatos de la Antología, y que ha dado lugar a la leyenda del Castillo y su cascada, es una historia preciosa, llena de pasión y de romance, con sentimientos encontrados de amor y rebeldía. Está magníficamente narrada en un tono adecuado a la época en la que transcurre la trama. A pesar de la poca extensión de sus páginas, nada se ha dejado en el tintero, la conclusión es la esperada, y la escena final está llena de romanticismo.
En definitiva, un relato apasionado, con una narración adecuada, con unos personajes bien dibujados y con mucha química.
Mi valoración: Muy buena
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